Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

miércoles, 24 de enero de 2018

Variaciones sobre un mismo tema. Pedro Páramo de Juan Rulfo


Nos encontramos en... cualquier sitio, la niebla, contumaz, invitaba a la disculpa de una taza de café pero seguimos caminando tal vez para, sin previo acuerdo, evitar el bullicio.

-      Ya he leído Pedro Páramo.
-      Y...
-      No sé. Me pierdo un poco.
-      Requiere una lectura minuciosa que supere la confu...
-      ¡Espera, espera! Eso ya lo he leído en algún sitio y tú lo sabes. Quiero decir que es como un poco enredosa. Alguna parte la leí dos veces. Es como si estuviera reconstruyendo un mosaico romano: Comala está vacío, los protagonistas o están muertos o mueren a mitad de la novela; Juan Preciado busca en un pueblo que no lo es a alguien que no existe. Todo bastante caótico.
-   He pensado mucho en ello y te diré más incluso tengo algún apunte hecho de cómo podía resumirse el argumento que en contra de lo que parece no es tan complicado.

Pudieran ser Comala o Juan Preciado los protagonistas de Pedro Páramo, pero no. Tomémosle a él. Un personaje ambicioso que bien con ingenio, o mal por la fuerza, se hace dueño de toda una región. Se casa con Dolores Preciado a quien no ama, hace imposible la convivencia hasta que Dolores huye con su hijo Juan y él se queda con su patrimonio.

-      ...doña Dolores ha quedado como dueña de todo. Usted sabe: el rancho de Enmedio y es a ella a la que le tenemos que pagar.
-      Mañana vas a pedir [para Pedro] la mano de Lola.

Roba las tierras de Aldrete a quien consiguió que ahorcaran por defender su propiedad.

-      ¿Y lo del Aldrete ¿
-      ¿Qué se trae el Aldrete?
-      Cuestión de límites. Él ya mandó cercar...

De fechoría en fechoría, consigue Pedro ser amo de la comarca acarreando, como todos los caciques, el odio y temor de peones, caporales, administradores, comerciantes y hasta del cura a quien paga la salvación de su hijo Miguel azote del pueblo, que viola y asesina con impunidad y muere violentamente.

Juan Rulfo ha redimido en parte a Pedro Páramo mediante el amor que desde adolescente siente por Susana Sanjuan:

-      Esperé treinta años a que regresaras, Susana. Esperé tenerlo todo. No solamente algo, sino todo lo que se pudiera conseguir de modo que no nos quedara ningún deseo, solo el tuyo, el deseo de ti.

Para conseguir la boda mata a su padre. Tras muchos intentos consigue casarse con ella, viuda de su primer matrimonio pero ya es tarde: Susana ha enloquecido y muere. Despues del entierro Comala celebra una fiesta y Pedro Páramo jura vengarse: “Comala se morirá de hambre” y así sucedió. Su hijastro Abundio lo mata de una cuchillada y sin Pedro Páramo, Comala no puede sobrevivir. Comala se muere de hambre.

Un tiempo después tras la muerte de Dolores, su madre, Juan Preciado llega a Comala, un pueblo habitado por almas en pena, murmullos y sombras en un lugar del mundo sin vegetación ni siquiera vida animal donde empieza una novela que sorprende, confunde y cautiva de estructura menos compleja que lo que inicialmente parece. Podría haberse contado de otra manera, pero entonces no sería Pedro Páramo, ni la hubiera escrito Juan Rulfo.

martes, 16 de enero de 2018

LA REALIDAD MODIFICADA EN PEDRO PÁRAMO, DE JUAN RULFO


Pedro Páramo de Juan Rulfo, sorprende, confunde y cautiva es –entiendo– una novela necesaria que no puede abordarse como otras de mayor éxito de ventas disponibles en el mercado; requiere una lectura minuciosa que supere la confusión de su estructura un tanto fantasmagórica, mezcla de pasado, de futuro y con un presente continuo: la muerte, en la que radica su verosimilitud.

El espacio es fundamental en la novela, Abundio y Juan Preciado (en principio no conocemos sus nombres) entran en un Comala hostil “Habíamos dejado el aire caliente allá arriba y nos íbamos hundiendo en el puro calor sin aire”. Para que el lector tenga su misma percepción el narrador establece una comparación con el mismo infierno: “Aquello (Comala) está sobre las brasas de la tierra en la mera boca del Infierno. Con decirle que muchos de los que allí se mueren, al llegar al Infierno regresan por su cobija”.[1]

Hostil y vacío. El personaje que esperaba encontrar un paraje paradisíaco “Hay allí, […] la vista muy hermosa de una llanura verde”, se sorprende y con él el lector, no es el lugar esperado y tampoco lo son las sensaciones: “oía caer mis pisadas […] miré las casa vacías; las puertas desportilladas, […] vi una señora envuelta en su rebozo[2], que desapareció como si no existiera”. Juan Preciado nos introduce en Comala haciéndonos partícipes de su incertidumbre, sus visiones y la naturalidad de realismo mágico.

Situado en este espacio y pertrechado de sospechas y figuraciones acertadas o erróneas, el desocupado lector debe construir su propia novela teniendo en cuenta –eso sí– que Comala está habitada por fantasmas «de verdad».

-      No, yo preguntaba por el pueblo, que se ve tan solo, como si estuviera abandonado. Parece que no lo habitara nadie.
-      No es que lo parezca. Así es. Aquí no vive nadie.

La incertidumbre de Juan Preciado se transmite al lector, ni uno ni otro saben si Abundio, Eduviges, Damiana están vivos o, si las voces que oyen son verdaderas o fruto de su imaginación:

Hubo un tiempo que estuve oyendo durante muchas noches el rumor de una fiesta. […] Me acerqué para ver el mitote[3] aquel y vi esto: lo que estamos viendo ahora. Nada. Nadie. Las calles tan solas como ahora.

No son pocos los que aclaman a Juan Rulfo con Pedro Páramo como uno de los padres del Realismo Mágico.




[1] Manta para abrigarse.
[2] Chal que tapa la cabeza y parte inferior del rostro.
[3] Alboroto, fiesta.

martes, 9 de enero de 2018

El placer del descubrimiento: Valeria se transforma.


El personaje de Valeria Santaclara me parece una aportación interesante, como prototipo actualizado de aquellas mujeres a las que se otorgaba por convicción el tratamiento de « la señora» en un entorno doméstico compuesto por: la criada, la doncella, la portera…; señoras, ellas, con cinta de raso en el cuello, vestidas «a la manera» y muy frecuentemente viudas o hermanas de militares de cierta graduación, médicos, o diputados. Valeria viene a ser, a mi juicio, la versión actualizada de aquella buena sociedad.

El orden está para algo, unos arriba y otros abajo, por herencia o por méritos, que yo ahí no me meto, que también los hijos de un obrero pueden hacer una carrera, pero cada uno en su sitio.

Cada uno en su sitio, que, imitando a Serrat sería: la zorra pobre al portal la zorra rica al rosal y

Sorprende al desocupado lector la evolución de Valeria manifestada particularmente el ¿capítulo? 99 y cabe preguntarse el porqué de esa urgencia con –permítaseme– cierto tinte folletinesco,

parecía haber una conjura universal, porque fue empezar a llorar Valeria y oscurecerse el cielo de repente […]  Un trueno seguido de una explosión de gruesos goterones puso la rúbrica.

con el añadido de violencia.

me agarró por el cuello y me miró […] acaso me das tú algo, inútil.

Como en las «pelis» de Alfred Hitchcock, en poco más de cinco páginas Valeria parece transfigurarse, ya no es la mujer de sesudas meditaciones sobre mil cosas, el personaje se transforma con una urgencia que el lector no espera, tal vez sea por le plaisir de la découverte.