Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

viernes, 1 de julio de 2011

Bécquer y la óptica emotiva


Resulta sencillo y tentador para el lector ver las Rimas a través de la  misma óptica emotiva,  que Campillo, Ferrán etc. impusieron al  preparar la primera edición; no en vano, el vaso del poeta contiene amores, desengaño y muerte. Para este “avisado lector” la dificultad reside en intentar cambiar la óptica:

Rima 46 (X) (”Los invisibles átomos del aire...”)  ese amor inexplicable, intangible puede ser la poesía.

Rima 51 (XI) (“Yo soy ardiente, yo soy morena…”)  esa mujer imposible, incorpórea, podría simbolizar la poesía.

Rima 50 (XVII) (“Hoy la tierra y los cielos me sonríen…”)  poesía y poeta se han encontrado, la poesía  llena de luz y calor su alma.

Junto a estas Rimas evanescentes con sabor a poemas de amor vemos otras con digamos un cambio de tono:

Rima 7 (XXVI) (“Voy contra mi interés al confesarlo…”)  no es posible ignorar el tono sarcástico con que se critica al poeta que, por dinero que degrada la poesía.

Rima 16 (XLII) (“Cuando me lo contaron sentí el frío…”)  reflejo de una trágica experiencia, ¿amorosa?, ¿existencial?, quizá creativa…

Rima 47 (LXV) (“Llegó la noche y no encontré un asilo…”)  el desamparo creativo continúa y  hace mella en el poeta sumido en  revueltos pensamientos. El mundo es un desierto.

No hay razón para dejar fuera de estas líneas, la celebérrima:

Rima 38 (LIII) (“Volverán las oscuras golondrinas...”) el poeta marca contrastes  y paralelismos entre la inamovible realidad del mundo, (golondrinas, madreselvas, amor) y la vivencia personal, que puede ser similar, pero nunca la misma.

Sé que puede parecer cursi terminar con las tan traídas y llevadas golondrinas; no he podido -ni querido- resistir la tentación, sirva la decisión de homenaje a la rima  que de algún modo ha colaborado para que Bécquer sea más conocido.




9 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Una cosa previa: el lector tiene todo el derecho a construir su Becquer. Y, como bien dices, para bien o para mal, esta ordenación ayudó a la popularidad becqueriana. ¿Se hubiera seguido leyendo a Bécquer sin ella y hubiera motivado a Darío o Juan Ramón o Machado? Interesante pregunta.

matrioska_verde dijo...

¿cómo obviar las golondrinas?, imposible.
y a mí no me parece cursi, hay que retrotraerse a la época en que Bécquer las escribió, estudiar la belleza desde la óptica de aquellos tiempos.

a mí me siguen pareciendo muy hermosos esos versos.

biquiños,

Abejita de la Vega dijo...

Cuesta darle la vuelta al Bécquer tópico. En esta lectura ha habido pocas golondrinas y pocas arpas silenciosas. Se la hemos dado.

Buen trabajo, Paco.

Besos

MIMOSA dijo...

Cuando siendo muy niña, en una de nuestras visitas a la tierra de mi padre, nos quedamos alojados en el Hotel Bécquer, en la puerta de la entrada, le pregunté a mi padre si ese señor era tan importante como para tener su propio hotel, y él me recitó su rima:
"Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
.........
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar...
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar..."

Comprendí que sí que era muy importante, tanto para guardarlo en el corazón y en mis recuerdos.
Hoy al leerla, comprendí aquella manera de amar de mi padre.

Esta es mi óptica emotiva, gracias por tu entrada.
Besos.

Marina dijo...

Un amigo bloguero ha dejado el blog medio dormido por vacaciones, pero dice que volverá, este es el comentario que le he dejado... y es que, mi querido Paco, las glondrinas de Becker son muchas golondrinas.

"Claro...Volverás.

Como las oscuras golondrinas
Como el agua para regar
Como el sol en cada amanecer
Como el despiste del niño dormido
Como el Príncipe a Cenicienta...

Y yo, otra vez con el ala en tus cristales, jugando llamaré.

Con el permiso de Gustavo, por supuesto".

Y a tí mi querido Alfoz, muchos besos (compártelos)

pancho dijo...

Pocos poemas se han escrito con la perfección y equilibrio formal de la rima LIII (38), sólo al alcance de los elegidos. Ahí quedó de modelo poético para generaciones de poetas. Pura metáfora de la vida, el amor y la muerte oscura como golondrinas que se renuevan.

Un abrazo.

Myriam dijo...

Como las golondrinas de un lado a otro con el cambio de estaciones he vivido y las de Bécquer me han acompañado.

Besos

Gelu dijo...

Buenas noches, Paco Cuesta:

Has hecho un buen trabajo poético en esta entrada, bien rematado con el dejarte llevar por la tentación de traernos las golondrinas.
Me quedo con las palabras del Profesor Ojeda, y el gusto por la obra que aprecio en todos los comentarios.

Y en cuanto a lo de parecer cursi,
recojo lo que escribió Bécquer a sus suegros en el momento del estreno de la zarzuela Clara de Rosemberg: "A mí me importa un rábano tanto de los que alaban como de los que censuran..."
Pues eso.

Saludos.

Kety dijo...

Cuánto estoy aprendiendo, y cuanto me alegro de este círculo tan especial.

Un abrazo