Pide lo que
quieras –dijiste.
Y,
sí. Quisiera que me cambies una sarta de verdades por un ramillete de mentiras.
Dime
que hay un acuerdo entre políticos para mejorar la vida ciudadana; que se están
devolviendo los dineros de comisiones y “mordidas”; que ya no salen pateras al
Mediterráneo; que se trabaja duro en una Ley Orgánica de Enseñanza Igual para
Todos; que la gran velocidad está llegando a Vetusta del Páramo; que nuestro
índice de paro está por debajo del 3%; que ya no hay corrupción ni se viola y
abusa de la mujer; que nuestros niños, en fin, dejan las “maquinitas” en casa
porque pueden jugar libres en la calle. Que he rejuvenecido; que mis ideas son
geniales; que si te llamo para quedar y no contestas es por tu trabajo tan
absorbente, no porque te incordia mi palabra. Miénteme un ratito, llena mi vida
de mentiras. Odio esas (tantas) verdades taimadas que desbaratan el mundo como un “crochet” que se estrella en el rostro desmantelando el
cerebro. Necesito mentiras para, como en el programa de TVE (1964) reinar al
menos por un día.
Yo
sueño que estoy aquí,
de
estas prisiones cargado;
y
soñé que en otro estado
más
lisonjero me vi.
¿Qué
es la vida? Un frenesí.
¿Qué
es la vida? Una ilusión,
una
sombra, una ficción,
y
el mayor bien es pequeño;
que
toda la vida es sueño,
y
los sueños, sueños son.
― Pedro Calderón de la Barca, La Vida Es Sueño
3 comentarios:
¿O ilusiones?
Abrazos x 2 (verdaderos)
Con que se mejoren los cercanías, los trenes de media distancia y las comunicaciones con los pueblos, me contentaría en cuestión de velocidades.
Los sueños terminan cambiando el mundo, Paco. Soñemos.
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