Una vez más, Cervantes, muestra con precisión los costumbrismos del pueblo, en todo el capítulo, primero con la búsqueda del asno, y más adelante, describiendo usos y costumbres de la época, que "no ha mucho tiempo" coexistían con nosotros. Es el caso de Maese Pedro, predecesor de los teatros ambulantes y de los charlatanes de nuestros pueblos y mercados, que al igual que él, se solían acompañar de algún animal - oso, cabra, serpiente - que poseía raras habilidades, con lo que se corrobora el dicho de " un tonto engaña a ciento, si le dan lugar y tiempo".
La conversación en un aparte de Don Quijote y Sancho, tiene como siempre matices interesantes, presuponiendo un pacto con el diablo al titiritero, cuando posiblemente sólo fuese un poco de picardía y astucia para manejar adecuadamente la ley de probabilidades.
Mención aparte y digna de un mayor estudio son las frases sobre el mono que no es astrólogo y la incapacidad de alzar figuras. Éstos términos nos llevan hasta los actules videntes y profesionales del tarot, a los que normalmente " su abuela " les transmitió el don de interpretar el horóscopo y el futuro de una persona.