No
ha mucho tiempo comentamos Pedro Páramo,
novela de cierta complejidad a decir de unos y no tanta en opinión de otros (discúlpenme señoras y señoritas: servidor a pesar de las modas se niega a poner “@” de comodín y sigue utilizando el neutro), inscrita en un marco histórico anterior. Sigamos. En el coloquio surgieron temas como “estructura
fragmentaria”, “simbolismo”, “semántica localista” etc.; se produjeron
aplausos, mutis por el foro y comentarios sobre la necesidad de varias lecturas y es que hay obras que pueden requerir
un estudio previo para suavizar obstáculos al lector.
Con
seguridad, este no es el caso de El
hombre pez en el que José Antonio Abella reconstruye con prosa magnífica la
fábula del hombre de Liérganes presentándola al lector en un lenguaje próximo,
sencillo y exacto: “así que toda la mañana estuvo de un humor de perros” (pág.,
71) que hace sentir, oler el entorno: “de la que emana un tufo de animal de
animal en descomposición, acaso de un gato muerto” (pág., 73). Escribe con
gracia y casticismo sin concesión a la frase cutre tan en boga hoy: “la agudeza
mental del pequeño Francisco de la Vega parecía más embotada que el mango de un
cuchillo” (pág., 101). Los personajes de Abella reaccionan en tono y forma de
acuerdo con el contexto de la época (siglo XVII) gracias a la palabra precisa y un trabajo documental
en lo cotidiano y lo erudito; basten para esto último dos referencias bibliográficas citadas por el autor:
-Philopolitae
speculatoris.
-Historia
cronológica de las pestes y contagios acaecidos en España desde la venida de
los cartagineses.
Son
sólo algunas muestras –hay muchas más–
de cómo la perfección y el estilo pueden transformar una leyenda en historia
humana y fantástica en la que basta (que no es poco) dejarse llevar, sumergirse
como el hombre pez, para descubrir que en la parte no ostentosa de la España
del Siglo de Oro hay enjambres de pececillos humildes altos, planos,
blanquinegros..., o tan extraños que se asemejan a las rocas; pero que todos,
todos, son útiles y necesarios a la mar.
Imagen de: https://www.cadizdirecto.com
5 comentarios:
He leído un poco del libro en ratos perdidos y estoy de acuerdo en lo que dices de la prosa cuidada del autor. Qué buenos escritores hay por ahí.
Un abrazo.
Lo estoy leyendo y me encanta y estoy de acuerdo con lo que dices de su prosa, es magnífica. Me refiero al de Abella.
Quería escribir hoy una entrada más sobre el de Rulfo, pero estamos con un corte grosso de internet y TV por cables. ¡Total crash paff!
Menos mal que paea urgencias tengo la conexión del móvil. Y sigo leyendo El hombre pez.
Espero que el corte se solucione pronto y vuelca a estar conectada como Dios manda.
Besos
En efecto, Paco. Abella nos lleva de la mano, como si nos contara la historia ante un café en una velada lluviosa.
Gracias.
De acuerdo con los comentarios precedentes, y desde luego con el tuyo: de la mano de un excelente narrador y de la palabra justa, nos vamos al siglo XVII.
Estamos de acuerdo.Besos.
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