Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

miércoles, 1 de noviembre de 2017

CUANDO CALLAR ES DISENTIR.


A veces, algunas veces, buscamos el silencio y es normal necesitamos paz, establecer una cita con nosotros mismos sin testigos ni intermediarios, escuchar solo nuestra propia voz. En ocasiones el silencio nos viene impuesto por circunstancias exteriores o usos sociales en los que ni siquiera el rumor es pertinente, pero hay otros como el inquietante silencio de la disensión que germina no como consecuencia del tiempo y la costumbre sino como brote de un conflicto no anunciado cuyo signo externo es la falta de diálogo. Me preocupa esta modalidad de oposición alojada en una más que notoria indiferencia.

Dijo una voz popular con tono de venganza que quien calla otorga, yo diría que en una relación tan próxima, íntima y delicada  como la de pareja quién calla disiente muchas veces por cansancio y es que el silencio reiterado viene a ser un modo de mantenerse cada cual en su postura por miedo, por cobardía o tal vez  de sobredimensionar los problemas hasta que no tengan  solución esperando que “el otro” disuelva la sociedad por hartazgo y poder, en esta forma,  acomodar nuestra espalda a la queja.


Dejadme que diga que  convivir es una necesidad, que si alguna vez amamos merece la pena buscar el consenso, retomar el sentimiento y seguir en la lucha sin perder la independencia, ni la esperanza, ni la paz, ni la sonrisa.

2 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Sigamos en la lucha, con silencio o con palabras. Con amor, siempre.

Besos, Paco.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Y a veces las palabras hacen tanto daño que es mejor callar a la espera de que pase el ruido.
Excelente, Paco.