Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

miércoles, 23 de abril de 2014

María Teresa León. Metáfora para ¿niños? Rosa Fría patinadora de la luna


Cuando uno intenta disimular las canas por ese prurito u obligación social que nos conduce a la “anti edad” –expresión por cierto altamente ridícula- leer un cuento así, en frío, parece fuera de espacio y tiempo. Las posibles suspicacias se atenúan si decimos que leemos  a María Teresa León Goyri,  activista política, embajadora de las letras españolas y fértil escritora.

El cuento que pone título a la lectura de este mes invita a identificar un término real con uno imaginario;  da pie a la interpretación voluntaria entre dos conceptos. En definitiva, para no ponernos eruditos: es metáfora. La vida está llena de ellas; María Teresa León bajo la cobertura del cuento envuelve fantasía y realidad para que el lector elija o se quede con ambos conceptos:
  • Recadera azulina  ¿Podría ser metáfora de la Vía Láctea?
  • Vaca con doce manchas rojas y cuernos chiquititos. Imaginemos un gracioso reloj, seguro que cerrando los ojos podemos verlo y vendrá a nuestra mente la idea del tiempo.
  • En la casa de la Luna sólo le cabe la cara. De niños –y no tanto- ¿No es cierto que  vimos y en momentos de nostalgia vemos la luna como una cara?
  • El aullido de los lobos  llevó el resplandor de la Luna a la Tierra para asustar a los niños pero no lo consiguió; sólo el espantapájaros se queda inmóvil de miedo y ahora hace reír a los niños, los pájaros y la Luna. Releyendo el párrafo, la palabra hecha imagen transmite el concepto de superación.
  • Nieve-confeti en el pasillo. Para un niño un pasillo con confeti, puede ser una pista de esquí, un mar, un río.
  • Humo, Vaho, Ladridos, Suspiros, Miradas.. Contaminación, temor, angustia, contrincantes del día a día, vienen a morir en mi, quien no gane morirá –miedo.

Mientras el carrusel de atracciones Ortega gira, la carroza, los caballos, el cerdito, el pato, la chocolatera, el león, se llevan del recuerdo de nuestra lectura muchas metáforas más. Por la escalera un niño desciende en brazos de la abuela, hada madrina de la custodia compartida. Metáfora de una realidad.
Puestos a buscar, hay muchas más



sábado, 19 de abril de 2014

Breve eternidad. Los candados del amor


La frase: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre” (Mateo 19,4-6) ha quedado para la historia. En parques y paseos, testigos de tantas promesas como especies los adornan, acacias, hayas, chopos…, soportaron tiempo atrás con obligada condescendencia que  el  entusiasmo de aceros enamorados  tallara corazones heridos  en su epidermis. Práctica esta que, como la anterior, avanza por el camino del recuerdo. Hoy lo que impera, para mantener la leyenda amorosa y certificar la breve eternidad del amor es el candado.

La nueva leyenda, que nace gracias a la  novela: Tengo ganas de ti  (Ho voglia di te) de Federico Moccia (2006) dice que si una pareja fija un candado a la farola del puente y arroja la llave al agua, su Amor, será eterno.
La cita de Mateo es, eso, una cita. La voluntad rubricada a punta de navaja, queda difuminada por la naturaleza con el paso de los años. El candado (los hay de acero templado) es más consistente, pero a juzgar por los datos recogidos tampoco parece la solución.

Según las estadísticas, España es junto a Bélgica. La nación con mayor tasa de ruptura/nupcialidad. Se rompe un matrimonio cada 3,7 minutos, lo que supone 389 fracasos de pareja diarios. Alguna de nuestras comunidades presenta casos singulares: se rompen cinco matrimonios por cada cuatro nuevas uniones.

Las autoridades de Roma erradicaron la costumbre de perpetuar el amor enlazando candados en el Puente Milvio iniciada con la novela,  suponemos que por razones estéticas o de seguridad. No en función de las estadísticas.

Es: un suponer


miércoles, 9 de abril de 2014

Para leer La saga / fuga de J. B.


Desde la misma portada Gonzalo Torrente Ballester, pone al lector en guardia. Anuncia que la obra no discurre por los cauces habituales. SAGA: retrato novelesco de varias generaciones. Bueno, hasta  aquí, bien. FUGA: escaparse, huir. Quien, de quien, a qué lugar.

No es difícil localizar “la saga”, la encontramos en la historia colectiva de Castroforte del Baralla, mediante el mito de los J.B. y los Barollobre, saga, esta, sin duda ilustre dentro de la ciudad. “Fuga” tiene en principio su base en la huida final  de todos los personajes. Luego, fundado sí está el título. Llegados a la trama no puede negarse que el conjunto de personajes se entrelazan y cruzan al modo y manera del “Homenaje Tubular del Sistema Métrico”, recreación fálica de los logros de don Torcuato, que todavía se encontraba presente cuando don Miguel de Unamuno nos visitó a principios de siglo. Quedó perplejo don Miguel, ante el tejado erizado de tubos (…) no pudo por menos de sorprenderse al escuchar, a la primera ráfaga de viento el concierto que, el aire al pasar, sacaba por aquellos orificios. Aire, tubos, orificios… música de órgano: FUGA.

La reiteración o imitación de melodías en distintos tonos (simplificando mucho) es lo que conocemos como fuga musical. No es por tanto ajeno este concepto a la novela de Torrente Ballester, tanto en una como en otra las estructuras se asemejan.


No debemos intentar leer “La saga” sin transformar el racionalismo que nos sujeta y admitir lo irracional, lo fantástico. Hemos de invertir los términos de nuestra habitual razón y dejarnos llevar por el disparate, disfrutar de la ironía, sin buscar tema ni conclusiones.

jueves, 3 de abril de 2014

La saga / fuga de J. B. “Cambiar de identidad”


Lo lógico y lo contradictorio se entrelazan en La saga/fuga de J. B. creando un espacio verosímil, donde todo es posible: el rigor, el disparate, lo grotesco o lo dramático. Walt Disney, en lenguaje escrito en una novela en la que Torrente Ballester crea en el lector un estado de confusión jugando con lo fantástico, lo verosímil y lo legendario.

Uno (yo), se plantea buscar entre leyendas celtas y artúricas, el Santo Grial de un mensaje oculto, de una reflexión. Por pura comodidad, acudimos a un fragmento atrincherado en el recuerdo de las muchas -no todas- páginas superadas:

Bueno, dicho así, de repente, puede parecer raro, fantástico e incluso ofensivo, para los que no dejan de ser quien son durante un año entero, día tras día, al levantarse de la cama (…) al encontrarme con que yo no era el mismo, fui otro y otro más, fui no sé cuantos otros…

Cada mañana, titubeantes aun frente al espejo, este nos devuelve una imagen que nos negamos a aceptar, e inmediatamente, al igual que J. B., queremos ser otro y otro más, nos inventamos interlocutores: este peine tiene las púas demasiado anchas, -decimos al personaje que tenemos enfrente- mientras que estiramos el flequillo en vano  intento de ocultar la fastidiosa calvicie que nos importuna pero no nos obsesiona. Seguimos dando palique al espejo: la barba de dos días da sensación de abandono  y recordamos al vecino -insultantemente joven- que no tiene ni una cana, mientras apuramos el afeitado, pero… ya somos otro... que es el mismo.


Torrente nos invita a no ser como quienes “no dejan de ser quienes son durante un año entero”; a cambiar de identidad,  porque en cada yo hay muchos yo si desechamos prejuicios y concedemos un espacio a la fantasía.