Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

lunes, 30 de noviembre de 2009

El titiritero. El Quijote Cap. 25/2

En la primera parte de éste capítulo se recoge una de las características más arraigadas en nuestros pueblos: La calificación o descalificación de las personas adjudicándoles un mote ("el negro", "el pelao", "el perchas", "los tordos"). Los protagonistas de ésta historia, cargaron con el mote correspondiente a su habilidad.
 Una vez más, Cervantes, muestra con precisión los costumbrismos del pueblo, en todo el capítulo, primero con la búsqueda del asno, y más adelante, describiendo usos y costumbres de la época, que "no ha mucho tiempo" coexistían con nosotros. Es el caso de Maese Pedro, predecesor de los teatros ambulantes y de los charlatanes de nuestros pueblos y mercados, que al igual que él, se solían acompañar de algún animal - oso, cabra, serpiente - que poseía raras habilidades, con lo que se corrobora el dicho de " un tonto engaña a ciento, si le dan lugar y tiempo".
La conversación en un aparte de Don Quijote y Sancho, tiene como siempre matices interesantes, presuponiendo un pacto con el diablo al titiritero, cuando posiblemente sólo fuese un poco de picardía y astucia para manejar adecuadamente la ley de probabilidades.
Mención aparte y digna de un mayor estudio son las  frases sobre el mono que no es astrólogo y la incapacidad de alzar figuras. Éstos términos nos llevan hasta los actules videntes y profesionales del tarot, a los que normalmente " su abuela " les transmitió el don de interpretar el horóscopo y el futuro de una persona.

7 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Querido Paco: veo ahora esta entrada tuya sobre el Quijote. Con tu permiso, daré noticia de ella en las noticias del Quijote, el próximo lunes. Un abrazo.

Merche Pallarés dijo...

Muy interesante aportación. Bienvenido a nuestra tribu quijotesca. Besotes, M.

Antonio Aguilera dijo...

Bienvenido estimado Paco a la peña quijotesca.

Es cierto lo que dices, que en los pueblos y campos de España habìa una suerte de "santones" o curanderos que todo lo sabìan. Por mi tierra, sobre todo, los que curaban el "mal de ojo".

Enhorabuena por el texto, y recibe un abrazo

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

me alegro que te agregues a la peña quijotesca.... creo que entre todos hacemos más grande esta aventura y homenaje a nuestro autor...un abrazo...te agrego en breve a mi blog..te daré noticia... un abraZO

Myriam dijo...

También me alegro de tu incorporación y te doy la bienvenida al club!


Saludos

Paco Cuesta dijo...

Gracias: intento aprender de todas/os vosotras/os con la ayuda del profe Pedro.
Un abrazo

Camila dijo...

Recuerdo que hace mucho leí este libro y me gustó mucho. Quisiera tener la posibilidad de encontrar alguna versión por internet para descargar a mis celulares lg y tener la opción de cuando estoy aburrida en el colectivo, ponerme a leer