Clamor
de multitudes y ríos de tinta propugnan cual bálsamo de Fierabrás, «diálogo», «habilidad»,
«mesura», «mano izquierda», «mediación», para los males de nuestra sociedad. El
que leyere Novelas y Desengaños encontrará en el
planteamiento feminista de María de Zayas el ejemplo a seguir para como reivindicar,
con firmeza y elegancia, solución a situaciones escabrosas enquistadas en el
tiempo.
Aristóteles
(384 a.C.-322 a.C.) afirmaba que la mujer es un «animal imperfecto», «un hombre
mutilado», a su juicio, por tanto un ser no terminado, carente.
Castilglione
(1478-1529) en el tercer libro de El
Cortesano, explica: «el hombre es comparado a la forma y la mujer a la
materia; y por eso así como la forma no solamente es más perfeta que la materia
[…] así el hombre es mucho más perfeto que la mujer».
Cervantes
(1547-1616) contemporáneo de Zayas (1590-1647?) en El curioso impertinente dice por boca de Lotario: «mira amigo que
la mujer es un animal imperfecto».
Cierto
es que hay que situarse en la época para juzgar esta preeminencia
masculino-patriarcal pero no lo es menos que la mujer del XVII seguía "ostentando" junto con la reproductora
las funciones de hilar, bordar, cantar… y excluidas la escuela y la
universidad. Como afirma María Teresa Cacho: «los hombres pensaban que era más
fácil de guardar una mujer iletrada, y que las letras proporcionaban deseos de
autonomía y libertad» (La educación
femenina en el Siglo de Oro).
Desde
este contexto los lectores de Novelas
y Desengaños constatan como María de
Zayas da una vuelta de tuerca a la superioridad masculina cuando asegura que
los hombres se han situado al nivel de las mujeres afeminándose:
Pues ¿qué ley humana ni divina
halláis, nobles caballeros, para precipitaros tanto contra las mujeres, que
apenas se halla uno que las defienda cuando veis tantos que las persiguen?
Quisiera preguntaros si cumplís en esto con la obligación de serlo y lo que
prometéis cuando os ponéis en los pechos las insinias de serlo, y si es razón
que lo que juráis cuando os las dan no lo cumpláis. Más pienso que ya no las
deseáis y pretendéis sino por gala, como las medias de pelo y las guedejas. ¿De
qué pensáis que procede el poco ánimo que hoy todos tenéis, que sufrís que
estén los enemigos dentro de España, y nuestro Rey en campaña, y vosotros en el
Prado y en el río, llenos de galas y trajes femeniles, y los pocos que le
acompañan, suspirando por las ollas de Egipto[1]?
(Desengaños, pág., 267).
Era
difícil y escabroso pero lo consiguió, “solo” hacía falta la habilidad de la "Sibila
de Madrid". ¡Qué no es poco!
[1] Se
utiliza para recordar o referirse a tiempos o circunstancias pasadas y mejores:
Moisés trataba de mantener
vivo el espíritu del pueblo y, a cada paso, hablaba de la tierra prometida. "Ojalá
hubiéramos muerto a manos de Yahvé en tierra de Egipto, cuando nos sentábamos
en torno a las ollas de carne y comíamos pan en abundancia”.
4 comentarios:
Excelente perspectiva para abordar esta lectura. ¿Hasta dónde llegó el silencio sobre una autora relevante en la historia literaria española? Mujer y escritora de éxito... parece que fueron las razones.
Gracias por este arranque, querido Paco.
Los hombres que se adornaban no era para parecerse a las mujeres, pienso, sino al contrario, para ser más machos. Tengamos en cuenta que en las especies animales son los machos los más vistosos para atraer a las hembras. El pavo real es un buen ejemplo.
Una mujer que escribía y que no se casó nunca. ¡Y qué fea la pintan!
Buen trabajo, Paco. Besos.
¿Qué son los vestidos masculinos, femeninos o feminiles? Culturalmente hemos asociado los colores y las joyas con los vestidos femeninos, por no hablar de que el torero se viste de luces para encelar feminilmente al toro, según dicen los que de esto entienden, pero no hay más que darse un garbeo por los museos para ver que todo es relativo.
Bien lo ha visto Abejita cuando establece la comparación con el mundo de las aves: los colores y el canto, es lo que utilizan los machos para "rendir" a las hembras.
Trayendo las cosas al presente, en estos días oí comentar, con una cierta decepción, como Carme Chacón, cuando fue ministra de Defensa, se vistió de hombre en vez de mujer, para pasar revista a las tropas. ¿Qué es vestirse de hombre y qué es vestirse de mujer?
Un convencionalismo, querida Carmen.
Besos
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