Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 24 de enero de 2019

Sobre el difícil parentesco entre novela e historia. Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Vicente Blasco Ibáñez



Dos meses después de estallar la Guerra Europea comienza a publicarse en el diario El Pueblo de Valencia la serie de cuadernos semanales Historia de la guerra europea. Vicente Blasco Ibáñez, su autor, es consciente de que no está narrando desde la independencia y la imparcialidad. No. No busca historia es una acción de propaganda francófila sin apoyo oficial. Consecuencia de ello, y ahora sí con ayuda francesa, visita puestos avanzados del frente, las ruinas del pueblo del Marne y el cuartel general del 5º ejército en Reims vetados a cualquier civil incluso francés. Este fue el comienzo de Los cuatro jinetes del Apocalipsis.

Tras la amarga experiencia de la aventura americana en que dejó prácticamente todo su patrimonio, Blasco ya no es el escritor de novelas sin tendencias políticas; sigue defensor de lo que entiende como causas nobles y opuesto sin fisuras a quienes opinan lo contrario. Asentado en este criterio concibe Los jinetes, obra partidista y aliadófila escrita con la espontaneidad e indignación de quien ve –como ocurriera en otros muchos casos– a los franceses como «buenos» y a los alemanes como «malos». El lector indulgente y consciente de que novela e historia no son la misma cosa verá en la obra una realidad en la que todos pierden.


Imagen Wikipedia

2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué acertada entrada, Paco. Y estoy de acuerdo con su final: todos pierden. Las causas están muy claras para Blasco Ibáñez pero en las consecuencias el dolor es general.

Abejita de la Vega dijo...

Blasco Ibáñez escribe con la emoción de quien narra lo que está viviendo...y se ha comprometido a ello. La narración de la guerra no deja de ser una inmensa obra de arte. Sin fisuras, los malos y los buenos, como dices. Con un ritmo trepidante.