Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 3 de septiembre de 2020

 





Y…, ahora qué. Formación permanente, un proyecto cimentado en la ilusión, sobrado de mies y falto de segadores.

 

Antes de traspasar el umbral, pensó dedicar su tiempo a la construcción de maquetas. Barcos, podía ser una buena opción; con los bonsáis tuvo encuentros tan poco gratificantes que, a pesar de los desvelos, terminaban siempre en objetos inanimados no estaban hechos para él. La maqueta de un barco egipcio se presentaba como válida para empezar: una sola vela, catorce remos y en popa dos timones, uno a cada costado. ¡Bien! Y…, luego qué, al egipcio seguiría otro y otro y otro ¿Dónde ponerlos? ¿Con quién compartirlos? Una maqueta requiere su espacio y su limpieza.

Y así en estas y otras disquisiciones pensó que algo debía haber que no ocupara lugar. De esta suerte, armado de carpeta y porta–lápices traspasó el umbral de Humanidades y Educación y se matriculó en el Programa de la Experiencia. Tres años de «un poco de todo», graduación en el Aula Magna, beca, orla y comida de hermandad. Corría el año 2011.

Y…, ahora qué.

Ahora, un proyecto cimentado en la ilusión, sobrado de mies y falto de segadores. Sobrado de mies –digo– habida cuenta que con este nuevo programa se abrían ante uno todas las posibilidades de una formación integral: matrículas, trabajos, exámenes, plataforma virtual…, todo. No había límite, la Universidad pone los medios, el alumno pródigo en juventud acumulada puede con ellos progresar adecuadamente.

Falto de segadores –confirmo– porque, a mi juicio no basta con sembrar, el Programa de Formación Permanente está falto de promoción y seguimiento, deja al alumno a su suerte; posiblemente quien esto escribe haya sido durante años (no menos de nueve) el único alumno registrado; también (posiblemente) el único en realizar una suerte de TFG sobre la Novela social española que, apuntado queda, no ha llegado a ver la luz. Tampoco consiguió llegar al Repositorio Institucional de la UBU otro trabajo sobre Vicente Blasco Ibáñez.

Hicimos lo que pudimos y sabíamos, pero, agua estancada no mueve molino. La pandemia, en fin, truncó el intento de continuidad en el curso 2019–2020. Hemos contado con la inestimable ayuda personal de no pocos profesores y el calor de muchos de nuestros compañeros alumnos, pero, (vuelvo a la frase prestada) no enviamos nuestros barcos a luchar contra los elementos.

Así las cosas, El Alfoz dará solución de continuidad publicando periódicamente los trabajos citados. Quedáis todos (y algunos más) invitados al evento.

Gracias por llegar hasta aquí.

 

3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Cómo me alegra ver este blog actualizado, querido Paco! Me tenías preocupado.

Tienes razón en todo lo que planteas: qué poco curso se le da al ansia de formación permanente de alguien como tú, cuántas trabas y cuánta desinformación. Soy testigo de todo lo que has hecho, de todo lo que has trabajado, de tu esfuerzo y de tu constancia.

Soy testigo también de lo que hemos disfrutado juntos -que ha sido mucho-, de todo lo que me has aportado personalmente incluso en los peores momentos, de todo lo que has aportado en las clases en las que he tenido la fortuna de tenerte como alumno cómplice y amigo. Te voy a contar un secreto y lo dejo escrito aquí, para que conste: algunos días, la única motivación para ir a clase era tu presencia, y sabes cuánto me gusta mi profesión, que no solo es mi medio de vida, sino mi vocación. Saberte en el jardín de la Facultad, esperándonos bajo los pinos centenarios, para ir a tomar un café primero y luego acudir a clase, daba sentido a muchas de mis mañanas.

Siento dolor porque no se haya podido defender tu magnífico TFG sobre la novela social de la postguerra, que leí y disfruté, como también que las trabas burocráticas impidan que se suba al repositorio un trabajo tan personal y oportuno como el que hiciste sobre Blasco Ibáñez.

Sigamos, como sea. El aprendizaje es una labor diaria. Y yo aprendo mucho de ti, querido amigo.

Paco Cuesta dijo...

Gracias Pedro:
Creo que sobra decir que gracias a ti, abundé y profundicé en la comprensión de la Literatura (Góngora incluido) y certificar aquí y ahora, que alumno y profesor-amigo , jamás serán vencidos.

Un abrazo.

Myriam dijo...

Leí tu introducción, querido Paco, tan emocionante, tan cercana, tan llena de vida y el comentario de PEDRO aquí arriba con lagrimas en los ojos. ¡Qué extraordinario binomio! un alumno ávido de saber, curioso y constante y un extraordinario profesor. Es un orgullo ser amiga de uds y compartir lo que compartimos.

Aquí estaré leyendo cada una de tus entradas sobre este trabajo tuyo que agradezco quieras compartir con los que estamos, como yo, lejos físicamente pero cerca en el corazón.


Besos y abrazos
a ti, a Begoña, a Pedro.