Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

domingo, 22 de octubre de 2017

DERECHO AL PATALEO.


Tras casi un mes de encierro al final del túnel de mil quinientos metros, escaso de luz, sobrado de polvo de carbón y con el solo consuelo de los dibujos de sus hijos y las notas de ánimo que desde la bocamina de “La Victoria” les llevaban con la comida de cada día,  Candi y once picadores más salen al exterior entre aplausos de compañeros activos y jubilados, mujeres y niños que haciendo turnos noche y día les han apoyado desde el exterior.

Visi y Candi, él con un punto de silicosis, llevaban ya un tiempo pensándolo. Con las «cuatro perras» que les dieron al cerrar el pozo, ligeros de equipaje y cargados de dudas dejan atrás postigos cerrados comercio escaso una plaza grande y baldía y la iglesia que en la mañana de invierno parece un buque gigantesco y varado, para atravesar España de oeste a este. En la niebla, las vías parecían tener su origen en la tapia del paseo donde se conocieron: “nos vamos, no hay futuro, el pueblo se muere”.

Los primeros años comían y dormían en su tienda de ultramarinos “Productos de la tierra” –el nombre lo puso Visi– morcilla, queso, cecina, garbanzos, judías…, más tarde, cuando las cosas iban mejor hojaldres y vinos “de la tierra”, de su tierra; lo foráneo convivía con éxito con lo indígena. La pareja que solo vivía para su negocio no se dio la oportunidad de entender lo que era la burbuja inmobiliaria en la Europa del euro y tras un tiempo de alquiler «para hacer un duro» se aventuró en un piso que quedo libre en el barrio. Saben poco, más bien nada, de Theresa May, Donald Trump, el Brexit o el Parlamento Europeo, pero conocen bien a Desi, el sin techo que duerme bajo cartones en el rellano de Obras Públicas y paga con sonrisa bondadosa las puntas de jamón, pan sobrante y alguna que otra fruta que se desliza en el hatillo que  forma parte de su anatomía.

Visi y Candi viven últimamente en un sin vivir. Tradujeron el rótulo de la tienda, las listas de precios y encargaron una nueva remesa de papel de envolver, para adaptarse a la normativa de comunicación visual del ayuntamiento. Ni por esas –o por esas– las ventas han dejado de menguar, dicen que con el autogobierno llegará la abundancia, pero ellos no lo ven, parece como si “los productos de la tierra”, de pronto, estuvieran contraindicados para la salud: ¿”les habremos hecho algo”? Candi,  emboscado en el silencio la alcoba, apretando los puños guarda con urgencia en el bolsillo una carta del banco para que no la vea ella, pasará el lunes, tienen que entender, no han dejado nunca de cumplir: “Lamentamos comunicarle que el recibo de la hipoteca correspondiente al mes en curso no ha podido hacerse efectivo por falta de fondos, rogamos provisión a la mayor brevedad”.


Visi y Candi, que son muy suyos, no entienden el esfuerzo de los gobiernos para instaurar el Estado de Bienestar, tampoco saben nada de la balanza comercial, de reivindicaciones, ni conocen más lucha interna que la de conseguir abrir su tienda de barrio cada día, cerrada hoy por manifestación. Tal vez solo les quede a modo de recurso del pataleo hacer una Declaración Unilateral de Impotencia.

miércoles, 18 de octubre de 2017

DESENGAÑOS AMOROSOS


Desengaño.- “Quitar esperanzas e ilusiones” (Acepción 2 DLE).

No descubro nada al afirmar que gran parte del éxito de la comedia y novela del XVII se fundamentaba en “el final feliz”. Tales obras tenían a juicio de los moralistas poca finalidad ejemplar y mucho de complacencia al vulgo, razón por la cual fue suspendida la concesión de licencias para imprimir de 1625 a 1634. María de Zayas (o más bien su editor) salvado ya (1637) este periodo utiliza el término «novela», posiblemente por razones comerciales, en la portada de la primera serie pero cambia el concepto en el interior: “contasen dos maravillas que con ese nombre quiso desempalagar al vulgo de las novelas…,”. Lo cortés no quita lo valiente y así la segunda parte se intitula: Desengaños amorosos huyendo desde la portada del tópico de la felicidad necesaria y del malhadado término.

Parece interesante una consideración: de las veinte obras contenidas en Novelas, y Desengaños, solo cinco terminan en matrimonio de los protagonistas principales: El imposible vencido, El juez de su causa, La burlada Aminta, El desengaño amando y Al fin se paga todo. En las tres últimas la boda tiene lugar con un segundo pretendiente tras el desengaño con el primero. En Novelas el resto de protagonistas termina huyendo, o buscando la forja de su seguridad entre los muros de un convento. En Desengaños y de ahí la referencia al DEL, nadie se salva. Las diez novelas se cierran con la muerte o ingreso en un convento de sus protagonistas.

El amor con el añadido de cierto contenido erótico (silo XVII) leitmotiv de Novelas, y Desengaños, muestra a la mujer como un ser pasional, fiel, con gran sentimiento del honor y frágil ante la promesa de matrimonio, en tanto que el hombre solo busca el deseo, que, una vez satisfecho le causa hastío.

El grito de María de Zayas tiene, a mi juicio, un propósito, «sí ejemplar» en el sentido de reivindicar la honra de la mujer tratada como objeto por el sexo opuesto, opuesto también a la igualdad cultural  y mostrar cómo incluso el adulterio en la mujer (en el hombre carecía de consecuencias) puede, en determinados casos no ser sino una apariencia equivocada:

¡Ay hombres! Y ¿por qué, siendo hechos de la misma masa y trabazón que nosotras, no teniendo más nuestra alma que vuestra alma, nos tratáis como si fuéramos hechas de otra pasta, sin que os obliguen los beneficios que desde el nacer al morir os hacemos? (Desengaños, pág., 51).

María de Zayas –entiendo– busca dejar constancia de como la mujer de su tiempo pertenece a un grupo sometido, observante y resignado que en consecuencia padece la injusticia de una serie de condicionantes sociales. Por la magia de la lectura pretende la comunión de las féminas uniéndose a ellas para, sino poner coto, si remediar la injusticia.


En este contexto entiendo el mensaje de Novelas y Desengaños.

martes, 17 de octubre de 2017

OCTAVO ANIVERSARIO: CON LA DEBIDA PUESTA A PUNTO.


Estoy sentado aquí de celebración en un restaurante de “cocina castellana con un toque canalla”, me acompañan una copa de buen Ribera y una tapa de diseño. El ambiente, también es de diseño: mobiliario de palés reciclados, paredes recubiertas con dovelas de cubas y luz, mucha luz. De camino me hago acompañar de Machado, siempre llevo en el móvil algún «podcast» al que recurrir cuando las musas no me son propicias.

Todo pasa y todo queda: nos levantamos cada mañana envejecidos un día más y el perfecto mecanismo del corazón sigue su ritmo a pesar del estrés, el tiempo y los achaques, todo pasa; invariablemente muchas cosas quedan e incluso pueden mejorar con el tiempo y la debida puesta a punto.

Hace algún tiempo en «este» lugar, Manoli regentaba el bar de su padre con mesas de mármol, partidas vespertinas de dominó y mus y «chatitos»[1] de a 55 cts., (de los de entonces), sobre uno de esos mármoles  con un café -ya pagado en euros- nació (octubre 2009) El Alfoz. Tiempo atrás la plaza con nombre de político y fuente en el centro presumía de castañera «la Loren», limpiabotas «Beni, el mago del lustre» y niños que rompían cristales con una pelota de goma errante e irrecuperable.

Los momentos vividos, por insignificantes que sean, son tan importantes como el mejor de los noticiarios porque son la noticia de nuestra vida. A veces cuando escribimos, intentamos llenar de esplendor el relato olvidando lo cotidiano: las persianas con grafitis, el sex shop del rincón de la calle, el vecino «marchoso» luciendo bermudas, sandalias y calcetín negro o la madre con hiyab a la salida del colegio; que son la vida misma.

Nunca perseguí la gloria, pero sin ella y con el ánimo que aportan los que me visitan intentaré a pesar del tiempo y los achaques cumplir como el bar de Manoli algunos años más, eso sí, con la debida puesta a punto –susurra  a mi oído El Alfoz.

 -Diles algo a ellos –respondí bajito– es tu «cumple».
-“Gracias por vuestra visita, uno también tiene su corazoncito”.
-“Un abrazo”.

Decididamente atacaré la tapa de diseño aun a riesgo de romper su encanto.

Tapa cedida por: El 51 del Sol.


[1] Coloquialmente, en las tabernas, vaso bajo y ancho de vino o de otra bebida.

sábado, 14 de octubre de 2017

UNA PÁGINA MÁS Y...,V


“De camino si no te importa, se ha hecho tarde”.

De camino las palabras discurrieron por la torrentera de una conversación urgente, carente de tiempo para reproducir los dictados del cerebro, se pisaban la palabra a mayor ritmo que el calzado sobre el adoquinado de la calle. El libro, ignorado bajo el brazo y a la sazón «Celestina» del encuentro, aguantaba el entusiasmo, a la espera de una oportunidad de escaso futuro. Sin acuerdo previo la pareja había  otorgado el protagonismo a los recuerdos, a la infancia en el pueblo: “qué tiempos”; “a veces uno se equivoca”; “Maripi era un poco «lanzada»…
Quedaron para el domingo, comerían juntos. El  beso primero a la izquierda y luego a la derecha hizo escala; por un momento sus labios se encontraron a mitad del camino.

[…]

-      ¡Me gusta tu coche!
-      ¿Y yo?
-      No estás mal –dijo sin rubor.

Aparcaron en la explanada del soto, cerca del restaurante. Reservaron mesa, tomaron un «Martini» y se encaminaron a la ribera donde el cauce acunaba a las fochas.

-      ¿Te apetece un paseo? Hay tiempo.
-      ¡Estupendo! –y se colgó de su brazo.

Sentados al sol tras una mata acariciaba el tatto de su cuello, ella tomó  la iniciativa y empujándolo hacia el suelo deshacía la atadura de la camisa jugueteando con el vello de su pecho, él la dejaba hacer siguiendo el curso de la botonadura de su blusa hasta descubrir un sugerente «Calvin Klein» de encaje negro. Jugaban a los besos encadenados; a ser felices; a recuperar el tiempo perdido.

-      Tal vez ninguno de los dos escogió bien.
-      Tal vez, pero tiene solución.
-      Al fin no hemos hablado del libro ni me has dicho nada del tatuaje.
-      El libro ha sido el vehículo, el tatto una premonición, yo soy Escorpio.

Y la atrajo hacia sí sellando la respuesta con un beso en el cuello.

NOTA. Inicié el juego de este intento en cinco entregas con la mente puesta en mi infancia cuando encaramado a algo poco más que un bordillo decía: «Mira, mamá, ¡sin manos!».
A veces necesitamos mirarnos en el espejo y decir sin rubor ¡No estás mal!


jueves, 5 de octubre de 2017

PERSPECTIVA FEMENINA DE MARÍA DE ZAYAS


Clamor de multitudes y ríos de tinta propugnan cual bálsamo de Fierabrás, «diálogo», «habilidad», «mesura», «mano izquierda», «mediación», para los males de nuestra sociedad. El que leyere Novelas y Desengaños encontrará en el planteamiento feminista de María de Zayas el ejemplo a seguir para como reivindicar, con firmeza y elegancia, solución a situaciones escabrosas enquistadas en el tiempo.

Aristóteles (384 a.C.-322 a.C.) afirmaba que la mujer es un «animal imperfecto», «un hombre mutilado», a su juicio, por tanto un ser no terminado, carente.
Castilglione (1478-1529) en el tercer libro de El Cortesano, explica: «el hombre es comparado a la forma y la mujer a la materia; y por eso así como la forma no solamente es más perfeta que la materia […] así el hombre es mucho más perfeto que la mujer».
Cervantes (1547-1616) contemporáneo de Zayas (1590-1647?) en El curioso impertinente dice por boca de Lotario: «mira amigo que la mujer es un animal imperfecto».

Cierto es que hay que situarse en la época para juzgar esta preeminencia masculino-patriarcal pero no lo es menos que la mujer del XVII seguía "ostentando" junto con la reproductora las funciones de hilar, bordar, cantar… y excluidas la escuela y la universidad. Como afirma María Teresa Cacho: «los hombres pensaban que era más fácil de guardar una mujer iletrada, y que las letras proporcionaban deseos de autonomía y libertad» (La educación femenina en el Siglo de Oro).

Desde este contexto los lectores de Novelas y Desengaños constatan como María de Zayas da una vuelta de tuerca a la superioridad masculina cuando asegura que los hombres se han situado al nivel de las mujeres afeminándose:

Pues ¿qué ley humana ni divina halláis, nobles caballeros, para precipitaros tanto contra las mujeres, que apenas se halla uno que las defienda cuando veis tantos que las persiguen? Quisiera preguntaros si cumplís en esto con la obligación de serlo y lo que prometéis cuando os ponéis en los pechos las insinias de serlo, y si es razón que lo que juráis cuando os las dan no lo cumpláis. Más pienso que ya no las deseáis y pretendéis sino por gala, como las medias de pelo y las guedejas. ¿De qué pensáis que procede el poco ánimo que hoy todos tenéis, que sufrís que estén los enemigos dentro de España, y nuestro Rey en campaña, y vosotros en el Prado y en el río, llenos de galas y trajes femeniles, y los pocos que le acompañan, suspirando por las ollas de Egipto[1]? (Desengaños, pág., 267).

Era difícil y escabroso pero lo consiguió, “solo” hacía falta la habilidad de la "Sibila de Madrid". ¡Qué no es poco!




[1] Se utiliza para recordar o referirse a tiempos o circunstancias pasadas y mejores:
Moisés trataba de mantener vivo el espíritu del pueblo y, a cada paso, hablaba de la tierra prometida. "Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahvé en tierra de Egipto, cuando nos sentábamos en torno a las ollas de carne y comíamos pan en abundancia”.

lunes, 2 de octubre de 2017

UNA PÁGINA MÁS IV


“Y cuando descubrimos que SÍ hay quién nos quiere […] la vida te necesita […] el mundo necesita tu vida…”.

-      ¿Y si fuera él quién me necesita?
-      O soy yo la necesitada.
-      ¿Qué pensaría si me ve así?

El sol de la tarde proyectaba sobre la pared los destellos del vaso de tónica, con un sorbo menos, Rufo observaba indolente desde el alfeizar de la ventana, Eva se planteaba una duda razonable: té rojo, o ibuprofeno: Mejor ambas.

-      ¿Qué pensaría si me ve hecha un «trapo»?

Total había pasado una semana desde la paella; la jarra de cerveza en el camping y la charla, camino de casa, sobre Cicatriz, de Sara Mesa. El recuerdo de esa tarde suavizaba la resaca; los dos gintonic superaron su capacidad no estaba acostumbrada a beber, a lo sumo una «caña» o un vermú los domingos.
Desde el móvil el tono Digital bell le llegó como ampliado por un maléfico megáfono.

-      [¿¿¿]
-      Soy Ramón, ¿recuerdas?, nos vimos el pasado domingo en la «paellada».

Le costó reaccionar el «ibu», en seco, se estaba abriendo paso lentamente hasta el estómago y el té estaba aun demasiado caliente.

-      ¿Estás ahí?
-      ¡Oh! ¡Sí! ¡Perdona! Tenía la boca ocupada.
-      Qué inoportuno, casi te atragantas por mi culpa.
-      ¡Por favor! encantada, es un placer, tu dirás.

Le salieron los principios y dudó sobre lo procedente de la entusiasta respuesta, pero…, ¡que diablos! era verdad.

-      Te llamo por el libro del que hablamos, Cicatriz, si quieres puedo acercártelo.
-      Mejor mañana sábado ¿no trabajas verdad?, podemos tomar un café ¿te va bien?
-      ¡Perfecto! A las once en Sagitario.
-      De acuerdo, hasta mañana –dijo suspirando– había que ganar tiempo.

Sin actividad en los despachos cercanos, Sagitario era los sábados un café tranquilo, escogió una mesa lejos de la puerta, apta para una conversación distendida y esperó.

-      ¡Hola!

Dejaron volar un beso a la izquierda otro a la derecha, sin recato, con efusión.

-      ¿Cómo estas? ¡Qué cambio!
-      Bien, ¿Qué te parece?
-      ¿La verdad?
-      Por favor
-      Para mí, estabas mejor la semana anterior.
-  Para mí –pensó halagada– Lo suponía, es el recurso del pataleo, ya te contaré.
-      Cuando quieras y como quieras, no te sientas obligada. ¿Qué tomas?
-      Café con leche.
-      ¿Nada más? yo tomaré un pincho de tortilla, no he desayunado.
-      Que sean dos.
-      Si es tan amable, dos con leche y dos pinchos de tortilla. ¡Ah! y dos zumos de naranja.
-     Te cuento, el cambio es la consecuencia de una rebelión, obedece a la rabieta de un fracaso. Conoces algunas líneas del libro de mi vida, pero hay más.
-   Claro que habrá más y algunas si escribir. Confidencia por confidencia: Carlota y yo decidimos darnos «un tiempo», frase hecha prólogo de la ruptura que a no dudar llegará. Espero y deseo que sea civilizada.
-      Me extrañó verte solo y que me acompañases toda la tarde ¡me hizo mucho bien!
-      La necesidad era mutua.

Silencio y sonrisas. El desayuno toma la mesa. Fortuitamente, dos manos se encuentran en el azucarero.

-   Mi relación con Carlota empezó bien, como todas, éramos muy jóvenes, trabajábamos los dos, vinieron los chicos, la hipoteca, vacaciones en la playa, obligaciones repartidas…, todo muy programado, hasta los afectos. Los chicos se hicieron mayores y el esquema se rompió. La relación costumbrista pasó a comercial. Los encuentros, exiguos y de compromiso coincidían con sus eventos: “cariño, el club organiza un viaje cultural este «finde», volveré el domingo”. A la vuelta: hola, estoy muy cansada. En la cama, como si estuviera acostada con su suegra.
-      Los hombres la mayor parte de las veces no comprendeis bien la sensibilidad de las mujeres, son muchos nuestros días malos y a veces os poneis obsesivos, a lo bruto, con demasiado vigor.
-    Puede ser, concedido, pero esa misma actitud se aplaude en una primera etapa, se soporta en la segunda y finalmente se raciona, esto ocurre en muchas relaciones y los personajes de la tragedia siguen siendo los mismos. Bueno, quizá no, la evolución también cuenta.
-      Pero,esto es válido para todos ¿no?
-      Por supuesto, pero... hablemos del libro, tanto charlar y al final me lo llevaré a casa, me lio yo solo.
-      De camino si no te importa, se ha hecho tarde.


Tarde para qué –se preguntó– y es que habían vuelto a salirle los principios.