Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

lunes, 16 de diciembre de 2019

SIDI, NOVELAS Y CANTARES.



Aún conservaba SIDI calor de librería cuando por azar o destino arribaba bajo mi brazo a la plaza de Mio Cid, la misma que un verano de 1955 (entonces Plaza de San Pablo) se preparaba para la inauguración de la estatua del Cid y Vía Cidiana que para nosotros, los chicos del barrio, era familiar desde finales del año anterior. Por nacimiento o la influencia de un ejemplar del Poema de Mio Cid editado por el Ayuntamiento que formó parte de las lecturas escolares de este (aquel) escolar de Enseñanza Primaria; Rodrigo Díaz –junto a Don Quijote– fueron desde entonces los caballeros a seguir.

Hoy, la pluma (es un decir) de Pérez Reverte nos devuelve en modo novela aquel Poema «puesto al día» añadiendo a lo legendario de este, el realismo de sus experiencias personales como corresponsal –entre otros conflictos– de la Guerra de Eritrea de 1977 aderezado con buena muestra de las diferentes formas de lenguajes peninsulares de la época. La novela –creo– al margen de algunos aditamentos juglarescos se ciñe a la documentación histórica que nace de la Historia Roderici y Carmen Campidoctoris. Acudimos nuevamente al trabajo de profesor Peña Pérez [1]en el que de algún modo vienen a condensarse los acontecimientos narrados en SIDI y que corresponden aproximadamente (pp. 67 a 87 de Mio Cid el del Cantar) al primer año de destierro, que, por cierto, también puede cuestionarse:

Tras asolar las tierras nororientales de la taifa de Toledo protegidas por Alfonso VI, bien pudo ser como apunta el profesor Peña que El Cid «asumiera sereno el castigo como pretexto para iniciar una nueva vida fuera de su tierra» planteándose la conveniencia de buscar mejor destino que el que podía ofrecerle la corte del rey de León y Castilla poniendo su saber y sus mesnadas al servicio de otro amo. Cabe por tanto la duda sobre la versión del destierro que aporta El Cantar.

Pero..., dejemos la historia. SIDI se plantea con un relato documentado sugestivo y atrayente, elevar la tensión y atraer la atención del lector en términos similares a como hicieran los juglares. Los poetas acudieron a las convicciones morales, fidelidad, envidias e ira real para elevar la biografía de Rodrigo Díaz. Arturo Pérez Reverte manejando la historia, usando la experiencia vivida y su saber hacer, nos presenta un Cid en su faceta humana apegada a la realidad y a su gente lejos del semidiós de unos y el mercenario de otros.

Asegura –y lo creo firmemente– que ha disfrutado tanto documentándola como escribiéndola.

Imagen: AUGUSTO FERRER-DALMAU. 


[1] PEÑA PÉREZ, Francisco Javier, Mio Cid el del Cantar. Un héroe medieval a escala humana, Madrid, Sílex Ediciones, 2009.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

SIDI: EL ALFÉREZ DE SANCHO II DE CASTILLA.



Sancho II El Fuerte, primogénito de los reyes de León Fernando I y doña Sancha, y hermano de Alfonso, García, Urraca y Elvira, cuando las tropas castellanas se reagrupaban fatigadas en el vado, tras quitarse el guante manchado de sangre agarena y extenderle para que la estrechara, su mano desnuda, dijo [a Ruy Díaz]: serás mi alférez. A Rodrigo Díaz de Vivar, llamado Campi-doctor o Campeador (vencedor en el campo, o en la batalla) y al que más tarde, los musulmanes llamarán Cid (Sidi, Señor), estas tres palabras le auguraron gloria. Desde entonces, el infanzón de Vivar luchó en duelos singulares por Castilla y por su rey y, llevó la bandera de su señor.

Fernando I, padre de Sancho, conde de Castilla desde 1029 y rey consorte de León desde el año 1037, tradicionalmente considerado primer rey de Castilla, incurrió en el mismo error que su padre: dividir sus reinos. Legó a su primogénito, Sancho, el Reino de Castilla, a Alfonso, su preferido, el de León y a García, el menor, el de Galicia. Las dos hijas recibieron además de los territorios de Zamora para Urraca y Toro para Elvira, sendos infantazgos. Ni Sancho ni Alfonso quedaron conformes con el reparto, por lo que los enfrentamientos –incluso armados– fueron frecuentes entre ellos. Pese a la rivalidad, los dos hermanos, posiblemente con la aquiescencia de Urraca y Elvira, llegaron a un acuerdo: había que quitar a García su hermano menor el Reino de Galicia.

Como era previsible ninguno de los dos estaba dispuesto a ceder derechos al otro sobre los territorios despojados: Sancho se proclamó soberano de Castilla y Galicia, Alfonso se intituló rey de León y Galicia. La situación terminó en batalla, los ejércitos castellanos y leoneses se enfrentaron a pocos kilómetros de Carrión de los Condes (en Golpejera). Alfonso resultó en principio victorioso, pero Sancho reorganizó sus tropas y aprovechando el factor sorpresa venció y capturó a su hermano, coronándose a sí mismo rey de León en enero de 1072. En Zamora, feudo de Urraca y refugio de no pocos nobles leoneses fieles a Fernando VI, tenía aposento la hostilidad de su hermana, el clero y la nobleza refugiada.

Las crónicas[1] caracterizan a Sancho II como «ambicioso», «iracundo» o «belicoso», que bien podrían ser aportaciones de la épica para hacer más atractivo el relato, pero cabe considerar que, de no tener un tanto de fundamento el juglar no lo hubiera considerado. En cualquier caso, Sancho puso cerco a Zamora. Durante este, un caballero llamado «Vellido Adaúlfiz», «Vellitus Arnulfi», «Belid Alfonso» (nosotros lo conocemos como «Bellido Dolfos») fingió  la deserción de las filas zamoranas, ganó la confianza del rey y durante una labor  de reconocimiento a las defensas de la ciudad lo alancea a traición huyendo a Zamora donde se documenta su existencia años después del magnicidio.

Tras la muerte de Sancho (también llamado «El Fuerte») el protagonismo alcanza a dos personajes: Fernando VI, conocedor o no de la trama y beneficiado del suceso, y Rodrigo Díaz de Vivar que sospechando de Bellido trató sin éxito de dar caza al asesino salvado por las puertas de Zamora. Su fama épica, comienza aquí por su fidelidad al rey muerto (Sancho) y a su rey natural (Alfonso).

Será difícil saber si Bellido Dolfos cumplía órdenes y de quien; también, y en consecuencia si el Cid Histórico persiguió o no al asesino. Lo que sí sabemos tras los avances de la Historia es que, la Jura de Santa Gadea y el engaño a los prestamistas con un cofre lleno de arena y piedras, forma parte de la épica juglaresca, no de la realidad. El profesor de la UBU Francisco Javier Peña confirma esto en su espléndido trabajo[2]:

Ningún documento de la época deja constancia del supuesto gesto arrogante de Rodrigo ante su rey Alfonso, y tampoco las crónicas coetáneas o más próximas a las fechas de referencia se hacen eco de lo que, de haberse dado, habría constituido un acontecimiento de gran resonancia social y política, muy difícil de relegar al olvido o al silencio.

La leyenda, los cantares de gesta y los romances han contribuido con frecuencia a modificar el curso de los acontecimientos. Pero no profundicemos más, SIDI es una novela y como tal hay que leerla.

Imagen: Wikipedia.



[1] De rebus Hispanie; Chronica Naierensi; Chronica latina regum Castellae.
[2] Mio Cid el del Cantar. Un héroe medieval a escala humana, Madrid, Silex Ediciones, 2009, p. 57.

viernes, 8 de noviembre de 2019

RELEYENDO A LORCA. LA CASA DE BERNARDA ALBA, LOCURA O MUERTE



La casa de Bernarda Alba ópera del compositor y director de orquesta Miquel Ortega estrenada el 10 noviembre del 2018 en el Teatro de la Zarzuela.

Sé que Lorca siempre es actual, lo sé, pero hoy tras su relectura me lo parece más, si cabe. La casa de Bernarda Alba concluida por Lorca en junio de 1936, se estrenó en Buenos Aires en marzo de 1945. En España no subió al escenario del teatro Goya de Madrid hasta el 10 de enero de 1964.

El pasado año 2018 se cumplieron 40 años de la legalización de la píldora en España, su venta, exposición y divulgación de información sobre métodos anticonceptivos fue delito entre 1941 y 1978 y el aborto no se despenalizó hasta 1985.

Contrastar estas fechas abre camino a la reflexión sobre como con el teatro por herramienta pueden aflorarse vicios ocultos en la estructura de una sociedad hipócrita constreñida por las buenas formas de la apariencia y el «qué dirán». Hace ya 83 años con un oscurantismo galopante por telón de fondo Lorca presentó en esta obra el drama de cuatro mujeres privadas de manifestar sus impulsos emocionales y puso en evidencia que el apetito sexual femenino a pesar del tabú, ya existía.

Protagonizan la obra diecisiete mujeres, el hombre, solo un hombre, Pepe el Romano, es una sombra en el reparto. Desde el título mismo –creo– viene a proponerse un acercamiento al tema: «La casa». No Bernarda, ni las hijas ni Adela ni La Poncia, sino la casa entendida como sociedad en su conjunto.

Quiero ver otras claves:

Bernarda, a quien el lector/espectador odia antes de su aparición tras la presentación que de ella hace La Poncia (¡Mandona! ¡Dominanta!), asume el rol de las conveniencias sociales escenificando con sus hijas la situación de buena parte de aquellas mujeres españolas, magnificada con la anulación total de la libertad.

Dolor impuesto. El fallecimiento del padre lleva a la reclusión domiciliaria durante años como manifestación de luto. La madre liberada «del respeto debido» por muerte del marido toma el papel de opresora, conforme con la esclavitud de la apariencia.

Conciencia de clase y honor. Clase entendida como riqueza. Honor como imagen visible al público. Hablando de honor, en la calle una joven soltera es arrastrada y lapidada por el vecindario (mató a su hijo para ocultar su vergüenza).

No hay liberación posible, Adela, la hija menor, inicia el camino pero la andadura termina en suicidio. Josefa, la abuela, se evade por la locura.

La píldora que tal vez hubiera evitado el suicidio de Adela y la lapidación de la hija de La Librada era ciencia ficción cuando Lorca escribió La casa de Bernarda Alba.

No había otra solución: locura o muerte.

lunes, 28 de octubre de 2019

SÍ SE PUEDE





A veces, algunas veces, en la algarabía de un atasco, el griterío de un bar o la escandalera de un centro comercial, notamos contra natura, que la soledad duele y uno que porta su propia historia collage de sonrisas, lágrimas, culpabilidades, arrepentimientos y desencantos, se pregunta por qué cuando todo es compañía, te sientes solo.

No tengo la bola de cristal ni varita mágica, pero sí creo que cuando la vida se desarregla un poco, o mucho, el por qué no es lo importante, lo que cuenta es salir de la situación, poner coto a la desmesura. La vida nos lleva a veces, algunas veces, por caminos intransitables que nunca quisimos recorrer, por ello hay que poner los medios para que la soledad se haga bullicio o al menos quede atrás; la prioridad es salir sin perder la dignidad, sin aires de victoria ni muestras de derrota convencidos de que el camino tal vez no sea fácil, pero sí el mejor de los posibles.

La vida no tiene guion establecido, se configura cada día cada hora minuto a minuto, aprendiendo de los errores sin perseverar en ellos.

Si me lo preguntas, diré que es posible salir, volver a empezar. Solo es preciso querer. Si quieres que la vida cambie ¡Cámbiala!

jueves, 17 de octubre de 2019

«VOLVER» DÉCIMO ANIVERSARIO



El reencuentro con las aulas y el eco del tango Volver esparcido sin recato desde el tercero-B por el patio de vecindad, son los culpables. Hoy, remedando la canción de Gardel compuesta allá por 1934, la nostalgia me hace coincidir con el cantante:


Pero el viajero que huye
Tarde o temprano detiene su andar
Y aunque el olvido, que todo destruye
Haya matado mi vieja ilusión
Guardo escondida una esperanza humilde
Que es toda la fortuna de mi corazón

Volver con la frente marchita

                            [...]
Que veinte años no es nada

El desocupado lector a tono con el tanguero entiende que diez –que hoy cumple El Alfoz– lo son menos. Así las cosas, con alevosía y nocturnidad se propone suspender la vacación a sus presuntos seguidores continuando la labor aplazada –que no suspendida– durante ocho meses, diecisiete días y sus correspondientes noches.

Gracias a todos.

Nos leemos.

jueves, 31 de enero de 2019

EN VERSO O EN PROSA. Cuaderno de vacaciones, Luis Alberto de Cuenca




A resultas de la definición que el DEL en su acepción primera hace de poesía: «Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, ya sea en verso o en prosa», pienso tras leer Cuaderno de Vacaciones o como consecuencia de ello, que a la definición habría de añadirse «acercamiento». Y es que, el desocupado lector acostumbrado al esfuerzo en lo que a la comprensión poética se refiere, Cuaderno se le ha antojado cercano; se preguntó por qué y en el diccionario encontró la respuesta: en PROSA.

¡Claro! Buscaba la rima; solo encontró la medida y..., une que te une leyó en prosa como cuando «nuestros padres nos endosaban religiosamente todos los veranos aquellos cuadernos de vacaciones para que no decayese nuestro entrenamiento intelectual»[1] y así, alejandrinos, endecasílabos, haikus..., maridaron a Safo, Hefesto, Walt Whitman, o el mismísimo Goethe, con la Movida madrileña. 


[1] CUENCA, Luis Alberto de, Cuaderno de vacaciones, pág., 7.

jueves, 24 de enero de 2019

Sobre el difícil parentesco entre novela e historia. Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Vicente Blasco Ibáñez



Dos meses después de estallar la Guerra Europea comienza a publicarse en el diario El Pueblo de Valencia la serie de cuadernos semanales Historia de la guerra europea. Vicente Blasco Ibáñez, su autor, es consciente de que no está narrando desde la independencia y la imparcialidad. No. No busca historia es una acción de propaganda francófila sin apoyo oficial. Consecuencia de ello, y ahora sí con ayuda francesa, visita puestos avanzados del frente, las ruinas del pueblo del Marne y el cuartel general del 5º ejército en Reims vetados a cualquier civil incluso francés. Este fue el comienzo de Los cuatro jinetes del Apocalipsis.

Tras la amarga experiencia de la aventura americana en que dejó prácticamente todo su patrimonio, Blasco ya no es el escritor de novelas sin tendencias políticas; sigue defensor de lo que entiende como causas nobles y opuesto sin fisuras a quienes opinan lo contrario. Asentado en este criterio concibe Los jinetes, obra partidista y aliadófila escrita con la espontaneidad e indignación de quien ve –como ocurriera en otros muchos casos– a los franceses como «buenos» y a los alemanes como «malos». El lector indulgente y consciente de que novela e historia no son la misma cosa verá en la obra una realidad en la que todos pierden.


Imagen Wikipedia

martes, 15 de enero de 2019

El españolismo de: The four horsemen of the Apocalypse. Vicente Blasco Ibáñez.



A Jackie, su sangre aragonesa por parte de padre le hervía. ¿Cómo era posible que una carta con la dirección: “Míster Ibáñez, Valencia, Spain; debidamente franqueada no llegase a su destino? The post office, machaconamente le devolvía la correspondencia una y otra vez con la estampilla: Wrong address. Ni corta ni perezosa se llegó a la embajada española, el amable empleado nacido en Ponga (Asturias) había leído a Blasco, pero en castellano.

-     Me parece que don Vicente ahora está en París, creo que tenemos la dirección. -Veamos...
-      Sí. Aquí está, creo que esta es la buena.

Vicente Blasco Ibáñez
4 – Rue Rennequin
París (France).

Había asegurado en su Club de Philadelphia que conseguiría un autógrafo, una nota o –por qué no– un ejemplar de The four horsemen of the Apocalypse firmado por Blasco Ibáñez.

Así pudo ser el comienzo, también otro, pero, lo cierto es que Vicente Blasco Ibáñez había olvidado la cesión de los derechos de traducción al inglés de su novela. La recepción de esta y otras cartas, notas y recortes de prensa estadounidense lo devolvió a la realidad del éxito y en consecuencia su celebridad en ultramar. Estados Unidos quintuplicaba ya la población de España lo que dificulta las comparaciones para el lector europeo; aun así, antes de llegar al año de su publicación traducida (1918 Dutton house New York), Four horsemen, alcanzó el medio millón de ejemplares; a principios de 1920 llegó a su 150ª edición, sumando ya millón y medio de ejemplares.

Esto no hizo rico a Blasco, legalmente la traductora era la propietaria de la obra.

Ni corto ni perezoso, como Jacqueline, Blasco Ibáñez cambia el rumbo, acepta la invitación de la Columbia University (aunque muy traducido era un gran desconocido) e inicia una gira que lo enriquece de experiencias y –ahora si– afirman su situación económica. Las conferencias pronunciadas en español en el país de Roosevelt, cumplieron la gran función literaria de potenciar el castellano por: California, Texas, Nuevo México, Arizona..., donde era entendido sin problemas. En el resto los discursos eran repetidos por un intérprete.

El Blasco colonizador que hubo de abandonar «Cervantes» y «Nueva Valencia» reaparece heredero de aquellos exploradores del XVI, con la nueva herramienta de las letras y España se posiciona culturalmente en el mundo anglosajón.