Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 28 de enero de 2016

PERSONAJES EN BUSCA DE AUTOR. El alcalde de Zalamea de don Pedro Calderón de la Barca

El Teatro de la Comedia reabre con el drama de Zalamea

"La Audiencia Nacional ha absuelto por falta de pruebas a José Ramón Márquez, y a tres directivos de la Sociedad General de Autores (SGAE) a los que se acusaba de sustraer fondos de la entidad a través de facturas falsas. Una vez examinadas todas las pruebas, la sala concluye que “no puede asegurar con la certeza que requiere un pronunciamiento de condena” las acusaciones de la Fiscalía, por lo que debe imponerse el principio in dubio pro reo (en caso de duda, a favor del reo) habitual en casos de pruebas consideradas insuficientes".
Reyes Rincón El País (Cultura), 12 ene 2016

La primera versión de El alcalde de Zalamea atribuida a Lope de Vega representada por la compañía de Antonio de Prado en 1636 ha condicionado en cierto modo a la obra de Calderón publicada por primera vez en 1651 con el título de El garrote más bien dado. Concedido que el primer alcalde sea anterior al de Calderón la discrepancia en autoría y título permanece a pesar de la opinión -hoy se puede afirmar que desmesurada- de Menéndez Pelayo y otros, afirmando que la personalidad y proceder de Pedro Crespo, ya estaban contenidos en la primera, otorgando la creación a Lope y dejando a la obra de Calderón el valor de un mero ejercicio literario, es decir, de copia.
En función de estudios más modernos hay razones para pensar que el título primero de El alcalde de Zalamea atribuido a Lope debió ser: El más justo juez, deducido esto, del último verso de la comedia:
Pues con esto, Señor, ven
dando fin a la comedia
pues premias tan justo juez
Por tanto la adjudicación a Lope  y el cambio de un título por otro podrían obedecer a la estrategia de un avispado editor que entre 1636 y 1650 hiciera provecho del nombre del primero y la popularidad del Pedro Crespo calderoniano. A nadie se le escapa que una obra no se aprecia igual con un título y un autor, que con otro. También pudiera ser que el cambio de título fuera obra de la compañía de Antonio del Prado, primer autor que representó la obra del fenix.
La migración de títulos viene de largo, es anterior a la SGAE, baste recordar la también discutida autoría y título de El convidado de piedra de 1630 que tiene como precedente a Tan largo me lo fiáis de 1617.
Dejando al margen la oportunidad del título, la obra de Calderón supera con creces al modelo atribuido a Lope. En este se representa el drama de un alcalde que imparte justicia desde una figura simple y hasta cómica, las dos hijas de Pedro resultan un tanto casquivanas, y de ninguna forma se plantea el conflicto jurisdiccional.
Calderón escribe un drama nuevo con la referencia de una misma historia: Pedro Crespo aparece más digno y noble, las dos hijas se reducen a una y virtuosa. Juan, el hijo, aporta la muestra del respeto paterno y la concepción juvenil del honor. Don Lope de Figueroa y el capitán aparecen sin grandes cambios, Rebolledo y la Chispa ponen  la nota pícara. Hay diferencias sobradas.
No procede por tanto el principio in dubio pro reo.  No estamos ante una refundición de la atribuida a Lope. Don Pedro Calderón de la Barca, partiendo de la historia y los rasgos característicos de algunos personajes crea  una nueva obra nacida con un título y aclamada con otro, en la que la sencillez y la verdad son el resultado de un  calculado proceso.

Pedro Crespo, Juan, Isabel, Inés, Don Lope de Figueroa, Don Álvaro de Ataide, seis personajes encontraron en  Don Pedro Calderón de la Barca al mejor autor

domingo, 24 de enero de 2016

HONOR, ESA GRAN PALABRA. El alcalde de Zalamea de don Pedro Calderón de la Barca


Honor, una gran palabra con muchas acepciones y casi tantos modos de entenderlo como entendedores, suele interpretarse subjetiva o colectivamente en función del mérito el heroísmo, la ascendencia y -particularmente en las mujeres- en función de la conducta sexual.
Pero… ¿qué es el honor? Por honor se corta un dedo o una mano, por honor se hace el harakiri. Un kamikaze actúa por honor, por honor se da y se quita la vida. El honor llevado al límite, como muestra Cervantes en Don Quijote, conduce al ridículo. Hoy, el honor se ve como algo caduco, como una reacción absurda.
En el teatro barroco español, tres eran los temas fundamentales: el amor, la religión y el honor. Calderón de la Barca recoge en El alcalde de Zalamea un duelo entre el honor y dignidad personal de Pedro Crespo y el honor corporativo del general Lope de Figueroa y el capitán Álvaro de Altaide por el robo del honor a Isabel. Don Lope y el capitán entienden el honor como consecuencia del nacimiento y la posición social. Pedro Crespo tiene una concepción distinta: el honor de un villano descendiente de campesinos libres  es patrimonio del alma y esta sólo es de Dios. El honor no reside en la sangre.
Calderón pone  de manifiesto una vez más en El alcalde de Zalamea su preocupación por la relación del hombre con Dios en un drama de alta concepción moral que, no por muy conocido especialmente en su versión escénica, resulta  menos fascinante como lectura.


viernes, 22 de enero de 2016

UNA OLIGARQUÍA SIN PAPEL SOCIAL: Los pazos de Ulloa, Emilia Pardo Bazán


Tal vez sea justo aceptar en Los Pazos de Ulloa de doña Emilia Pardo Bazán reminiscencias folletinescas que entiendo presumiblemente calculadas y de obligado cumplimiento, en aras de conseguir el objetivo propuesto.
Pongamos que una mujer, joven, rica, aristocrática, esposa y madre, pretende mediante una novela,  si no suscitar un debate, sí al menos mostrar determinada realidad social, política o moral no muy ortodoxa. Pongamos que en 1887 el 52% de la población masculina mayor de 10 años (3,5 millones de hombres) no sabe escribir, pongamos así mismo que el 77% de la población femenina con más de 10 años (5,3 millones de mujeres), tampoco sabe escribir. Pongamos entonces, que no es en este estrato social donde la novela encontrará  el núcleo necesario de lectores. Nuestra aristocrática autora es seguida por otro modelo de lector: aristocracia, burguesía, clero…, en consecuencia si la pretensión es cuestionar la vida y milagros del posible -literalmente único- cliente, aquel que no ha sabido, o no ha querido, conservar su función social pero sí mantener la ociosidad,  la irresponsabilidad y en muchos de los casos la violencia, la narración debe estar exquisitamente calculada no sólo para que se venda, principalmente para que se atienda y se entienda un mensaje hasta entonces nunca lanzado.
Emilia Pardo Bazán, mujer, joven, rica, esposa y madre, en 1886 con el recuerdo de observaciones realizadas durante años deja constancia de la desaparición de ideas sociales de una burguesía tal vez paternalista vigentes años antes, y en el recorrido su mirada topa con nuevos grupos: a una clase de curas de pueblo codiciosos, oportunistas e ignorantes ha de sumarse, consecuencia de la falta de dirigentes capaces, otro elemento social: el cacique embrutecido salido del pueblo capaz de imponerse por la fuerza el miedo y la usura.  Su patrimonio aumenta con el hurto, la obediencia que le prestan responde al miedo  y con la coacción, interviene en la vida política de la comarca.

Todo esto  era real en 1886. En Los Pazos de Ulloa asistimos a lo que fue la autoaniquilación de la clase dominante a través de una novela  que podremos tildar de folletinesca, definir como de tesis, o hasta  adjudicarle, a no ser por la escasa presencia del “pueblo llano” el calificativo de social . Esto había que decirlo como lo dijo doña Emilia, o de otro modo. Pero mejor así. En cualquier caso estamos ante una gran novela, que hace pensar.

sábado, 16 de enero de 2016

CUADROS DE UNA EXPOSICIÓN: Los pazos de Ulloa, Emilia Pardo Bazán


Modest Mussorgsky creó, para piano, "Cuadros de una exposición"  a raíz de la visita que el músico hizo a la exposición póstuma de su amigo Víktor Hartmann. El compositor quiso pintar en música algunos de los cuadros expuestos. Fue más conocida la versión orquestada por Maurice Ravel
Apenas traspasado el umbral de la sala, el transeúnte pierde su condición en favor de la contemplativa. Inmerso en esta y dependiendo de la obra, el marco que la acoge, los matices, tonos, composición, color, significado, son percibidos de diferente forma por cada visitante en función de él mismo, su estado anímico y la disposición con la que acude a la exposición.

Doña Emilia Pardo Bazán reúne en Los Pazos de Ulloa, el atractivo de una colección de pintura cargada -ya lo dijimos- de intriga y dramatismo. A este  lector, visitante reincidente de la muestra, le llama hoy la atención, el trazo de algunas pinceladas no apreciado en ocasiones anteriores.

El abad de Ulloa al cual veía [Julián] con más frecuencia no le era simpático por su desmedida afición al jarro y a la escopeta.

Doña Emilia pinta a los abades como rudos y desaliñados en su aspecto, proclives al buen comer y mejor beber, no muy estrictos en cuestiones amatorias, hombres, antes que sacerdotes. Este modelo tan frecuente en la literatura popular encierra la realidad histórica y social del clero rural, más aldeano que burgués, más positivo que idealista, frecuente en fiestas y banquetes y partícipe en campañas políticas.

Y la mesa estaba imponente. La rodeaban unos quince curas y sobre ocho seglares entre ellos […] el famosísimo cacique conocido por el apodo de “Barbacana” […]  su rival el cacique “Trampeta”…

En el cuadro de los caciques  el conservador Barbacana  y el  liberal Trampeta, al igual que los abades en la religión, personalizan una peculiar forma de entender la política, imponiendo el miedo y la manipulación en la comarca. Arbitrarios, hipócritas y vengativos rememoran el feudalismo de la nobleza rural, convirtiendo en su caso a Cebre en un pequeño infierno. Su enfrentamiento alcanza tonos esperpénticos, sus actuaciones: crítica implacable contra los sistemas electorales.

Lucía el casino entre su maltratado mueblaje un caduco sofá de gutapercha, gala del gabinete de lectura: sofá que pudiera llamarse sofá de los maledicentes, pues allí se reunían tres de las más afiladas tijeras.

No olvida doña Emilia en esta novela, preñada de alusiones a la naturaleza, a las capitales de provincia; retrocediendo unos años, el párrafo nos sitúa en otro casino: el de  La Regenta de Clarín. El tiempo de permanencia de Pedro Moscoso en Santiago traza la vida de una ciudad provinciana, donde el casino aglutina la vida de la “clase bien”, convertido en centro de ocio, lugar de juego, tertulias, cambalaches políticos y principalmente centro de cotilleo. El deporte rey es, echar leña al fuego de las vergüenzas ajenas  olvidando las propias. El honor o la deshonra se gestan en el casino.

Sufrido lector: el cuadro costumbrista de Los Pazos presenta infinidad de matices. Tú, que nos visitas con alguna frecuencia, apreciarás tras la lectura de Los pazos, otros diferentes o contrapuestos a los que aquí se muestran. En cualquiera de los casos, nos une el encuentro en la sala Ulloa y justamente, cómo no, la diferencia en las apreciaciones. Gracias por llegar hasta aquí. Doña Emilia Pardo Bazán, quiso pintar con letra la realidad social de una época.


viernes, 8 de enero de 2016

Y LOS SUEÑOS, SUEÑOS SON


El sueño (Pablo Picasso)

Al principio cuando el conflicto parecía improbable porque nunca antes se había presentado, no se le ocurrió pensar en el futuro ni en convivencias pasadas. Sólo acertaba a comprobar cómo, circunstancias triviales, justas y razonables, según su entender, interpretadas desde otro punto de vista podían dejar cierto regusto amargo en la copa de un deseo.

Como pareja, siempre pensaron -y a ello dirigieron sus esfuerzos- en una casa suficiente. Cada uno su habitación, su espacio, su necesaria intimidad. Salón y comedor, para compartir días de familia. Todo ello, hace un tiempo, al principio.

Él era razonablemente ordenado para sus cosas, sus libros, su música, algún recuerdo y foto entrañable, especialmente aquella: un primer plano en blanco y negro que lo acompañó siempre en su mesa de trabajo.

Los hogares al principio se llenan, luego, por circunstancias normales de la vida se vacían –pensó nostálgico con el allegro de un Otoño de Vivaldi como fondo.

-        Tal vez sea el momento de transformar una habitación en cuarto de trabajo donde tener mis cosas. Sería el rincón que siempre me gustó tener. Ahora que los hijos se han ido es posible. Conservaré el sofá-cama por si hace falta. Llevaré el equipo de música y el estante para libros. Sólo necesitaré comprar un flexo.

-      ¡Papá! ¿Y...qué harás cuando vengamos todos? ¡Así habrá una habitación menos!

               ¿Qué es la vida? Un frenesí.
               ¿Qué es la vida? Una ilusión,
               una sombra, una ficción,
               y el mayor bien es pequeño:
               que toda la vida es sueño,

               y los sueños, sueños son.

Obviamente: Don Pedro Calderón de la Barca

jueves, 7 de enero de 2016

ARMONÍA, INTERÉS Y DRAMATISMO EN EL MARCO NARRATIVO: Los pazos de Ulloa, Emilia Pardo Bazán



Armonía, interés y dramatismo conforman Los Pazos de Ulloa desde el primer capítulo gracias a la técnica narrativa de doña Emilia Pardo Bazán. 
El marco, las perspectivas dispares de los habitantes del pazo, los primeros enfrentamientos que sus actitudes producen, dan lugar al conato  de huida del cura Julián. La agresión del marqués a su concubina, la sumisión de esta a la autoridad de Primitivo y su posición dominante –por encima de la del marqués- en el pazo, son el prólogo explicativo de un drama anunciado. La acción, a partir de este punto, se entrelaza y complica en continuas transiciones que, en deliberada espera, aumentan el interés dramático mostrando las reacciones de los personajes hasta que, con el nacimiento de la hija de Nucha, el desenlace adquiere una forma teatral:
En medio de su doloroso vértigo oyó una la voz que le pareció resonante como un toque de clarín… La voz decía algo. Julián entendió únicamente dos palabras:
-      Una niña
A partir de aquí, el estado físico y moral de Nucha, el entorno, la atmósfera creada, todo, hace presagiar el drama. Sabel vuelve a gozar del favor del amo, Nucha descubre los orígenes de Perucho y como colofón doña Emilia introduce la intriga sentimental entre Nucha y el capellán. Es necesario destacar como, el dramatismo se ve atenuado con escenas de contraste introducidas en la narración como la parte dedicada a la caza con las exageraciones propias del gremio y la utilización de Julián como elemento jocoso; o el tema de las elecciones y la política local con lo que, utilizando el fracaso político del marqués como punto de apoyo, se introduce de nuevo el drama: Nucha se ve obligada a permanecer en el mundo hostil de los pazos.
Armonía, interés y dramatismo.

Imagen: El vagón de tercera clase (Honoré Daumier)