Finalmente, en 1981, los herederos de Blasco Ibáñez venden la propiedad al Ayuntamiento de Valencia, con el objeto de perpetuar la memoria del escritor. Sin embargo, el estado ruinoso del edificio no permitió su recuperación y se tomó la decisión de derribarlo y proceder a su reconstrucción, siguiendo los planos originales. El proyecto, llevado a cabo por el arquitecto municipal José María Herrera, culminaría el 18 de junio de 1997 con la inauguración de la Casa-Museo Blasco Ibáñez.[1]
En la actualidad es Casa-Museo con salón de actos y centro de investigación. Me atrevo a decir que su arquitectura neogriega y pompeyana un tanto..., diferente y espectacular en función del entorno, define a su inicial propietario Vicente Blasco Ibáñez del que puede asegurarse que, en letra de imprenta, retrató la vida de fin de siglo: campesinos de las barracas, pescadores de la Albufera, burguesía mercantil valenciana, jornaleros de Jerez, sociedad pudiente de Bilbao y el clero toledano entre otros muchos «posaron» para él. Obligado es citar la partidista y aliadófila novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis que le abrió las puertas de Hollywood allende los mares. Su ambición y éxito –tal vez también su arrogancia– no fueron perdonados y literariamente hablando, cayó en el olvido.
Blasco Ibáñez no fue abandonado por los lectores, sí en
cierto modo por los críticos y sin duda ninguna, tanto él como su obra
resultaron perseguidos antes y después de su muerte impidiendo hasta fechas muy
próximas la circulación de sus libros. Tomada como referencia su vinculación
con el cine se cerró en torno a él una «conspiración de silencio» pese –o tal
vez por ello– a presentar una biografía plural y apasionante: político,
periodista, gran viajero, activista, guionista, magnate del cine, colonizador,
antimonárquico, anticlerical y dueño de una suntuosa mansión en la Riviera
francesa, fue de acto y de facto disidente con el sentir oficial. María Blasco
del Cacho, su esposa, eclipsada por la personalidad del marido, fue –tal vez
sin consciencia exacta– colaboradora necesaria e indispensable en su obra.
[1]
VILLANUEVA BARCO, Belén. Gentilmente cedido para este trabajo, el informe
completo (de su autoría), consta en el Catálogo
de la Casa Museo.
1 comentario:
Todavía recuerdo cómo me contaste tu relación con esta Casa Museo, tu entrada en ella para investigar estos temas. Es como si me hubieras hecho entrar en ella, porque yo solo la conozco por fuera. Me gusta que esta segunda entrada se la hayas dedicado a la casa que, con tanta ilusión levantó Blasco Ibáñez.
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