Cuando
en la segunda parte del Quijote Sancho
consigue que sobrina y ama le dejen entrar en la casa y comunica a su amo que «andaba
ya en libros la tan grande como puntual historia de El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha» (II, 2), no era
consciente de que estaba sentando las bases para futuros viajes de gran
envergadura.
El
primero fue a Barcelona evitando Zaragoza para no ver amenazada su identidad
por un personaje de otra obra que se dirigía a la capital del Ebro para
participar en unas justas.
Cuatrocientos
años más tarde don Quijote de la Mancha impulsado por las «divinas leyes de la
aleatoriedad», aparece en Manhattan.
Caballero
y escudero llegan de la mano –o con la complicidad– de Marina Perezagua un
tanto desconcertados pero, con la también divina capacidad «de entender
un idioma que nunca antes habían escuchado», a una boca de metro:
-Mira
Sancho amigo –dice don Quijote señalando una pancarta– Jesús te ama.
-No es necesario que traduzca vuestra merced –dijo Sancho– ya lo he entendido.
-No es necesario que traduzca vuestra merced –dijo Sancho– ya lo he entendido.
Y
así, de esta guisa, recorreremos en un primer intento con la pareja cervantina y Marina Perezagua de cicerone, las calles de Nueva
York desde Queens hasta las Torres Gemelas.
4 comentarios:
Ya lo comencé a leer y.me está gustando mucho: está muy bien escrito y es divertido.
Besos
Veamos hasta dónde nos llevan estos dos personajes tan queridos por nosotros, Paco. Promete la experiencia, ¿verdad?
Se nota que somos españolitos y que eso de hablar y entender las lenguas siempre nos produce admiración, je je.
Sabemos que tanto don Quijote como Sancho eran capaces de entender el catalán, un poco más allá de las convenciones literarias, así que poco ha de extrañarnos que se manejen bien en inglés. ¿Aparecerá el espanglis en la novela?
Andarán en libros y no dejarán de sorprendernos.
Un abrazo Paco.
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