Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

lunes, 21 de diciembre de 2020

Vanguardia pura

 


La conjunción Alerta-4 solsticio de invierno confunde al personal, se rinde tan pronto la tarde que a las siete uno piensa en el “toque de queda” y tiende a recogerse en casa, en esas estaba caminando con rumbo por el paseo casi desierto paralelo al río. Chopos, durillos y pinos compitiendo en  carrera con la noche difuminan objetos y personas; metros de por medio una silueta sinuosa, botas altas, falda leve ligeramente corta y chaquetón liso de paño, ajena a pasos próximos, camina contoneándose al ritmo que presumiblemente marcan los inalámbricos ocultos por su media melena. En el suelo, al alcance de mis deportivos, una lata de “Alhambra especial”. Contengo la primera reacción y respeto el reposo de la abandonada lata de cerveza, si la alcanzo con la puntera la silueta se sobresalta y rompo el hechizo.

“Eran otros tiempos”, lo sé, “ya no estás en edad”, también lo sé, pero una lata en el suelo siempre fue tentación irresistible a una buena patada, tan irresistible como la oportunidad de un charco que salpica al pasar sobre él, si bien para esto se requiere colaboración, hacen falta niños; y ellos necesitan un mayor, preferentemente abuelo, al que sus padres y a la sazón hijos de este no se atreven a replicar, o lo hacen con escaso resultado.

Caminar por el sendero de hojas que en otoño descansan al abrigo de un remanso en el paseo torna frustración en creatividad: trazar nuevos caminos entre ellas; darles nueva vida a cada paso; sacarles del marasmo físico; hacer que tras cada nuevo vuelo surja una nueva composición, es para el caminante vanguardia pura.

Solo eso.

lunes, 14 de diciembre de 2020

A vueltas con las palabras

 



A veces, algunas veces, vencido de antemano y sin ganas de guerra establezco incruenta batalla teclado o “boli” en ristre, con el Word en blanco o la inmaculada cuartilla. Uno u otra solo por mitigar su vacío quisieran dar cobijo y compañía a algunos –aunque sean pocos– renglones; pero el escribidor no encuentra palabras con que organizar, siquiera medianamente, un mensaje que mitigue el naufragio y es que tal vez uno se encuentra bien así, navegando sin rumbo por el mar de las ideas sin necesidad de islas salvadoras esperando la noche para, con palabras inocentes contarle a ella sus pequeñas intimidades.

Solo eso. 

jueves, 22 de octubre de 2020

La metáfora del mirlo o, de cómo, siguiendo la trayectoria de un dardo amarillo, llegamos a “José María Palacio” de Machado atravesando “Calle Mayor” de Bardem.

 



Casualidad o mala suerte, lo cierto es que, salimos de Aranda huyendo de una reclusión ciudadana que se palpaba en el ambiente, para entrar en Burgos con la puerta abierta a un (cómo les gustan los palabros) confinamiento perimetral pensado –dicen– para minorar la expansión del SarsCov-2, o como diablos se llame ese maldito virus. El marcapáginas al abandonar la capital de la Ribera había quedado en la página 114: No sé si nos darán las instrucciones del Gobierno para pisar las primeras cuestas de la sierra. Curiosamente, esta era mi situación. No sabíamos –como suele ser habitual– hasta donde podría llegar la limitación de movimientos prevista.

Apuntaba yo en este mismo espacio (06/10/2020) comentando el libro del profesor Ojeda «Quiero ver en el relato un desahogo, una confesión, una liberación», añado más: en sus páginas hay preocupación constante  por los más desfavorecidos: se generarán bolsas de pobreza; denuncia del posicionamiento interesado de los medios de comunicación; corrupción y desencuentro en la clase política; urbanismo desaforado: muchos barrios españoles son colmenas con aceras estrechas y un densidad de población por encima de lo recomendable.

También inquietud por la pandemia y, como no, por los libros: ¿Qué sucederá con los libros que guardaban rigurosa fila para ser editados y presentados?

Página a página La metáfora trasluce amor por la naturaleza: Hemos traído a casa un ramo de hierbas y flores silvestres…, y como consecuencia por la vida: No conozco otra lengua en la que exista una palabra como esta [hanami] para definir la acción de contemplar la belleza de las flores.

Algo al reanudar la lectura (tal vez sean cosas mías) lleva al desocupado lector hasta tierras de Soria, al Espino, a José María Palacio a Antonio Machado: Saldremos a la calle, camino de la subida a Santa Ana. ¿Estarán los caminos llenos de maleza¿ ¿Los habrán tomado como propios los jabalíes en nuestra ausencia?

Resulta interesante que este manojo de vivencias espontáneo y claro, tenga origen y final en el mismo punto: Pudiendo elegir, Mayca y yo decidimos esperar acontecimientos en la casa de la calle Mayor…, (pág. 12). Miro por última vez la calle Mayor…, (pág.183).

Calle Mayor de Bardem, retorna en el recuerdo de Literatura y Cine, asignatura seguida y disfrutada con entusiasmo por quien esto escribe e impartida por el profesor Ojeda en la Universidad de Burgos, 

Por mor de La metáfora del mirlo, Don Antonio Machado, Juan Antonio Bardem y Pedro Ojeda, acompañan al desocupado lector.

(Tal vez sean cosas mías).

sábado, 17 de octubre de 2020

Onceavo aniversario de El Alfoz. "Con más pena que gloria".

 


Hoy, por ejemplo, a pesar del carajal sociopolítico-sanitario-jurídico en que nos encontramos, viene a ser normal que El Alfoz, apadrinado en su nacimiento por la lectura colectiva del Quijote cumpla años, si bien –por aquellas circunstancias y la pandemia– los fastos correspondientes al evento discurrirán, a buen seguro, con más pena que gloria.

En este mismo espacio 11 años atrás, (2009) comenzó El Alfoz su andadura sobresaltado aun por el intento de masacre de ETA en la Casa Cuartel de la Guaria Civil de Burgos y sorprendido (o no) por una España que ostentaba el triste récord de reunir a la mitad de los parados de Europa.

Cumplió un año (2010) en tanto que los impuestos subían, se congelaban las pensiones y se proclamaba el primer estado de alarma de la Democracia ante la huelga de controladores. Afortunadamente, la Selección Española, ganó el Mundial.

En su segundo aniversario (2011) un terremoto de magnitud 5,1 sacudió Lorca, se anunciaba ya una subida del IRPF e IBI y los parados se contaban por más de 5 millones.

Antes de cumplir los tres años (2012) el ministro Wert restableció para los profesores los temarios de 1993 y 1996, con la correspondiente “alegría” de estos, Montoro propició el mayor recorte de gasto público de la Democracia y el rey Juan Carlos I, tras la cacería en Botsuana dijo aquello de: “Lo siento mucho. Me he equivocado…”; menos mal que la Selección conquistó su tercera copa de Europa.

Para qué seguir.

Entre un GOBIERNO que lo hace mal y un PUEBLO que lo consiente, hay una cierta complicidad vergonzosa.

Víctor Hugo

Vivimos una suerte (más bien desgracia) de desgobierno sin consenso en estos importantes momentos y pródigo en lamentables espectáculos que día sí día también se gestan en nuestro Parlamento donde lo que prima en lugar del diálogo constructivo es el insulto y el “Y tú más” aderezados con un punto de chabacanería. Donde faltan propuestas lógicas en economía, sanidad y enseñanza; donde sobran promesas de difícil cumplimiento nacidas de pactos complicados e interesados, donde..., el futuro previsiblemente incierto no da para glorias de aniversario.

En este 2020 El Alfoz refugiado en la Web alza la copa del diario quehacer con todos vosotros con la esperanza de que se imponga la cordura y el propósito de seguir, si es posible, emborronando cuartillas (A-4) con más gloria que pena.

Gracias por llegar hasta aquí.

 

Imagen: ibizaruralvillas.com

martes, 6 de octubre de 2020

Sobrepasado el ecuador del relato…, La metáfora del mirlo. Pedro Ojeda Escudero.

 


El desocupado lector, tras las primeras páginas de La metáfora del mirlo, ha revivido el pasado-próximo. Tanto, que solo la ausencia del café de las 11 frente al monasterio de Las Huelgas lo sacó de la «antigua normalidad», del tiempo de biblioteca en busca de información, de la comunión con el jardín-museo de la Facultad de Humanidades, de su aulario y de la vuelta a casa por el incomparable paseo de la Isla desde el que –secuelas del confinamiento– ahora cree vagar por Candelario, la sierra de Béjar y La  Casa de la Sal para terminar buscando abrigo en el contenedor artístico No te Salves en cuyo interior, otro caminante dejó con júbilo la inmovilidad y la calma: 

No te quedes inmóvil                

al borde del camino                  

no congeles el júbilo                 

no quieras con desgana            

no te salves ahora          

ni nunca                

no te salves

          (Mario Benedetti)

Imposible intentar siquiera un acercamiento al Clavitero o la Peña de la Cruz, estamos confinados, solo cabe la contemplación, por ello, Pedro hace camino al andar –ahora por la senda de las vanguardias– presentando dos singularidades del entorno captadas por Darío Regoyos.

Descriptiva una Huelga en Béjar, con su pelotón de hombres en el centro de la Plaza enmarcado por soportales, edificios y tenderetes del mercado.

Simple y plácida la otra El Pino de Béjar, protagonista único de la escena, al que hacen guardia una tapia, una formación de chopos y por fondo el monte.

Mayca, cercana algunas veces en el café de las 11, desde la distancia, tutela página a página la lectura. Es bueno caminar en buena compañía.

Dicen los que entienden que los frutos amarillo-verdosos, duros, aromáticos y ácidos, del membrillero japonés que florece en el jardín de la Facultad, son comestibles, la pandemia nos privó de probarlos ¡Otra vez será, Pedro!  En tanto seguiremos apadrinando los Tejos, sagrados que protegen el patio de lo que en su día fue Hospital Militar a la espera de que, como en la película[1], uno de ellos nos cuente alguna historia apta para ser narrada.

Sobrepasado el ecuador de La metáfora –fragmento de vida en letra de imprenta– quiero ver en el relato una confesión, un desahogo, una liberación: En el centro del paisaje, Mayca, que me salvó de la tristeza. (Pág.102).

 Quedan aun 80 páginas por descubrir. ¡Gracias!



[1] Un monstruo viene a verme, basada en la novela del mismo nombre (de Patrick Ness).

miércoles, 30 de septiembre de 2020

Entre dos repúblicas. Vicente Blasco Ibáñez – María Blasco del Cacho. (4) DOÑA MARÍA

 



Vuelvo una y más veces a la sala de investigación del palacete con cariátides y pilares jónicos de la calle Isabel de Villena. Tras varios días de contacto con la bibliografía conseguida, el paseante recorre de nuevo la que fue residencia de los Blasco, se detiene en la planta baja y allí, junto a la pianola con la que presumiblemente María puso música no pocas tardes a los pensamientos del escritor, se plantea una nueva cuestión.

Los biógrafos con evidente unanimidad han convertido al escritor en centro único de atención con poca mención a quien debió ser parte importante en la intrahistoria de la pareja: su primera esposa doña María Blasco del Cacho. Poco se sabe de ella, apenas el reflejo de algunas cartas, algún recuerdo de su hija y la reseña siempre muy escueta de quienes se ocuparon de las muchas aventuras del marido.

No debió resultar fácil compartir vida con un personaje de la dimensión, vehemencia y carácter de Blasco Ibáñez. Así, con cierta sensación agridulce, y arropado por sus recuerdos, me propongo desde el que fue su refugio ahondar en el «paralelismo asimétrico» de dos vidas que discurren entre dos repúblicas.

María de Cervellón, Manuela, Josefa, Juana, Gerónima, Micaela, Julia, Ambrosia, Estefanía y Vicenta Blasco del Cacho, hija única, quinceañera, huérfana de padre, educada en ambiente religioso, culta, morena de ojos negros y mirada serena que se desenvolvía bien con el piano y la lengua de Molière, formaba parte de la burguesía valenciana, su padre abogado ilustre, fue secretario del político, periodista liberal y Gobernador Civil José Peris y Valero.

Vicente por contra, creció en el ambiente del comercio, sus padres aragoneses de origen cambiaron su pueblo natal por Valencia en busca de un futuro mejor. Aquí nació, se educó y esta fue siempre «su tierra». Matriculado en Derecho en 1882 terminó la carrera en 1888, posiblemente por complacer a María, que vivía con su madre y abuela en la alquería de un hermano de su padre en el entorno del actual mercado de Colón que por entonces (julio de 1885) si bien un barrio moderno, eran prácticamente las afueras de la ciudad.

Tarde de otoño de 1885: en casa de los señores Blasco del Cacho tiene lugar una reunión típica de la época: se toca el piano, recitan poesías y sirve chocolate con cocas de llanda[1]. Vicente Blasco invitado por un amigo común que pretendía a María, conoció a la que seis años más tarde habría de ser su esposa.

El romance se estableció muy pronto, María pasa los veranos con su madre en Villavieja (La Vilavella; Castellón) y Vicente solo puede visitar a su novia en fines de semana, la pareja lleva dos meses de relación. Extraemos un fragmento de la carta enviada por Vicente María:

Valencia, septiembre 25/1885:

El día 1 o 2 del próximo mes son los exámenes y por lo mismo en mi casa no me dejan ir a Villavieja con excusa de que me queda muy poco tiempo para estudiar y me sería perjudicial el perder un día o dos.

«Apenas algunas cartas, algún recuerdo de Libertad Blasco, su hija» decíamos.  Dada la precariedad de información, resulta obligado acceder a los fondos digitalizados, cartas, artículos, reseñas de prensa que podamos encontrar en la Casa Museo, Biblioteca Valenciana, y hemerotecas –únicos espacios posibles– para intentar un acercamiento a la figura de la madre y esposa.

Reflejaremos esa labor  en próximas entradas.

 



[1] Variedad de bizcocho típico valenciano hecho con harina, azúcar, huevos, aceite y leche.

viernes, 25 de septiembre de 2020

ABADÍA DE FONCEA. Dehesa de Arlanzón (Burgos)

 


Monolitos que recuerdan el lugar donde se ubicó la Abadía

A 20 Km. de Burgos y en la localidad de Arlanzón, acceso natural a la Sierra de la Demanda, asentada en su mayor parte sobre lo que fue a principios del siglo XX el efímero (apenas tuvo diez años de vida) ferrocarril minero [1]que transportaba mineral de hierro desde las minas de Monterrubio de la Demanda y Barbadillo de Herreros hasta Burgos, nace la Vía Verde.

Aproximadamente a 3,5 Km. desde el inicio, un panel informativo marca el desvío hacia los restos de la Abadía de Foncea. La decepción puede asaltar al visitante si tras contemplar cuatro monolitos sobre un breve resto de muro no puede encontrar en ese espacio, su historia.

Foncea nace en los comienzos del Condado de Castilla en el siglo X como Iglesia Abacial con el título de monasterio; en 1052 el rey Sancho de Navarra la entrega al obispo de Nájera y quince años más tarde es recuperada por Castilla llegando a ser una de las iglesias más importantes del obispado de Burgos en 1068.

Su abad, uno de los miembros más destacados del Cabildo de la Catedral de Burgos, actuaba de intermediador en el gobierno y administración de la diócesis de Burgos, recibía rentas del territorio y compartía con el Concejo de la Villa de Arlanzón la posesión donde se asentaba la Abadía, así como los aprovechamientos de pastos, leñas y roturos [2] del monte llamado Foncea o las Majadillas en torno a la Abadía y su iglesia.

Tan importante fue este templo que el título de abad lo ostentaron algunos Papas: «Clemente VII y Gregorio XII, tienen el título de abades de Foncea y precisamente en el vestuario de Canónigos de la Catedral de Burgos se conserva el cuadro de Clemente VII como abad de este lugar», asegura Don Agustín Lázaro.

La Abadía mantuvo íntegra su jurisdicción hasta después del Concilio de Trento. Tras las primeras desamortizaciones y desprovista de sus rentas, la casa-palacio quedó en ruinas a principios del siglo XVIII según consta en el libro de visitas de la parroquia de Arlanzón. Desde entonces, esta importante abadía secular cayó poco a poco en el olvido en la memoria de la historia de la diócesis burgalesa. Solo los mayores del lugar recordarán (con suerte) el espacio con el nombre de Convento de Foncea.

Recopilación histórica:

Don Agustín Lázaro López.

Canónigo Arcediano y Fabriquero de la S.I. Catedral de Burgos.



[1] El ferrocarril minero y las ferrerías de Barbadillo de Herreros y Huerta de Abajo tendrán su espacio.

[2] Roturar: derecho a labrar las tierras eriales o los montes descuajados, para ponerlos en cultivo.

martes, 22 de septiembre de 2020

Entre dos repúblicas. Vicente Blasco Ibáñez – María Blasco del Cacho. (3) EL ESCRITOR, EL HOMBRE.

 


El féretro de Vicente Blasco Ibáñez llega a la Lonja de la Seda

Como señala con precisión Blanco Aguinaga, entre Vicente Blasco Ibáñez, (escritor-empresario-aventurero; fiel al naturalismo en época de las vanguardias que persiguió –o fue perseguido– por riqueza y fortuna) y  los escritores y crítica de su tiempo  hay diferencias dignas de mención:

Frente a la legendaria sobriedad de los ideólogos que reconocemos como del 98, la exuberancia; frente a la áurea medianía económica de un  Unamuno o de un Machado, los dineros de quien durante la saison iba todo los días en “Rolls Royce” desde su villa de Menton al casino de Montecarlo; frente al meditativo y aquietado quietismo –agonías interiores– de los del 98 en su madurez, una vida de arengas, cárceles, duelos, viajes y aventuras (políticas, comerciales o puramente gratuitas) que entre los del 98 apenas alcanzó a soñar Baroja; frente a las tiradas mínimas y casi exclusivamente locales, ediciones de millares en varias lenguas. Contrastando «la tradición española» (¿el fondo?) con la «superficie» moderna podríamos decir que frente a Castilla se levanta Hollywood; contra don Quijote, Rodolfo Valentino [1].

Blasco, buscando elevar el conocimiento del pueblo trató las costumbres desde una perspectiva social e histórica sin perseguir el academicismo; escribía como él mismo dijo, por necesidad y con independencia. En lo particular, entiendo que se puede leer a Blasco con satisfacción y recrearse con Baroja, Unamuno o Machado sin problemas de conciencia literaria.

Con sus publicaciones La Bandera Federal (1889) y El Pueblo, diario republicano de la mañana (1894) llevó la literatura y la política a un sector que, pese a ser mayoritario carecía de representación y protagonismo lo que a mi juicio es, en esencia, la confirmación de que Blasco Ibáñez se movía también por principios docentes.

El 28 de enero de 1928 fallecía en Menton (Francia) sin ver la república con la que había soñado. El 29 de octubre de 1933, dos años después de la proclamación de la II República española, sus restos regresaron a Valencia a bordo del buque insignia de la armada española, siendo recibidos en un acto multitudinario por el presidente del Gobierno, el alcalde de Valencia, personalidades sociales y representantes políticos; grupos de voluntarios trasladaron el féretro a hombros desde el puerto hasta la Lonja de la Seda, donde se instaló la capilla ardiente. Tal vez estos honores provocaron su rechazo final.

Literariamente hablando triunfo e independencia no fueron buenos aliados para Blasco Ibáñez, el costo fue quedar relegado durante años al silencio. Apenas acabada la guerra civil cambiaron de nombre la plaza que en Valencia le estaba dedicada. En Jerez, escenario de La bodega las críticas a la obra de Blasco Ibáñez se sucedieron y la novela nunca llegó a las librerías jerezanas, de forma misteriosa se esfumaron las remesas de ejemplares que iban a ponerse a la venta. En 1967 las autoridades franquistas prohíben –incluso en Valencia– celebrar el centenario de su nacimiento.

Su memoria fue borrada, sus libros prohibidos, su familia perseguida y sus bienes incautados. Las obras realizadas hasta ese momento en el mausoleo fueron destruidas y el solar donde se asentaba, en un lugar privilegiado del Cementerio municipal, fue utilizado años más tarde para construir el crematorio. A pesar de todo ello, sus restos se conservaron, y reposan en la actualidad en un nicho ordinario, casi anónimo, en el cementerio civil de Valencia[2].


Próxima entrada: Doña María Blasco del Cacho.

 



[1] BLANCO AGUINAGA, Carlos, Juventud del 98, Barcelona, Crítica, 1978, p. 177.

[2] Fundación Centro de Estudios Vicente Blasco Ibáñez, Biografía. Recuperado el 23/05/2018, de https://www.fundacionblascoibanez.com/biografia.

 

 

martes, 15 de septiembre de 2020

Entre dos repúblicas. Vicente Blasco Ibáñez – María Blasco del Cacho. (2) La importancia de los signos externos.

 



En la calle Isabel de Villena nº 159 (46011 Valencia) destaca una villa singular y notoria con cariátides y pilares jónicos, cuya licencia de construcción data del 30 de septiembre de 1902:

En 1939 los hijos de Blasco tuvieron que exiliarse y el Tribunal de Responsabilidades Políticas incautó sus bienes, menos la Malvarrosa, que finalmente también fue incautada y convertida en Escuela de Flechas Navales de 1942 a 1962. Durante este periodo sufrió grandes desperfectos. Las cariátides fueron destruidas y la galería tapiada. Posteriormente la casa fue ocupada por familias marginales, acelerándose así su proceso de degradación. Cuando el chalet volvió a ser propiedad de la familia estaba totalmente destrozado.

Finalmente, en 1981, los herederos de Blasco Ibáñez venden la propiedad al Ayuntamiento de Valencia, con el objeto de perpetuar la memoria del escritor. Sin embargo, el estado ruinoso del edificio no permitió su recuperación y se tomó la decisión de derribarlo y proceder a su reconstrucción, siguiendo los planos originales. El proyecto, llevado a cabo por el arquitecto municipal José María Herrera, culminaría el 18 de junio de 1997 con la inauguración de la Casa-Museo Blasco Ibáñez.[1]


En la actualidad es Casa-Museo con salón de actos y centro de investigación. Me atrevo a decir que su arquitectura neogriega y pompeyana un tanto..., diferente y espectacular en función del entorno, define a su inicial propietario Vicente Blasco Ibáñez del que puede asegurarse que, en letra de imprenta, retrató la vida de fin de siglo: campesinos de las barracas, pescadores de la Albufera, burguesía mercantil valenciana, jornaleros de Jerez, sociedad pudiente de Bilbao y el clero toledano entre otros muchos «posaron» para él. Obligado es citar la partidista y aliadófila novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis que le abrió las puertas de Hollywood allende los mares. Su ambición y éxito –tal vez también su arrogancia– no fueron perdonados y literariamente hablando, cayó en el olvido. 

  

Blasco Ibáñez no fue abandonado por los lectores, sí en cierto modo por los críticos y sin duda ninguna, tanto él como su obra resultaron perseguidos antes y después de su muerte impidiendo hasta fechas muy próximas la circulación de sus libros. Tomada como referencia su vinculación con el cine se cerró en torno a él una «conspiración de silencio» pese –o tal vez por ello– a presentar una biografía plural y apasionante: político, periodista, gran viajero, activista, guionista, magnate del cine, colonizador, antimonárquico, anticlerical y dueño de una suntuosa mansión en la Riviera francesa, fue de acto y de facto disidente con el sentir oficial. María Blasco del Cacho, su esposa, eclipsada por la personalidad del marido, fue –tal vez sin consciencia exacta– colaboradora necesaria e indispensable en su obra.



[1] VILLANUEVA BARCO, Belén. Gentilmente cedido para este trabajo, el informe completo (de su autoría), consta en el Catálogo de la Casa Museo.

jueves, 10 de septiembre de 2020

Entre dos repúblicas. Vicente Blasco Ibáñez – María Blasco del Cacho. (1) Justificación

 



El Alfoz dará solución de continuidad a la Novela social española y Vicente Blasco Ibáñez decíamos en nuestra anterior entrada. Lo haremos abordando primero al escritor valenciano con mención especial a María Blasco del Cacho, ahondando en el «paralelismo asimétrico» de dos vidas entre dos repúblicas.

Pocos pueden ostentar currículum de: escritor, político, periodista, militante de partido, colonizador, novelista de éxito en los Estados Unidos y el primero que vio adaptadas sus novelas al cine internacional.

Muchas mujeres como María, su esposa, se mantuvieron fieles a su papel de madre y esposa aglutinando en torno a ellas la familia con – en la mayoría de los casos – escaso o nulo reconocimiento.

A ellos, a Ella, se dirige este trabajo que semanalmente publicaremos.

Este desocupado lector debe reconocer que uno solo no lo puede todo y que en justicia –dignum  et justum est– debe dar fe aquí y ahora de la importante ayuda recibida para llevar a término esta labor.

Mi gratitud a la Universidad de Burgos por poner a mi alcance su docencia y medios. A Belén Villanueva Barco responsable Técnica de la Casa Museo Vicente Blasco Ibáñez, ocupada y preocupada por la correcta gestión de los fondos que le han sido confiados y a cuantos de una u otra forma colaboran con ella, por su ayuda en las muchas visitas que hice al Centro de Investigación. Al profesor Pedro Ojeda que con paciencia y ganas tutorizó este y otros trabajos y cada día me anima a seguir profundizando en el conocimiento. A las profesoras María Yolanda Carballera y Nuria María Carrillo, cuya tutela docente me ha acompañado en cada nuevo curso.

Y –cómo no– a Begoña –mi otra mitad– que correspondió siempre a mis ausencias físicas y mentales colaborando en la búsqueda y clasificación de nuevos datos para esta y todas mis labores, con la dedicación y cariño de los que solo ella es capaz.

Sin su comprensión y ánimo, nada hubiera sido posible.

Continua

jueves, 3 de septiembre de 2020

 





Y…, ahora qué. Formación permanente, un proyecto cimentado en la ilusión, sobrado de mies y falto de segadores.

 

Antes de traspasar el umbral, pensó dedicar su tiempo a la construcción de maquetas. Barcos, podía ser una buena opción; con los bonsáis tuvo encuentros tan poco gratificantes que, a pesar de los desvelos, terminaban siempre en objetos inanimados no estaban hechos para él. La maqueta de un barco egipcio se presentaba como válida para empezar: una sola vela, catorce remos y en popa dos timones, uno a cada costado. ¡Bien! Y…, luego qué, al egipcio seguiría otro y otro y otro ¿Dónde ponerlos? ¿Con quién compartirlos? Una maqueta requiere su espacio y su limpieza.

Y así en estas y otras disquisiciones pensó que algo debía haber que no ocupara lugar. De esta suerte, armado de carpeta y porta–lápices traspasó el umbral de Humanidades y Educación y se matriculó en el Programa de la Experiencia. Tres años de «un poco de todo», graduación en el Aula Magna, beca, orla y comida de hermandad. Corría el año 2011.

Y…, ahora qué.

Ahora, un proyecto cimentado en la ilusión, sobrado de mies y falto de segadores. Sobrado de mies –digo– habida cuenta que con este nuevo programa se abrían ante uno todas las posibilidades de una formación integral: matrículas, trabajos, exámenes, plataforma virtual…, todo. No había límite, la Universidad pone los medios, el alumno pródigo en juventud acumulada puede con ellos progresar adecuadamente.

Falto de segadores –confirmo– porque, a mi juicio no basta con sembrar, el Programa de Formación Permanente está falto de promoción y seguimiento, deja al alumno a su suerte; posiblemente quien esto escribe haya sido durante años (no menos de nueve) el único alumno registrado; también (posiblemente) el único en realizar una suerte de TFG sobre la Novela social española que, apuntado queda, no ha llegado a ver la luz. Tampoco consiguió llegar al Repositorio Institucional de la UBU otro trabajo sobre Vicente Blasco Ibáñez.

Hicimos lo que pudimos y sabíamos, pero, agua estancada no mueve molino. La pandemia, en fin, truncó el intento de continuidad en el curso 2019–2020. Hemos contado con la inestimable ayuda personal de no pocos profesores y el calor de muchos de nuestros compañeros alumnos, pero, (vuelvo a la frase prestada) no enviamos nuestros barcos a luchar contra los elementos.

Así las cosas, El Alfoz dará solución de continuidad publicando periódicamente los trabajos citados. Quedáis todos (y algunos más) invitados al evento.

Gracias por llegar hasta aquí.

 

jueves, 9 de julio de 2020

La vieja sirena de José Luis Sampedro: un canto a la vida.



Recreación: El faro de Alejandría


Para superar sin morir en el intento más de tres meses de confinaestadoalerta eran precisos apoyos de cierta entidad: algo tan contundente como una novela histórica y / o tan persuasivo como una historia de amor no convencional. El tiempo en última instancia no era lo más importante pero sí proveerse de un medio para emplearlo adecuadamente, la solución para no transgredir el confinamiento residía en la biblioteca propia. Tras la inmersión José Luis Sampedro y La vieja sirena se ofrecían como valor seguro.

Las sirenas de la Grecia clásica eran grandes aves con cabeza y pechos femeninos, pero como después nos hemos acostumbrado a la mujer-pez de la mitología nórdica, he considerado preferible configurar a mi vieja sirena de acuerdo con la versión moderna.
Aparte de esa deliberada infidelidad histórica, confío en no haber cometido muchos errores al describir las grandes líneas y los detalles del mundo antiguo en el siglo III de nuestra era. (Sampedro 1990:673).
Sampedro, rolando a Egipto tras Octubre octubre, nos ofrece una novela de ambiente histórico convirtiendo un mito (la sirena) en personaje (Glauka). La Alejandría de los años 257 al 274 (d.J.C.) en el espacio idóneo para, en un contexto de luchas, poder y muerte crear una historia donde vida, amor e ilusión, cohabitan con política costumbres, dioses y templos. La narración, coral, se centra en tres personajes principales: una bella mujer, un poderoso comerciante y un filósofo.

La vieja sirena es una novela de amor y entrega, también un relato fantástico sensual, erótico y delicado:

El ritmo viril no es agresivo sino cósmico: vaivén de olas, palma mecida por la brisa. La piel de sus flancos se entrega a los muslos que la acunan apoyándose en los pies que sostienen el vaivén. Se siente mecido en una ola de carne que le envuelve con unas manos en su espalda, arañantes o acariciantes, y que le embriagan los oídos con el jadeo amoroso, con la palabra hecha música. (Sampedro 1990:225).
Un canto a la vida con viaje al alma humana. El mundo aperturista en el que creemos vivir se queda chico ante este de Sampedro no solo en lo que a relaciones personales se refiere:

Se habían quedado solos en aquel descampado. Solos bajo el alto cielo acribillado de estrellas, en el círculo intermitente de unos ladridos lejanos. Pero a ella no la hubiera detenido ninguna presencia. Apoyó las manos en los hombros de Uruk y, sin esfuerzo, aquel torso de roca se dejó recostar sobre el viejo tapiz que siempre le servía de lecho. Ella se inclinó despacio, como desciende la cargada nube sobre el campo sediento, y le besó en la boca. (Sampedro 1990: 178-179)
Política, luchas intestinas y sociedad caminan muchas veces en paralelo con nuestro día a día.

El desorden creciente del imperio es notorio para todos. […] La administración se relaja y todos procuran aprovechar el tiempo que duran en sus cargos fomentándose así la corrupción. Los grandes negocios se logran casi siempre a fuerza de concesiones, subsidios o monopolios. La obsesión en la corte es controlar por lo menos a los pretorianos y contentar al pueblo romano mediante espectáculos, fiestas y reparto de víveres. (Sampedro 1990: 350-351)
Transcurre –muy documentada históricamente– en un tiempo en que dos grandes imperios: romano y persa, iniciaban su decadencia, mostrando como las barreras que orgullosamente presumimos de haber derribado son de creación relativamente reciente; tiempo ha, no existían.

El desocupado lector –disciplinado seguidor de Sampedro– alcanzó la página 670 disfrutando de la fuerza y buen hacer del autor; gracias a él actualizó los mitos a su propio devenir y participó con los protagonistas en el desarrollo de la trama apoyado en dos recursos omnipresentes en la novela: el monólogo interior y la narración en primera persona.

Un canto a la vida.

miércoles, 12 de febrero de 2020

COMPLEJIDAD Y SIMBOLISMO. POETA EN NUEVA YORK, RAFAEL GARCÍA LORCA



Autorretrato en Nueva York (Federico García Lorca)

Quiero pensar que una de las formas de expresar gráficamente la complejidad de Poeta en Nueva York (otra de las habilidades de Lorca fue el dibujo) es su trabajo en tinta sobre papel titulado Autorretrato en Nueva York, fechado entre 1929 y 1931, por cuanto tiene de expresión íntima y reflexión sobre lo real y lo irreal.

Cuando escribimos conscientemente o hacemos «monigotes» en una hoja (inconscientemente) proyectamos sobre el papel algo de nuestra personalidad y estado anímico. Autorretrato, ese mundo abstracto de esquinas; animales peligrosos; rascacielos con ventanales sustituidos por letras; una cabeza sin cuerpo de cara ovalada y cejas muy pobladas, en mucho se parece a: «interpretación personal, abstracción impersonal sin lugar ni tiempo» que es como Lorca definió en la entrevista concedida a La Gaceta Literaria en 1931, el libro que hoy conocemos como Poeta en Nueva York.

Nueva York para Lorca es una ciudad no menos negativa y destructora de valores, que la Metrópolis de Fritz Lang:

Óxido, fermento, tierra estremecida.
Tierra tú mismo que nadas por los números de la oficina.
¿Qué voy a Hacer? ¿Ordenar los paisajes?
¿Ordenar los amores que luego son fotografías,
que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre?
Oficina y denuncia
.
Una ciudad donde solo el dolor del poeta muestra el sufrimiento de los hombres desamparados incluso por la Iglesia:

Los maestros enseñan a los niños
una luz maravillosa que viene del monte;
pero lo que llega es una reunión de cloacas
donde gritan las oscuras ninfas del cólera.
[...]
El amor está en las carnes desgarradas por la sed,
en la choza diminuta que lucha contra la inundación.
Grito hacia Roma.

Pero con Lorca el tema del amor siempre está presente, con él comienza el poemario:

Allí, león, allí, furia del cielo,
te dejaré pacer en mis mejillas;
allí, caballo azul de mi locura,
pulso de nebulosa y minutero.
Tu infancia en Menton.

Con él, concluye la obra dejando atrás la ciudad del desamor y un deseo. La Habana:

Cuando llegue la luna llena iré a Santiago de Cuba,
iré a Santiago.
[...]
Y con el rosa de Romeo y Julieta
Iré a Santiago.
[...]
¡Oh cintura caliente y gota de madera!
Iré a Santiago.
Son de negros en Cuba

El lector no ha encontrado en Poeta, los personajes objetivos y en ocasiones patéticos que mostraba el mundo interior del protagonista de Romancero.


viernes, 17 de enero de 2020

LA DESEABLE ARISTOCRACIA DE LOS MEJORES. ESPAÑA INVERTEBRADA, DON JOSÉ ORTEGA Y GASSET



En algún lugar del ensayo de cuya página no puedo acordarme don José Ortega y Gasset puntualiza que: cuando habla de aristocracia no debe entenderse «lo que por descuido suele aún llamarse así», sino que debemos tomar la acepción 1 del DLE: En el mundo clásico, forma de gobierno según la cual el poder político es ejercido por los mejores. Partiendo de esta definición y portando por enseña sus tres últimas palabras, abundamos en la lectura de España invertebrada.

«Por los mejores», he ahí la cuestión. A cada nuevo plebiscito con el que los Poderes Públicos nos regalan el oído, nosotros, la escasamente rebelde masa, correspondemos eligiendo a nuestros mejores, es decir, a los menos malos de los propuestos. Ocurre que cuando «la aristocracia ha perdido sus cualidades de excelencia», nosotros, la masa, vagamos sin rumbo por las listas electorales optando por la solución que menos nos molesta, «generalizamos las objeciones», cambiando deseos por tenencias (más vale tener que desear) en vez de sustituir la aristocracia propuesta por «otra más virtuosa». Por ello, o consecuencia de, «la nación prosigue aceleradamente su trayectoria de decadencia» en tanto que nosotros, la masa –«un día, la burguesía; otro, la milicia; otro, el proletariado»– en conversaciones de sobremesa o barra de bar buscamos con ahínco eso que con notable éxito de crítica y público ha dado en llamarse un plan director que minore el previsible fracaso. Tras de cada tiempo, «suele iniciarse una nueva época histórica; el ciclo histórico se cierra y vuelve a abrirse otro. Comienza un periodo en que se va a formar una nueva aristocracia».

De alguna manera la actualidad tiene un cierto parecido con las épocas Kitra y Kali a las que alude don José y que no son particulares de nuestra, no todo lo que deseamos vertebrada España, sino que, todos los países, con las pertinentes variaciones, presentan el fenómeno recogido en la religiosidad tradicional india (flaco consuelo el nuestro).

Esperemos que el alumbramiento de una nueva aristocracia traiga bajo el brazo el pan de una nueva época Kitra.

Reflexión personal en torno al capítulo 3 ÉPOCAS KITRA Y ÉPOCAS KALI España invertebrada (segunda parte).

martes, 14 de enero de 2020

EL PARTICULARISMO DE: ESPAÑA INVERTEBRADA, DON JOSÉ ORTEGA Y GASSET



Pintura de José Garnelo Alda (Museo Naval de Madrid)

Nada más arriesgado que el intento de «poner música» a la letra con la que en 1921 don José Ortega y Gasset bajo el certero título de España invertebrada ponía de manifiesto la «grave enfermedad que [ya de antiguo] España sufre». Por tanto nos limitaremos a –entresacados del ensayo– apuntar algunos párrafos por lo que tienen de actuales e ilustrativos.

En referencia a catalanismo y el bizcaitarrismo[1] como movimientos, dice:
Ambos no otra cosa que la manifestación más acusada del estado de descomposición en que ha caído nuestro pueblo (pág. 65).

Catalanismo y bizcaitarrismo no son síntomas alarmantes por lo que en ellos hay de positivo y peculiar –la afirmación «nacionalista»– sino por lo que en ellos hay de negativo y común al gran movimiento de desintegración que empuja la vida toda de España (pág. 91).

Hablando de los Poderes Públicos:
¿Qué nos invita el Poder público a hacer mañana en entusiasta colaboración? Desde hace mucho tiempo, mucho, siglos, pretende el Poder Público que los españoles existamos no más que para que él se dé el gusto de existir (pág. 69).

Qué decir de la convivencia..., a nivel de país o estado:
La convivencia nacional es una realidad activa y dinámica, no una coexistencia pasiva y estática como el montón de piedras al borde de un camino (pág. 72).

O de gremios profesionales:
¿Es que el militar se preocupa del industrial, del intelectual, del agricultor, del obrero? Y lo mismo debe decirse del aristócrata, del industrial o del obrero respecto a las demás clases sociales. Vive cada gremio herméticamente cerrado dentro de sí mismo (pág. 74).

En estos o cualquier caso –propone– debiera de primar la tolerancia y el entendimiento:
Una nación es, a la postre, una ingente comunidad de individuos y grupos que cuentan los unos con los otros. Este contar con el prójimo no implica necesariamente simpatía hacia él (pág. 79).

Una sociedad atacada de particularismo (cito a don José pág. 80) prescinde de los demás contemplando al Poder Público como mal necesario de menguada capacidad. La consecuencia es que las instituciones que debieran unir, separan. Ello lleva al autor a preguntarse porqué «España pueblo de tan perfectos electores se obstina en no sustituir a esos perversos elegidos».

Joseph de Maistre (1753-1821), teórico, político, filósofo saboyano sostuvo que: Cada país, pueblo o nación, tiene el gobierno que se merece.

Bernard Shaw (1856-1950), dramaturgo, crítico y polemista irlandés puntualizó: La democracia es la forma de gobierno en la cual los gobernantes no pueden ser mejor que los gobernados.

André Malraux (1901-1976), novelista, aventurero y político francés modificó la frase: No es que los pueblos tengan los gobiernos que se merecen, sino que la gente tiene los gobernantes que se le parecen.

La asamblea de representación popular a la que llamamos Parlamento debiera ser, atendiendo a don José, un organismo de convivencia, entendimiento, consenso y pacto; en lugar de esto, el espectáculo que día sí día también se nos ofrece a través de los medios de comunicación viene a ser una suerte de «cancha» de enfrentamiento personal y agresivo.

A la espera de que razón y vertebración se produzcan en esta nuestra España de hoy, no tan diferente de aquella de 1921, seguimos leyendo a don José Ortega y Gasset.

Peor que tener una enfermedad es ser una enfermedad. Que una sociedad sea inmoral, tenga o contenga inmoralidad, es grave; pero que una sociedad no sea una sociedad, es mucho más grave. Pues bien: éste es nuestro caso. La sociedad española se está disociando desde hace largo tiempo porque tiene infeccionada la raíz misma de la actividad socializadora. (España invertebrada, pág. 98).



[1] Bizkaitarra: periódico nacionalista vasco editado por Sabino Arana Goiri entre 1893 y 1895