Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 20 de octubre de 2011

Paisaje - Sonata de otoño




El aroma de un café recién hecho envuelve ese momento único en el que nos apartamos del mundo para adentrarnos  en la lectura y se crea la magia, Sonata de otoño se transforma en paleta de pintor, la letra impresa se torna paisaje, el lector, este lector, entiende, ahora sí, lo que supone la capacidad de transmitir sensaciones administrando con sabiduría elementos artísticos, y la diferencia que esto tiene con describir.
No hay reiteración, es como ponerle ojos a la palabra escrita, agregarle elementos pictóricos con los que, de la mano de Valle Inclán nos asomamos al paisaje de Galicia, de su Galicia.
“Cuando salimos al campo empezaba la claridad del alba”. “El sol empezaba a dorar las cumbres de  los montes….” Y sobre el verde fondo de la pradera alta, en el dominio de un Pazo….”
Tras las verjas, el Pazo de Brandeso pintado con el mismo pincel, muestra el sabor rancio, venerable y melancólico de su jardín, un jardín literario en torno a un símbolo de su tierra natal: el Pazo. La mirada, se aquieta ante ese trozo de Galicia captando un mensaje:
“Bajo la fronda de aquel laberinto, sobre las terrazas y en los salones, habían florecido las risas y los madrigales”.
Madrigales especialmente intensos, amorosos, delicados, con un trasfondo de remordimiento. El cariño ideal entona una despedida fingida - “¡Adiós, hasta mañana!”- rota al refugiarse dos cuerpos bajo las sábanas.
Hay algo musical, armonioso en la narración, que nos acerca a un amor imposible. La lluvia y el sol están siempre presentes, pacíficos caracoles sestean adormecidos al arrullo del agua de una fuente. Hay vida en estas páginas, de ellas surge un otoño, visto a través de los cristales dorados por el sol de los miradores de Brandeso, donde una enamorada triste suspira.
“Era noche de luna, y en el fondo del laberinto, cantaba la fuente como un pájaro escondido”.
Es difícil, verdaderamente difícil, escapar a la explosión de sensaciones pintadas por Valle Inclán en Sonata de otoño.

Imagen: Pazo de Ximonde. Vedra (Santiago) Bien podría ser el Pazo de Brandeso.




11 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

¡Precioso como lo has expuesto! Es que en esta sonata se huelen las rosas, el musgo, la hierba mojada... Una maravilla. Besotes, M.

Merche Pallarés dijo...

¡Ah! y muy bonita la foto. Besotes de nuevo, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué texto más hermoso, Paco.
Es cierto: Valle trabaja como un pintor impresionista de su época en la descripción de estos paisajes que se quedan grabados en la mente del lector.

pancho dijo...

Me encanta como has ligado el texto, parece la mano de Valle que te haya prestado la pluma para seguir escribiendo, suave como la seda.

Asun dijo...

Lo poquito que he leído hasta ahora es todo un lujo para los sentidos. Una parece estar dentro de la escena contemplando todo lo que Valle describe.

Te digo mismo que Pancho.

Besos

J. G. dijo...

algunos de mis últimos post están ambientados en un determinado lugar que lo imagino similar similar a esa foto que pones en el tuyo, aunque en mi caso la imagine en blanco y negro. buena y feliz noche de viernes.

Marina dijo...

Sonata de otoño...aunque en tu blog parece primavera...siempre parece primavera.

Besitos cielo.

Abejita de la Vega dijo...

Se respira humedad en la sonata. Siento el olor de la hierba y el del café de la facultad. La paleta de Valle Inclán tiene los colores precisos.¡Qué bien nos lo has pintado!

Besos, Paco.

MIMOSA dijo...

¡Con qué elegancia describes las cosas! No se aún si me gustarán las sonatas, pero sin duda me siguen encantando tus entradas.
También le has dado musicalidad y armonía a tu texto, porque hay una vida que late, que late en El Alfoz.
Es un texto precioso Paco.
Besos y feliz semana que comienza a la vuelta.

Hernando dijo...

El paisaje es impresionista, pero los personajes, me da que son grecquianos, me imagino a la "pobre Concha" postrada en el lecho de la muerte pálida como en el entierro del conde Orgaz, o el color de los rostros de sus santos, además creo que los colores que se emplean en el modernismo, blanco pálido, rosa pálida..........se emplean mucho los colores pálidos con el negro son colores que salen de la paleta del Greco.

Lorena Ledesma dijo...

Encantadora experiencia pasar por acá. Leí este úktimo y fui haci atrás. Me encantó!
Un placer, volveré más seguido. No me desalentaré por haber llegado cuando ya han pasado un millón de posts.