A
veces, algunas veces, pocas y fugaces, sentimos la necesidad de cambiar el
sentido de nuestra vida, de actuar sin red ni espectadores. En ese corto
espacio de tiempo, soñamos ser uno mismo apostando por otras formas de vida.
Parece imposible –pero así es– que cueste tanto apartarse de la corriente
tentadora y fácil de lo cotidiano, el paso del tiempo moldea nuestra vida
cuando tendría que ser esta la que se adaptase a nosotros siquiera un poco,
dejándonos con nuestros errores, sueños e ilusiones. Pero no. Cuando intentamos
salir del guion, nos señalan el espacio que tenemos reservado y la nave de
nuestra ilusión hace agua. En este
punto, pensamos que es una (otra más) batalla perdida. Pero tampoco. En esas
ocasiones, pocas y fugaces en las que en la casa encendida comprobamos que
todas las cosas están exactamente colocadas donde estarán dentro de un año,
justo entonces, debemos arrinconar miedos, abandonar monotonías de vida
aburrida, reuniones protocolarias, rincones favoritos, indumentaria
convencional, relaciones impuestas…, cruzando aun contra corriente, a la orilla
opuesta en busca de la luz. Solo así podemos salvarnos. Porque todo es igual y
tú lo sabes.
Porque
todo es igual y tú lo sabes,
has llegado a tu casa, y has cerrado la puerta
con ese mismo gesto con que se tira un día,
con que se quita la hoja atrasada al calendario
cuando todo es igual y tú lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y, al entrar,
has sentido la extrañeza de tus pasos
que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
y encendiste la luz para volver a comprobar
que todas las cosas están exactamente colocadas como estarán dentro de un año;
y después,
te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
y te has sentido solo,
definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes.
has llegado a tu casa, y has cerrado la puerta
con ese mismo gesto con que se tira un día,
con que se quita la hoja atrasada al calendario
cuando todo es igual y tú lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y, al entrar,
has sentido la extrañeza de tus pasos
que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
y encendiste la luz para volver a comprobar
que todas las cosas están exactamente colocadas como estarán dentro de un año;
y después,
te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
y te has sentido solo,
definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes.
Fragmento de La casa encendida,
de Luis Rosales.
4 comentarios:
Me gusta mucho tu post Paco.
Esta entrada es una maravilla. Luis Rosales fue un gran poeta injustamente olvidado ahora.
Y sí, a veces hay que pararse a cambiar para ser, sobre todo uno mismo.
Con nostalgia de ti, Paco.
Todo cambia y todo permanece. Feliz verano Paco.
Justamente por esto, es tan importante poder salir
de la zona de confort en la que tan cómodamente
solemos instalarnos y eso significa dos cosas:
Cambio y crecimiento.
Besos x 2 y muy feliz verano, Paco y B.
Publicar un comentario