Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 15 de junio de 2023

 

05- VICENTE BLASCO IBÁÑEZ. Etnografía y Blasquismo. Valencia, ca. 1885.


Equipo de redacción de El Pueblo

Etnografía

Tras permanecer unos días oculto en casa de su tío, y una vez pasado el peligro, Blasco abandona el refugio y vuelve a su actividad “normal”

Valencia por entonces llevaba una vida simple repartida en capas sociales perfectamente diferenciadas: el obrero de la ciudad; el artesano humilde, el huertano abrumado por las deudas y un mundillo pintoresco de personajes de calle como:

El palleter. - Antes que se produjese la aparición de las cerillas, El Palleter era el humilde y entrañable fabricante y vendedor de palletes utilizadas para encender el fuego. Las fabricaba untando hilos o cordones con una porción de azufre que servía de combustible. El progreso dio al traste con el oficio cuando a partir del segundo tercio del siglo XIX comenzaron a venderse las cerillas (mistos) en caja.



La panollera. - Vendedora ambulante de panolles (mazorcas de maíz) asadas en un hornillo portátil alimentado con carbón vegetal.


 El tartanero. - La tartana de alquiler es, un cajón, un cofre, cualquier cosa, pero graciosa, bien pintada, con sus asientos de muelles, su caballo de buen aspecto, sus arreos muy limpios. El que dirige este convoy, ya sea dueño, ya sea criado, este es el tartanero de la capital, es decir, ese que va desempedrando las calles tanto de día, como de noche crujiendo el látigo y preguntando «¿falta carruage?»[1].



En el lado opuesto. - El arrendador, el rentero hereditario y una indefinida clase media cuyo único proyecto de vida era que, a cualquier precio, no empeorara su situación. El Gobierno de Madrid siempre al lado del clero y de los más fuertes mantenía «todo en su lugar» con la coacción y si era preciso con la fuerza.

 

Blasquismo

En este contexto y con el caldo de cultivo de escuchantes heterogéneos e individualistas, sin concepto de colectividad, pero sí de rebeldía, es donde Blasco con indiscutible capacidad para educar a las masas, cosechó sus primeros triunfos hasta crear un modelo propio que se conoció como «Blasquismo». Gente sin más caudal que sus manos, ni más cultura que la de la palabra aprendida de sus padres se reunía en talleres, tabernas o la playa para que les fueran leídas novelas y publicaciones del maestro. El movimiento, por un tiempo, sentó cátedra tanto en el mundo obrero rural y anarquista, como en un sector de la clase media descontento por impuestos y obligaciones. Todos se agruparon al cobijo del paraguas mágico de la República Federal que Blasco presentaba.



[1] Referencias tomadas de: Los valencianos pintados por sí mismos: Obra de interés y lujo escrita por varios y distinguidos autores, Valencia, La regeneración tipográfica de don Ignacio Boix, 1859.

3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Una de las mejores panojas asadas que me he comido en mi vida fue en la playa de Valencia, muy cerca de la casa del escritor.

La seña Carmen dijo...

Curiosas citas.

stella dijo...

Historias de ayer...