Escenografía de la muerte para «Don Juan Tenorio» Salvador Dalí
Nuestra
memoria guarda el recuerdo de aquellos Estudio
1 de los años 1968 a 1983, en los que
TVE reponía la obra de Zorrilla
que visionamos desde la perspectiva de espectador. Hoy
disfrutada la obra como lector la teatralidad de Don Juan Tenorio nos persigue
de manera obsesiva. El Tenorio es: Puro Teatro.
“Corrían
los primero meses de 1837, Zorrilla era todavía un desconocido que pasaba los
días junto a su amigo y paisano Miguel de los Santos Álvarez, leyendo
incansablemente en la Biblioteca Nacional, y las noches en el chiribitil[1]de un cestero. En la
Biblioteca les trajo Joaquín Massard la noticia del suicidio de Larra y pidió a
Zorrilla que leyera unos versos en el cementerio. Este los compuso aquella
misma noche, según cuenta, en su bohardilla a la luz de una vela y con un mimbre
afilado que mojaba en el tinte que utilizaba el cestero. En el cementerio de
Fuencarral, frente al féretro y al pie de la abierta huesa - como se decía
entonces - dieron los poetas su despedida al desventurado "Fígaro".
De pronto, un adolescente desconocido comenzó a leer unos versos:
Ese
vago clamor que rasga el viento
Es
la voz funeral de una campana:
Vago
remedo del postrer lamento
De
un cadáver sombrío y macilento
Que
en sucio polvo dormirá mañana.
A medida que iba leyendo, cuenta en sus Recuerdos, se me embargó la voz y se me
arrasaron los ojos en lágrimas y el marqués de Molíns tuvo que concluir la
lectura de mis versos[2]. Al salir del
camposanto Zorrilla era el poeta
festejado por todos; González Bravo le llevó al Café del Príncipe, donde
conoció a Hartzenbusch y a Martínez de la Rosa. Intimó luego con Espronceda, el
periódico El Porvenir le ofreció un
sueldo de seiscientos reales y, finalmente, El
Español le brindó la vacante dejada por Larra”[3].
El
enorme arraigo del Don Juan de Zorrilla mantuvo hasta hace pocos años la secular
costumbre de representar la obra el día de Todos los Santos año tras año, en
pueblos y ciudades de España. Las razones del éxito no parecen encontrarse en
el dramatismo, el mensaje o el atractivo de sus aventuras, tampoco en que la
interpretación del mito de don Juan esté más elaborada que la de otros
dramaturgos que precedieron o siguieron a Zorrilla, sino en que es,
posiblemente, la más teatral de todas. El pueblo español burgués se vio en ella
representado, por lo que podríamos añadir una razón más a las claves de su
éxito. En cierto modo la teatralidad viene anunciada en el subtítulo de la
obra: “Drama religioso fantástico en dos partes”. A don Juan personaje del Tenorio no le basta con ser conquistador,
espadachín, atrevido o burlador. Ha de serlo teatralmente, y este es el gran
logro de Zorrilla.
4 comentarios:
Has tocado todas las claves de la obra y de su éxito. Me quedo con una: esencia pura del teatro. ¡El juego de la literatura!
En aquellos años yo era asidua al Teatro Español donde se sucedieron a cual más interesantes puestas en escena que ayudaban a resaltar esa teatralidad.
La televisión, en cierta modo sucedáneo, también contribuyó.
Yo sigo añorando año tras año aquellas representaciones.
El Tenorio era algo popular. ¿Quién no sabía algún verso? Incluso quien nunca pisó un teatro.
Un placer leerte, Paco.
Aquí estoy Paco, al regreso de mi largo viaje,
disfrutando de tus entradas sobre Zorrilla.
Como sabes, he estado presente en el evento completo
realizado en su honor y recuerdo en Valladolid.
Un abrazo
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