Doña
Emilia Pardo Bazán desde el pazo del supuesto marqués de Ulloa, más que
inventora de un mundo de ficción se convierte, en mi opinión, en observadora de
una realidad contemplada en el atractivo marco de la campiña gallega donde
tiene su asiento un decrépito caserón
escenario de concubinato, dudas y tentaciones de cura, amores de madre,
decadencia familiar, naturaleza -Naturalismo- y ambiente primitivo que prostituye la vida
política y moral. Como dice nuestro profe: un novelón. Para leer “corriendito” –añadiría
yo.
Reflexión
Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).
miércoles, 25 de noviembre de 2015
sábado, 21 de noviembre de 2015
miércoles, 18 de noviembre de 2015
DIÁLOGO SOBRE EL MUDEJARILLO de José Jiménez Lozano
Paisaje de Úbeda con la Sierra Mágina
al fondo
Confortados por el “veranillo de san
Martín” se encontraron un día de noviembre en la entrada de la librería, lugar
donde ambos recalan con frecuencia. El más joven viene a ser un transeúnte callejero
extrovertido y mirón de la vida urbana, el mayor por el contrario introvertido solitario
y culto gusta del cobijo de la casa. En cualquier caso son buenos amigos,
comparten y comentan lecturas.
-Acabo de leer El mudejarillo como me recomendaste
-¿Y bien?
-Pues… no sé; es como la sencillez en
estado puro, como si el narrador fuera en ocasiones un niño. Desde luego hay que
tener presente de quien está hablando el narrador. Quiero imaginarme a un no
conocedor del santoral cristiano y creo que se perdería.
-No hace falta ser cristiano para
conocen la obra de Juan de la Cruz. De todas formas creo que te dejé un apunte
biográfico de sus primeros años como apoyo de la lectura.
-Me gusta empezar de cero “le plaisir
de la découverte” y en este sentido si he de reconocer que la descripción de cuanto
contenía Fontiveros es una solución magistral, una hoja por ambas caras señalando contenido hasta en sus más mínimos detalles. La pregunta y la respuesta de
los niños se me han quedado grabadas.
La
torre, la iglesia, las campanas, […] Y los cristianos y los moriscos, y muchas
cosas y muchos oficios más.
- ¿Y cómo va a haber tantas cosas en tu pueblo
si es más pequeño que Arévalo?
- No sé.
-No me dices nada de los toques de
ironía, el acercamiento al lenguaje de la época, la poetización del ambiente en
que se desenvuelve fray Juan…
-¡Eh! ¡Para! ¡Para! Que te sigo como
lector pero no soy de letras.
-¿Y el recurso del encuentro con
Cervantes?
-¡Ah! ¿Pero también está Cervantes?
-Busca el capítulo de El señor Miguel:
-
Porque
mi amigo andaba a vueltas con escribir un libro o novela sobre un hombre
inocente que había conocido y que quería dejar el mundo limpio de injusticia y
bellaquerías con el esfuerzo de su brazo […] tenía ya escrito algo y hasta
mucho del libro del inocente, sobre todo cuando había estado en la cárcel…
-Tendré que volver a Jiménez Lozano,
hasta ahora sólo había leído alguno de sus artículos en la tercera de ABC.
miércoles, 11 de noviembre de 2015
PARA EMPEZAR A LEER: El mudejarillo. José Jiménez Lozano
Arévalo
Al comenzar la lectura de El mudejarillo de José Jiménez Lozano y
a la vista de que un narrador anónimo al parecer contemporáneo de San Juan de la Cruz recorre
un camino paralelo al del santo, decidí
recurrir al pequeño tesoro de apuntes de Literatura del siglo XVI en dirección
a la corriente que tiene como causa directa la Contrarreforma de mediados de
siglo en busca de datos biográficos de Juan de Yepes Álvarez.
San
Juan de la Cruz, segundo
de los tres hijos del matrimonio formado por Gonzalo de Yepes y Catalina
Álvarez, modestos tejedores de telas, nace en 1542, en Fontiveros, un pequeño
pueblo de La Moraña en Ávila. El padre procedía de Toledo, a la madre se le
adjudica - no confirmada
documentalmente- una ascendencia judeoconversa. En cualquier caso parece que
las diferencias de clase social y de nivel económico entre el padre y la madre
fueron determinantes para el distanciamiento con la familia paterna.
Quizá a consecuencia de la
crisis agraria de Castilla cuando Juan era un niño fallecieron su padre y el
segundo de sus hermanos: Luis; la madre,
viuda y sin recursos, buscó sin éxito la
ayuda de sus parientes. Tras el fracaso
se traslada a Arévalo, agrícola, pero con una pequeña industria textil, donde
permanecen cuatro años para,
posteriormente, establecerse en Medina del Campo.
Juan
de Yepes vive en un
ambiente de miseria, desnutrición y raquitismo infantil de los que se derivan escaso
desarrollo y debilidad que lo encuadra en el grupo social de los “sin calidad”
obligándolo a criarse como "pobre de
solemnidad", diferenciado, eso sí, de los pobres vergonzantes o los vagos y
maleantes en que mediante la ayuda de
instituciones de caridad podía asistir al Colegio de los Niños de la Doctrina a
cambio de realizar trabajos como la
asistencia en el convento, ayudar a Misa y a los Oficios, acompañamiento de
entierros y la práctica de pedir limosna.
Subordinada a la enseñanza
religiosa recibió en este centro mitad reformatorio, una formación por la que
se libra del analfabetismo y le dispone para seguir estudios en el colegio de
los jesuitas con la ayuda de dos mecenas: los mercaderes Rodrigo de Dueñas y Pedro Cuadrado,
compaginando sus estudios con un trabajo asistencial en el hospital de Nuestra
Señora de la Concepción de Medina, especializado en la curación de enfermedades
venéreas.
La educación recibida en
Medina permite su ingreso en la Universidad de Salamanca y es a los veintiún años
de edad, cuando a Juan de Yepes la vocación religiosa lo lleva a ingresar en los Carmelitas de Medina,
con el nombre de Juan de Santo Matía,
renunciando a la ordenación sacerdotal paso previo necesario para ser nombrado capellán del
Hospital y que hubiera solucionado los apuros económicos de la familia. La
decisión evidencia ya su tendencia a la vida contemplativa.
Este acercamiento a Juan de la Cruz me ayudó en la lectura
de El mudejarillo y a recrear la
época y ambiente en que se desarrolló su vida. Queda ahora disfrutar de los
rasgos poéticos que Jiménez Lozano nos regala.
lunes, 2 de noviembre de 2015
HABLAR DE SI MISMO, FÁBULA, CRÍTICA. El coloquio de los perros, Novelas ejemplares, Miguel de Cervantes.
-¡No te lo vas a creer!
Rebuscando en unas carpetas antiguas, ¿sabes lo que he encontrado? Es igual, ni
lo intentes. ¡No vas a acertar! Anda, di, di, ¿ves cómo no? ¿te rindes?...
-[¿…?]
-¡Lo sabía!: un libro
viejísimo de fábulas de Iriarte, lo he abierto al buen tun tun y a que no
aciertas cual ha salido la primera, ¡bah! Ni lo intentes: la de los dos conejos
¿recuerdas?, sí mujer sí: la de galgos o podencos. De pequeña me la sabía de
memoria.
Por entre unas matas,
seguido de perros,
no diré…
-Vale, vale. ¡No irás a
recitarla entera!
-Porque no la recuerdo
toda, que si no…, estaban muy bien, didácticas, con su pequeña moraleja y todo.
-Eran otros tiempos en los
que tal vez había que decir cómo pensar
o cómo escribir.
-También eran otros tiempos
los de Cervantes: lee El coloquio de los
perros y verás.
-Lo he leído y no es lo
mismo
-¿No?
-No. A primera vista parece
un cuento de animales, pero Berganza es por decirlo de alguna forma un remedo del
mismo Cervantes, no podemos olvidar su azarosa vida. Y Cipión a quien Berganza
llama hermano es como la voz de su conciencia que establece la razón sobre el
arte de escribir. Estoy de acuerdo contigo en que Esopo y Apuleyo están antes que
Cervantes, pero él se sirve de los perros para contar su vida, o mejor dicho,
de su visión y postura ante la vida que le tocó en suerte. Bajo el concepto de “ejemplar”
pudo en sus novelas censurar y desahogarse de la injusticia, la mala suerte y
de la falsedad de los hombres. No es una historia de animales, se trata de
apuntar que en ocasiones los perros son más humanos que los hombres y estos más
perros que los perros.
-¡Bueno! ¡Vaya parrafada!
-Perdona, pero es que me
lanzo. Leyendo de esta forma apreciamos algo importante y es que no hay acritud
en Cervantes al escribir El coloquio.
Sitúa el punto de vista por encima de injusticias y falsedades con tono de
tristeza.
-Pues a mí, la escena de la
moza hermosa que le quita la espuerta con la carne, me recuerda a la fábula El cuervo y el zorro de Samaniego.
-Será por lo que a zorro/a
se refiere, porque lo que realmente censura es que Berganza resulta castigado
por lo que otros hicieron.
-Y ya que te has puesto
didáctica. ¿Qué me dices del episodio de los pastores?
-Berganza abandona los rebaños
con tristeza y desencanto; los tres pastores en los que el dueño confiaba
incumplen su deber culpando a quien sí cumplía. La situación se asimila a la de
los robos de los comisarios reales que hacían recaer la falta sobre sus
inferiores indefensos por falta de audiencia. Muy interesante y actual es la
referencia a los estudiantes de medicina. Los perros entienden mejor que los hombres
la lógica de que la sociedad prepare profesionales en función de sus
necesidades, no por moda o pública vanagloria.
-Vale, pero y de la alusión
a los gitanos que me dices, hoy sería motivo de escándalo.
-Tú lo has dicho. Hoy. Eran
tiempos y sociedades distintos, Cervantes trata de disipar el halo romántico y
los condena por lo que hasta no hace mucho tiempo era socialmente admitido. En
los pueblos cuando pasaba una caravana de gitanos sus habitantes se avisaban
unos a otros y encerraban las gallinas. Pero no es aquí, aunque lo parezca
donde reside el núcleo del mensaje, sino en la falta de fe. Condena a la etnia
sin reprimirse:”¡Oh cuantas y cuáles cosas te pudiera decir, Cipión amigo desta
morisca canalla si no temiera no poderlas
dar fin en dos semanas!”. Para añadir a
renglón seguido: “Por maravilla se hallará entre tantos uno que crea derechamente
en la sagrada ley cristiana”. Cervantes manifiesta abiertamente su pasión por
el Cristianismo.
-Iba a decirte, en tono de
broma por supuesto, que admito pulpo como animal de compañía, pero me has
convencido. Los protagonistas son animales, no es fábula, pero... ¿no es algo inverosímil?
-Quiero imaginarme a
Cervantes tras escribir la primera parte de El
Quijote con la idea, aparentemente
disparatada, del diálogo de los perros de Mahudes ¿cómo hacerla verosímil? Para don Miguel no hay problema la dota admirablemente
de verosimilitud con el Alférez Campuzano y el Licenciado Peralta en la novela previa El
casamiento engañoso con la que concluye El
coloquio.
* * *
"Los discretos perros
callejeros Cipión y Berganza, que fueron bendecidos por el don del habla
durante una noche, cosa sobrenatural y jamás vista, no pudieron gozar de los
adelantos que disfrutan sus actuales congéneres de cuatro patas del siglo XXI".
Ramón Fontseré adapta El coloquio de los perros, de Cervantes
para Els Joglars bajo el marchamo de:
“el absurdo del mundo bípedo”.
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