Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

lunes, 28 de febrero de 2011

Web 2.0. La Invasión digital

 
 
En la España de nuestros abuelos a principios del siglo XX (bien mirado no es tanto tiempo) se dieron dos situaciones curiosas y contradictorias:
 
El primer tercio de siglo, llamado por algunos la edad de plata contó con figuras tan destacadas como Machado, Juan R. Jiménez, Ortega y Gasset, Marañón, Gómez de la Serna, (por citar algunos de los más “sonoros”).
Paralelamente, en éste mismo periodo una gran mayoría de españoles no sabía leer, un núcleo menor conseguía leer pero no escribir y otro menor todavía había aprendido a leer y escribir.

La voz “analfabeto" no se recoge en el diccionario oficial hasta 1.914, como “ignorante que ni aun conoce el alfabeto”, modificándose en 1.925 por el de persona “que no sabe leer”.

Afortunadamente los cambios sociales y económicos de los años 60 nos llevarían a alcanzar en década de los 80 unos porcentajes de alfabetización, próximos al 95 %.

A los que vimos la luz del mundo entre los años 40 y 50, la era digital nos ha encontrado ya “maduritos”; nos vemos invadidos por nuevos términos: página web, modem, servidor, interfaz, etc. Todo, necesario para interactuar en la  Web 2.0.

Salvando la gran diferencia social y cultural entre 1.950 y 2011 nos encontramos ante un nuevo reto: rebelarnos ante, (permítaseme el palabro),  el "analfabetismo digital". Nuestros hijos, y más aun nuestros nietos utilizarán en un futuro inmediato, medios y lenguaje ante los que si no nos preparamos, nada podremos aportar.
Hoy, no basta con tener un ordenador, enviar y recibir correos con bellas presentaciones y maravillosas sentencias, es necesaria una formación informática básica que, en contra de lo que parezca, no es una moda, no es el futuro. Es el presente. Hemos de ser protagonistas, no espectadores.

Afortunadamente, para salir de tal situación nuestra generación cuenta con numerosos centros de apoyo y formación para colocarnos en la rampa de despegue, creados por diversas entidades y asociaciones. Quiero desde aquí, rendir homenaje a todas ellas, a los profesores/as y alumnos/as que cada día se afanan en conseguir resultados.

En cualquier acto público, las distinciones se personalizan -medalla, trofeo, placa- desde El Alfoz, quiero dejar sentado mi agradecimiento a un centro al que estoy especialmente vinculado y del que omito nombre por no pecar de publicista, en el que tres fantásticas mujeres: Bea, Piedad y Silvia (orden alfabético) día a día trabajan con entusiasmo, sin desmayo y con permanente sonrisa, para que sus alumnos, quizás con menos memoria que hace años (el tiempo pasa), pero con más entusiasmo, progresen adecuadamente, como figuraba en las tarjetas de calificación.

¡Un abrazo!

miércoles, 23 de febrero de 2011

La Puerta: (Huyendo del Gran Rey)



Puerta del Claustro Alto  (Aquí transcurre la acción final)

No fue un día pródigo en visitas el Papamoscas, aburrido, bostezó hasta en siete ocasiones desde lo alto del ventanal sobre el triforio mirando de soslayo al no menos aburrido Martinillo que momentos antes, para desperezarse movió sus brazos accionando los badajos que durante siglos parecían una prolongación de sí mismo haciendo sonar las campanas de su balconcillo. Su compañero, por simpatía correspondió con una campanada por cada bostezo, alertando a cuantos en la catedral estaban.

- Tenemos que salir, son las siete.
- Hicimos bien en visitar lo primero la exposición del Greco y dejar para el final la visita a otras capillas.

Las escaleras del Sarmental, barridas por la fina lluvia que durante la mañana se ocupó de su aseo, ofrecían aspecto de fiesta grande. Lucía y Pablo bajaron despacio, recordando alguno de los cuadros que dejaban atrás.

- ¿Has empezado Viene la noche?
- No. Verás, voy a seguir el plan de lectura marcado, no quiero mezclar conceptos. Al margen, tengo también las clases y ….
- Quizás tengas razón con no mezclar; suficiente variedad hay en la Ciudad mutante, como para pensar en nuevos temas.
- Resulta interesante el juego que hace Esquivias con los protagonistas. Beatriz, por ejemplo, es un personaje secundario pero está presente en toda la obra.
- ¡Ya!. Por el contrario don Cosme, verdadero instigador de la peripecia, apenas resucitado con la triaca, desaparece.
- ¡Exacto! Todos esperábamos su reaparición aunque no tan fugaz. El autor no quiere que se muera, pero lo envenena.
- En esta última parte hay muchas muertes: Paisán, Garachana, Dávila. ¡Muere hasta el autómata!
- La violencia surge. La misma ciudad es violencia. El Gran Rey impone sus criterios. Es como un gran dictador, cuando don Cosme alcanza la lucidez, afirma que no estaban en el Purgatorio. Las situaciones y la ciudad misma son un remedo del alzamiento de 1.936.
- Si. Parece que encaja. Dentro de la tragedia hay detalles grotescos: la conferencia con Dávila, la búsqueda de Sanjurjo. Resulta curioso cómo, para destacar la ineptitud de los hasta entonces dominadores, la solución final, la búsqueda de la salida, queda en manos de los secundarios.
- El desenlace, recupera en cierto modo un desarrollo clásico: “los malos”, por una u otra razón, desaparecen. Don Cosme y el maestro Ventura eligen terminar sus días en la ciudad. Gil Formoso, cinco soldados y el padre Talí traspasan el umbral de la “tierra de promisión”. Rodrigo y Galaz, emulando la tragedia de Romeo y Julieta se quedan, en busca del amor perdido.

- Lucía: sea como fuere, está claro que no puedes desprenderte de tu vena romántica.
- Puede ser.

Algunas gotas de lluvia y un largo silencio los acompañaron durante el resto del paseo por la calle de La Paloma. Sin pretenderlo, se encontraron frente al Teatro Principal.

- ¿Te apetece un café?
- ¡Vale!

jueves, 17 de febrero de 2011

Pirueta


Julian Vázquez

Con Inquietud en el Paraíso, el lector -cada lector- conformó una historia paralela en base al desarrollo de la novela y su particular concepción de las cosas. La primera impresión fue, a buen seguro, de novela histórica con final de Julio Verne. Por tanto nos adentramos en La ciudad del Gran Rey con intencionalidad histórica y una duda, razonable, sobre la aventura en la Catedral.

Hemos pasado del enjuiciamiento de valores y el miedo, al reto del autor a los lectores, del trastorno de una ciudad incoherente a la incomprensión por los relatos dentro de los relatos.

A punto ya de alcanzar el fin de la novela, quiero ver en la intencionalidad del autor una pirueta literaria; un modo atrevido de salir de ese conato de historia y afrontar la fantasía.

En el gran espectáculo de la trilogía a modo y manera del circense las piruetas -es de temer algún salto mortal- continúan para que los protagonistas comiencen su adaptación a la ciudad que no es ciudad con gente que no es gente.

La ciudad impregna de su absurdo a los que traspasaron la Escalera Dorada. La mutación por su contacto les hace crueles, capaces de asesinar como si el Gran Rey tuviera también poderes sobre ellos.
En ese mundo esperpéntico sólo sobrevive el más fuerte, física o mentalmente, solamente pueden aspirar a no perecer e intentar volverá España.
Este Burgos -el cantinero de la Pampa afirma que es Burgos- ya no les sirve para vivir, en la calle el riesgo es permanente y el blocao se desmorona.

Es de esperar nuevas piruetas, o quién sabe si un “triple salto” en lo que resta de obra.

jueves, 10 de febrero de 2011

Grito en la ciudad del Gran Rey


El Grito (Munch, fragmento)

Alcanzado ya el meridiano de la trilogía se retrata un espacio (Burgos), fantástico pero reconocible, con una carga de violencia en progresivo aumento. La narración comienza a tomar un derrotero distinto, los personajes muestran de alguna manera su tendencia futura, gritan ante un trastorno colectivo en una ciudad incoherente y mutante.

Paisán:
Un grupo se mantiene como tal mientras que su líder, o autoridad impuesta, permanece fuerte y seguro de sí mismo, desmembrándose en el caso opuesto. La deserción de algunos soldados –nunca pensó en una emboscada o que simplemente se habían perdido- socava la autoridad del comandante, propiciando el protagonismo del sargento. Bueno será tener en cuenta un detalle para el resto de la novela: Paisán entra en la enfermería, sedado, pero entra:

“Pero los soldados sabían que quien entra en la enfermería ya no regresaba nunca”

Rodrigo:
Rodrigo -un intruso- da rienda suelta a su sensibilidad en una relación erótica efímera con Nadir Corbí, -un aborigen- poeta presumido y altanero. Toda la obra, como ya se ha comentado rezuma alusiones al eros de los protagonistas, el lector tiene la sensación, a veces, de tener entre sus manos un tratado de anatomía sexual. Las alusiones al erotismo no son fortuitas, responden a un interés del autor; o bien por provocar una reacción en el lector, o por transmitir su particular visión del comportamiento humano.
En otra línea, la rebelión de Rodrigo frente a la oferta tentadora y humillante de convertirse en payaso vestido de faquir para entretener a la “buena sociedad” manifiesta un canto a la libertad individual y el rechazo frontal a la opresión.

Garachana:
El lado animal de la persona alcanza ahora, a través del sargento su expresión más clara, liberado de la presión de un superior procede según su instinto animal y de conservación. Podríamos hacer una salvedad: el soldado que lleva dentro puede conducirle a un asesinato por dormir a cubierto y paralelamente a exponer su vida por salvar la de un herido (Gorostiza) y en un momento dado -tal vez como evidencia de su autoridad- compartir con sus subordinados cuanto posee.

Galaz:
Aporta un perfil de sensibilidad, Rodrigo se ha convertido en objeto de deseo también para el cabo el amor tiene para él un valor superior, es un peón disciplinado con sus dudas pero fiel a su condición. La frustrada huida, es consecuencia del rechazo a una situación insostenible de la que quiere escapar pero, y esto es importante, a la que vuelve asumiendo todas las responsabilidades y tareas. Una vez dentro del sistema su sentido del deber prima sobre cualquier otro concepto

Garrús:
El catedrático-samaritano personaje pintoresco, da una imagen un poco engolada, quizá hasta pedante pero es fiel a sus creencias, defensor de causas justas por más perdidas e imposibles que parezcan; perseguido por unos y utilizado por otros. Al final tratando de sincerarse con Paisán sobre el proceder de los albiñalistas es tratado por éste de viejo idiota e insolente.

No cabe duda de cualquier modo que Esquivias realiza un muy buen retrato antropológico de los personajes en toda la obra

Se van perfilando como protagonistas Garachana, Galaz y Garrús. ¿Será fortuito que los tres nombres tengan igual comienzo?

jueves, 3 de febrero de 2011

La ciudad Purgatorio



Picasso
Transcurrido el periodo de gestación, el tostador dio a luz felizmente con un “clac” en sustitución al preceptivo azote, a dos tostadas morenas y bien formadas, la aceitera, solícita, extendió sobre ellas una fina capa de aceite de oliva para protegerlas del ambiente externo y calmar, en lo posible, la irritación del parto.
Había pensado pasar por el casco antiguo como ejercicio previo para integrarse más con La Ciudad; el relax de la ducha, la luminosidad del día o quien sabe qué circunstancia cambiaron el razonamiento. Estaba volviendo a la postura inicial -ya descartada- y al peligro de identificarse en exceso con el espacio físico de la novela
En el extremo opuesto del auricular, navegando por la maraña de hilos del “telefonillo” se abrió paso una voz:
- Soy yo.
Haciendo el recorrido inverso contestó otra:
- Ahora bajo.
- ¡Buenos días!
- ¡Hola!
- Entonces, vamos por el centro.
- No. Mejor por el paseo, aprovechemos el sol.
- Pero…
- Verás. He pensado que es mejor dejar espacio a la imaginación, no es necesario para leer una obra conocer el lugar donde se desarrolla la acción. La ciudad del Gran Rey es un lugar real y ficticio al mismo tiempo, las leyes físicas no se cumplen en su interior, calles y edificios son mutantes, pero ¡cuidado! sólo algunos, los extraños se pierden en ella. Creo que el autor, con un giro literario quiere transmitirnos la sensación de ser transportados a una civilización desconocida, y siendo así: ¿Qué objeto tiene conocer con detalle algo que para los protagonistas no es real, no existe?
- ¡Vale! ¿No te parece una obra un tanto esperpéntica? Al menos en la deformación de la realidad y la crítica social, si lo parece.
- La novela es un reto del autor al lector, se han conservado personajes y lugares de Inquietud. Los lugares, ya hemos visto, cambian, los personajes muestran un amplio abanico de reacciones e instintos representativos del comportamiento humano en un medio hostil, no en el propio.
- ¡Ya! El reto de los instintos está claro. Hay una constante erótica que se repite a mi juicio sin conexión lógica.
- Podría ser un modo de expresar sentimientos, o también el reflejo o denuncia del primitivismo que camuflado por los condicionantes sociales subyace en la humanidad,
- ¡Lucia! ¡Por favor! Los sentimientos no llevan obligatoriamente carga erótica.
- Solo quería hacer de abogado del diablo. No sé.
- Y. …¡Qué me dices de esos “retratos” que aparecen sin conexión con la narración?
- ¿Retratos….?
- Retratos, micro relatos, reseñas. No recuerdo bien, veras.... el ama de cría hija de la molinera, los enchufes con lengua bífida el espejo del Salón Parisiana. Relato dentro del relato, o como se llame.
- Yo los veo como una especie de oasis en el desierto, hay un cierto carácter de cordura en ellos, casi todos son menos ficticios que el conjunto de la narración.

Una garza real, ajena a la expectación que despertaba en los transeúntes jugueteaba, antes de almorzar, con un pez de considerables dimensiones en la orilla del rio.

- Es preciosa ¿Verdad?
- Preciosa. ¡Lástima de cámara! No volveré a salir sin ella.