Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 29 de abril de 2010

La cólera del justo. Don Quijote. Cap. 47/2


La lectura del presente capítulo me ha dejado con la sensación de que al personaje Sancho se le está realizando por parte del Autor, un análisis de conducta; que me lleva a fijar la atención más en los símbolos o mensajes, que en los detalles narrativos.

En lo que podríamos llamar primera parte de la representación se manifiestan claros signos de opulencia a través de una mesa repleta de manjares dispuestos para una sola persona, de la que conocemos su debilidad por comer y con la que se juega aplicando un simulacro de las pruebas (salvilla) que una persona hacía con la comida de los grandes señores para demostrar que no estaba emponzoñada.
Cervantes relaciona al supuesto médico con la universidad de Osuna, dejando como un mensaje indicando que se trata de una sede con poco prestigio -hay una frase: “en Osuna y Orihuela todo cuela” adjudicada a Cervantes-, tal vez por problemas de familia, o por diferencias de criterio con el duque de Osuna, o por su condición de recaudador en esa zona; de cualquier modo el galeno, en la obra, no es de fiar para Sancho.

El entreacto confirma que el nuevo gobernador se relaciona epistolarmente “con los de su clase” y que está expuesto a peligros y atentados. No puede fiarse ni de los miembros de la iglesia:

“Lo han presentado unas monjas y, como suele decirse, detrás de la cruz está el diablo”.

.Como un dirigente que se precie, ha de mantener cargos –secretario- y protocolo –besamanos- aún cuando pase hambre:

“Vos, como buen secretario y como buen vizcaíno, podéis añadir todo lo que quisiéredes y más viniere a cuento”.

En el segundo acto, la historia barroca del labrador y su parentela, de claros tintes burlescos, provoca la cólera de Sancho como ya ocurriera con la “protección” del médico doctorado en Osuna, trastocando la prudencia y aguante demostrados en el capítulo 45/2, por actitudes más agresivas, con lo que aporta otra imagen, tal vez justa pero diferente a las anteriores.

¿Compensan honores, títulos hambre, peligros y no disponer del necesario descanso? Ésta pregunta que se le supone a Sancho me hace reflexionar.


jueves, 22 de abril de 2010

El último romántico. Don Quijote. Cap. 46/2

La soledad es terreno abonado para que la lucha interna entre fidelidad e infidelidad se manifieste con mayor fuerza. Si por añadidura hay  notorios aunque fingidos ofrecimientos amorosos como manifiesta Altisidora con sus desmayos, la fortaleza se viene abajo, por lo que la solución para Don Quijote pasa por la huída. No, no es realmente una huída sino la búsqueda de una salida airosa y no humillante para una situación ridícula y burlesca: 
“Y, con esto, se fue, porque no fuese notado de los que allí le viesen”. 
El capítulo mantiene abiertos todos los frentes: la duquesa no se ha olvidado de la carta de Sancho a Teresa Panza y dispone para que la reciba –ha de recopilar información para futuras actuaciones-, Altisidora, parodiando celos, saca a colación los azotes que Sancho adeuda y el historiador nos anuncia nuevas aventuras en el gobierno de Barataria.
A buen seguro, mientras las pláticas abrevian la tarde, la mente de nuestro caballero iba esbozando el procedimiento con el que poner remedio a los desengaños de la doncella
Llegada la noche desde su aposento, tras afinar voz y vihuela, desgrana en forma de romance los consejos que ha elaborado como consuelo al mal de amores de su –fingida- enamorada, asentados en cuatro principios:

 

  • Trabajo en lugar de ociosidad, como antídoto a las ansias amorosas.
  • Honestidad ante el acoso de don Juanes de ocasión.
  • Serenidad con los amores a primera vista.
  • Firmeza en las convicciones amorosas.


 
Visto desde la perspectiva actual resulta un tanto machista exigir solamente la virtud a la mujer, pero, estamos en 1615, la religión la moral y las costumbres se rigen por otros principios de los que Cervantes deja constancia.
En el inicio se anunció la intención de los duques de preparar una burla “risueña” que tiene lugar al fin del capítulo:
“Más risueña que dañosa”.
Otra vez, una frase de apariencia amable, destaca hasta que punto, son ninguneadas las personas en determinadas circunstancias. La mente fantástica de Don Quijote, transforma gatos y cencerros en malignos encantadores y hechiceros, para satisfacción de los promotores de la burla y risa de los presentes. La integridad física y moral, se coloca en segundo término, lo importante es la diversión, incluso la doncella se permite hacerle responsable del daño sufrido por ser fiel a Dulcinea.
“Los duques le dejaron sosegar y se fueron pesarosos del mal suceso de la burla; que no creyeron que tan pesada y costosa le saliera a don Quijote aquella aventura: que le costó cinco días de encerramiento y de cama”.
¿Cuál es la respuesta de quien encarna los valores opuestos a duques, condes y resto de estamentos similares?
“Se tendió en su lecho, agradeciendo a los duques la merced, no porque él tenía temor de aquella canalla gatesca, encantadora y cencerruna, sino porque había conocido la buena intención con que habían venido a socorrerle”.
Imagen: cvc.cervantes.es

 

 

 

 

jueves, 15 de abril de 2010

Profesión: Sus Gobiernos. Don Quijote. Cap. 45/2


Quiero pensar que, abrumado por su notoria presencia en el capítulo anterior, es Cide Hamete quien con referencias a La Galatea, Febo (¿Apolo?), la poesía, la música, pronuncia ésta loa al sol, solicitando inspiración para que le ilumine en el discurrir del gobierno de Sancho. Supone un cambio de trayectoria sustituyendo las referencias erasmistas  –tomo la definición de Pedro Ojeda- por las mitológicas.
La entrada es como una llamada de atención al lector para que abandone el posicionamiento que hasta ahora ha tenido, como si se anunciasen grandes cambios. De cualquier modo, es un comienzo impactante

Observamos que las referencias a los preparativos de la escenografía son más breves, el lector está situado y tiene formada conciencia de la situación, no es necesario abundar en más detalles.

Me quedo con ésta frase en la que se llama la atención sobre el aspecto de Sancho, que para mí supone el fundamento y base del capítulo:

“El traje, las barbas la gordura y la pequeñez del nuevo gobernador tenía admirada a toda la gente que el busilis de cuento no sabía, y aun a todos los que lo sabían, que eran muchos. Finalmente en sacándole de la iglesia le llevaron a la silla del juzgado y le sentaron en ella”.

El Autor escribe admirada, es decir: sorpresa mayormente positiva, cuando en el contexto de la obra, duques, vecindario e incluso lector, están pensando en  jocoso o ridículo. Admirada encierra todo un mensaje.

Sancho es un gobernador SASP (Simple, Aunque Suficientemente Preparado).  Tras su entronización con algunas ridículas ceremonias, -qué mejor ocasión para humillar a alguien poco instruido que convertirle en Juez de Paz.

Se dice que el hambre agudiza el ingenio; Sancho no sabe leer, observa un escrito grabado en la pared, que evidentemente no es reciente, con la picaresca del hombre de calle, pregunta “que qué eran aquellas pinturas”,  la respuesta a su pregunta, "Hoy día, a tantos de tal mes y de tal año, tomó la posesión desta ínsula el señor don Sancho Panza", deja en evidencia a su informador.

“Y ¿a quién llaman don Sancho Panza ¿.... Si el gobierno me dura cuatro días, yo escardaré estos dones, que por la muchedumbre deben de enfadar como los mosquitos. Pase adelante con su pregunta el señor mayordomo".
El mayordomo aleccionado por sus dueños, propone la primera prueba:
Con prudencia, experiencia de vida y saber escuchar, Sancho resuelve tres casos de egoismo, engaño y malas artes posiblemente frecuentes en la época. La exposición de los mismos en forma de novela supone una clara denuncia pública de la sociedad del momento.

Como corolario podemos confirmar una lección –otra más- de la obra:
Es conveniente reflexionar antes de juzgar por el aspecto o apariencia, no siempre –o casi nunca- la imagen es reflejo de los valores y conocimientos.

La verdadera sabiduría, está en reconocer la propia ignorancia (Sócrates)

viernes, 9 de abril de 2010

El Hidalgo solitario. Don Quijote. Cap. 44/2


Cide Hamete, el supuesto historiador arábigo-manchego, reaparece en  el presente capítulo de forma continuada  pienso que quiere recordarnos que estamos ante una obra de ficción, el Autor es consciente de que sus lectores se identifican en cierto modo con los personajes.

Utilizando el extravío como escusa, Cervantes hace que los consejos escritos por  D. Quijote  a Sancho, lleguen a manos de los duques, de éste modo les proporciona una herramienta de gran valor con la que elaborar  el argumento de un nuevo cuadro escénico  en base al  “gobierno” de la ínsula. Escogen  como maestro de ceremonias de la obra burlesca que preparan,  a un viejo conocido del lector:  el mayordomo Trifaldi, reconocido de inmediato por nuestros protagonistas, Sancho dada su especial facilidad para opinar de todo cuanto acontece en su entorno está a punto de cambiar el desenlace, si no es por la intervención de  D. Quijote  oportuna y acertada con una reflexión que supone todo y nada, y que hace volver las aguas  a su cauce:

“Que el rostro de la Dolorida es el del mayordomo, pero no por eso el mayordomo es la Dolorida; que a serlo implicaría contradicción muy grande y no es tiempo ahora de hacer esas averiguaciones”.

La frase absolutamente certera, indica acuerdo y desacuerdo, duda y certeza, afirmación y negación. La última parte -y no es tiempo…-, demuestra con que claridad han visto el problema, y como abordar la forma de solucionarlo. Sancho y D. Quijote,  como hicieran en anteriores ocasiones cierran un acuerdo para confirmar o negar sus sospechas sobre la identidad  un tanto dudosa del mayordomo.

Llegados a éste punto los actuantes engalanan a Sancho y a su rucio, que parten hacia la supuesta ínsula, tras una emotiva despedida, que muestra la verdadera relación amo criado, los dos saben que forman un todo, que se necesitan.

El narrador me  pide como lector que deje partir a Sancho y me prepare para un festival de risas.
Lo siento, no puedo, no me es posible ponerme a la altura de la duquesa, me estaba acostumbrando a los razonamientos de D. Quijote, pero claro está, a ella le es más útil loco que cuerdo y busca la manera de manejar la situación para sus fines.

Una circunstancia absolutamente material como es la rotura de una media y la vergüenza que esto supone en su persona, aflige a D. Quijote, haciéndonos partícipes de  la sensación de miseria y soledad en que se encuentra tras la marcha de Sancho,  de nuevo,Cide Hamete  entra en escena con referencias a  la santidad, la caridad y la pobreza, incluyendo la cita de Juan de Mena: ”Dádiva santa desagradecida!”
Meditando sobre éstas circunstancias y con bajo estado de ánimo llega hasta  D. Quijote la conversación entre dos de las doncellas: Emerencia y Altisidora; -dos figurantes más- con arpa y romance incluidos que tratan de devolver al Hidalgo Manchego,  a las infinitas aventuras amorosas sucedidas a tantos y tantos caballeros como él con el ánimo de provocarle rompiendo su firmeza y compromiso.

Ante ésta situación se establece una lucha interna por mantener su integridad de caballero. La supuesta rendición de cuantas doncellas le conocen, son para él un sufrimiento, y un acoso para Dulcinea a quien bajo ningun concepto, esta dispuesto a traicionar.
Toda una lección de moral y buenas costumbres en el presente capítulo.

Imagen: images google.es.

jueves, 1 de abril de 2010

Lecciones de urbanidad. Don Quijote. Cap. 43/2


Allá por el año 1936 Edelvives editó una Cartilla de Urbanidad que estuvo en uso en colegios “de pago”. Por vía de primos o vecinos mayores llegó a mis manos algún ejemplar ya ajado por el uso, cuyo contenido recuerdo perfectamente, y que me recuerda paso a paso las amonestaciones que acerca del comportamiento, hace D. Quijote a Sancho.

A propósito de la sustitución de regoldar por eructar:

“Y cuando algunos no entienden éstos términos importa poco, que el uso los irá introduciendo con el tiempo, que con facilidad se entiendan; y esto es enriquecer la lengua sobre quién tiene poder el vulgo y el uso”.

La frase, publicada en 1615 es perfectamente compatible con el concepto que hoy tenemos de la lengua como producto social que nos pertenece a todos, y todos podemos opinar sobre ella, marca distancias con el lema “limpia, fija y da esplendor” quizá un tanto inquisitorial de la RAE, proclamado casi cien años después, y afortunadamente atenuado con sus nuevos estatutos hace unos años.

La sabiduría popular, acuñó durante años cientos de refranes que pasaban de una a otra generación. En nuestros pueblos siempre fue bien visto y escuchado quien tuviera un refrán para la ocasión.El "refranista" era una especie de filósofo-humorista popular, apreciado entre la gente sencilla y utilizado –como Sancho- por el resto.
Cervantes, en varias ocasiones, critica lo inoportuno y vulgar de hacer un uso desproporcionado de ésta “habilidad”.

El último de los consejos rezuma sabiduría y, ¡Cómo no! también es aplicable al día de hoy:

“Jamás te pongas a disputar de linajes, a lo menos comparándolos entre sí”.

Con frecuencia, somos protagonistas o testigos de situaciones no muy gratas por no valorar o desdeñar el nivel del interlocutor e insistir en comparaciones sobre ascendencias, orígenes, o conocimientos. Normalmente la escena nos lleva,  como afirma D. Quijote, a no ser en manera alguna premiados.

Comienzan para el gobernador los problemas del gobierno; todo cuanto le aconseja su amo es válido y provechoso, pero teme no poder recordarlo, no sabe escribir para conservarlo y tampoco sabría leerlo. Gran dilema.
Nuestros gobernantes –volvemos a la actualidad de la obra- lo han resuelto acudiendo a Sancho, que ya introduce el concepto de Consejo de Asesores:

“Será menester que se me den por escrito; que, puesto que no sé leer ni escribir, yo se los daré a mi confesor para que me los encaje y recapacite cuando fuere menester”.
“Haré que firme otro por mí y teniendo yo el mando y el palo, haré lo que quisiere”.

¡Buena frase para un principiarte!. Una vez en el cargo -parece indicar- los principios de buen gobierno, pueden adaptarse a las circunstancias.

Tras las críticas de D. quijote, por no saber leer ni escribir, reaparece el Sancho que se sobrepone a su amo y le domina:

“Ni hacienda, que ninguna otra tengo ni otro caudal alguno, sino refranes y más refranes”.
“Señor, si a vuesa merced le parece que no soy de pro para éste gobierno…. Y así me sustentaré, Sancho a secas con pan y cebolla…..Y si vuesa merced mira en ello, verá que sólo vuesa merced, me ha puesto en esto de gobernar”.

De nuevo D. Quijote reconoce su derrota y la supremacía del escudero, lo que demuestra que Sancho sabe escuchar y de una manera quizás no muy consciente, sabe retener.

Imagen: fotosyphotos.