Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

lunes, 1 de abril de 2024

La querella de las mujeres

 


Christine de Pizan escribiendo.British Library, Harley MS 4431. vol. 1, fol. 4r

Desde la Baja Edad Media y hasta el siglo XVIII Europa mantuvo un debate conocido como La querella de las mujeres (querelle des femmes), en torno a cuestiones como la dignidad, capacidad intelectual, raciocinio y/o posicionamiento político de las mujeres –dirigido por hombres– hasta  que Christine de Pizan, filósofa, poetisa humanista y escritora (Venecia 1363 – Francia 1431), con su obra La Ciudad de las Damas, vindica la causa femenina exponiendo bases filosóficas en las que muestra que la marginación de la mujer, no es una cuestión de naturaleza, sino social. Recordemos: en los siglos XIV al XVIII “la naturaleza hacía inferior a la mujer”.

En este nuestro país,  políticos, tertulianos y no pocos agregados (servidor sigue utilizando el “neutro”) pretenden abanderar como propia la lucha por la igualdad y equidad de mujeres y hombres olvidando (o tal vez ignorando) que tiempo ha, no pocas mujeres (también hombres) dieron ejemplo de lucha por el MOVIMIENTO FEMINISTA (así, con mayúsculas). Quiero decir con ello, sin remontarnos a Christine de Pizan que, si acaso, se ha retomado el tema.

Concepción Arenal (1820 – 1893), experta en derecho (tuvo que disfrazarse de hombre para acudir como oyente a la Universidad de Madrid), periodista, poeta y autora dramática luchó por la equidad social, derecho de voto y opción a cargos públicos de la mujer. Su obra La Mujer del Porvenir, combatió la entonces imperante inferioridad de la mujer, basada en razones biológicas. «Es un error grave [dijo] inculcar en la mujer que su misión única es, la de esposa y madre».

Emilia Pardo Bazán (1851 – 1921), novelista, periodista, crítica literaria, poetisa, traductora, catedrática, conferenciante; dedicó buena parte de su capacidad a defender los derechos de la mujer. En toda su obra se aprecia una constante: las mujeres deben tener las mismas oportunidades que los hombres. Propuso a Concepción Arenal y a Gertrudis Gómez de Avellaneda para la Real Academia Española. Ambas candidaturas, también la suya, fueron rechazadas alegando defectos de forma. Un tema recurrente en sus cuentos y novelas es el de la violencia machista. Para doña Emilia, «la igualdad entre hombres y mujeres, es una meta posible».

Carmen de Burgos (1867 – 1932), conocida como “Colombine”, escritora de ensayos y novelas, periodista, traductora, activista de los derechos de la mujer. Presidenta de la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas y afiliada al Partido Republicano Radical Socialista, y considerada como la primera corresponsal de guerra, fue también profesora de la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. «No es la lucha de sexos ni la enemistad con el hombre, sino que la mujer, desea colaborar con él y trabajar a su lado», afirma en La mujer moderna y sus derechos, ensayo importante para conocer la situación y evolución de la mujer en su época. Otra de sus obras El divorcio en España –publicado en 1904– se convirtió en escándalo para una sociedad en retrocesión.

Clara Campoamor (1888 – 1972), abogada, escritora y diputada en Cortes se manifestó públicamente como defensora de los derechos de la mujer. En 1931, las mujeres podían ser elegidas, pero no podían votar porque se les suponía influenciadas por la Iglesia con la que su voto favorecería a la derecha. Clara Campoamor, creadora de la Unión Republicana Femenina, trabajó por eliminar la discriminación por razón de sexo, el reconocimiento de los hijos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y tiempo después, el sufragio universal. Hay que destacar que consiguió el derecho al voto para la mujer pese a la oposición de su propio partido y buena parte de la izquierda.

Cinco mujeres “desfacedoras de entuertos” abrieron camino antes de ahora.