El jardín de las delicias (El Bosco 1490-1500)
A
veces, algunas veces, el objetivo es romper con los esquemas establecidos. El
Romanticismo lo hizo defendiendo lo fantasioso, novelesco e irreal como
herramienta de insatisfacción ante un mundo que frenaba sus ansias amorosas,
sociales o patrióticas. Para ello volvió al pasado histórico con
interpretaciones diferentes en función de la perspectiva: unos añoraban la edad
heroica en la que dominaban los principios; para otros, el escenario debía ser
la batalla en pro de un destino libre y feliz. El rechazo a modos y maneras
anteriores llevó a los románticos a evadirse de sus circunstancias imaginando
épocas pasadas en las que “sus” ideas prevalecieran sobre los demás
interceptando la trayectoria de Ilustración y Neoclasicismo con nuevos esquemas
que, a pesar de la repulsa inicial, acabaron imponiéndose al rebelarse contra
en despotismo ilustrado del XVIII.
A
veces, algunas veces, con mejor o peor resultado, hay que romper con lo
establecido.
Centrados
ya en Akúside, procede hablar de la
distopía (imagen de una sociedad futura
negativa en sí misma habitualmente presentada mediante cine, novela o serie de
televisión) tomando como base la contraportada de la lectura de este mes:
“Ángel Vallecillo regresa a la novela invertebrada y distópica…”; una novela difícil tal vez, imposible no, que recuerda
en lo cinematográfico a La naranja
mecánica de Stanley Kubrick; La
carretera protagonizada por Viggo Mortensen y si retrocedemos más a Metrópoli de 1927 (muda); ninguna de
ellas preferida –según mi vara de medir– por el gran público (y no me refiero al de la
telerrealidad). No en la misma línea, pero, sí en lo desconcertante, la novela
de Ángel Vallecillo me hace pensar en Ensayo
sobre la ceguera de Saramago. Akúside,
distanciándose mucho más que los románticos parte de un pasado prehistórico
para intentar alcanzar la utopía negativa de un país autárquico en el que
también “sus” ideas prevalezcan sobre los demás.
Dicen
los críticos que Akúside transluce
los nacionalismos de la reciente historia española; el propio autor manifiesta: "es el
reverso de Euskadi". Aun habiendo vivido de cerca el fenómeno terrorista la
narración se hace compleja al lector en significados y personajes. No es fácil
–a mi juicio– a través de ella llegar a saber lo que ocurrió en los cincuenta
años de Euskadi Ta Askatasuna
ni el porqué del apoyo social que obtuvo. Puede ser, no lo discuto, una manera
vanguardista de contar que, como el Romanticismo en su tiempo, acabe
imponiéndose en este nuestro.
A
veces, algunas veces, con mejor o peor resultado, hay que romper con lo
establecido. Difícil sí, imposible, no.
1 comentario:
Magnífica forma de afrontar la dificultad de esta novela que rompe con las convenciones narrativas para ponernos delante de las tripas de los nacionalismos.
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