El espacio comprendido entre butaca o graderío
y la cafetería más próxima se convierte de ordinario en foro donde el
espectáculo rabiosamente (o no) aplaudido es discutido y analizado. Las
conclusiones suelen variar en función de
la distancia a la que nos encontremos del evento; normalmente a mayor distancia
corresponden más comentarios lo que da lugar a que entusiasmo o decepción
iniciales se maticen.
La lectura podría entenderse como un
espectáculo en el que el escenario es la mente del lector. Éste llega a
convertirse en niño en el bautizo o muerto en el entierro, formando en definitiva parte de la obra a la
que otorga su particular interpretación.
Hoy, último jueves de abril, con el hatillo preparado
para permanecer un tiempo en Campos de
Castilla, toca poner broche a La marca del meridiano, espectáculo en el que el
lector sigue inmerso, por obra del buen hacer de Lorenzo Silva. Cuatro semanas
de comentarios, son distancia suficiente para que las ideas se sedimenten, por
lo que aún a riesgo de repetirnos exponemos nuestra particular apreciación de
la novela
- Emplea
un lenguaje sencillo, directo con las palabras
precisas, sin adornos y algo importante: destaca en sus diálogos el lado humano
de los personajes.
- Es actual, tocando temas candentes
como el fenómeno terrorista o el catalanismo, vistos sin acritud, en clave
individual, muy bien personificado éste en Virginia Chamorro:
“Confieso que pocas cosas en la vida
me han causado tanto regocijo como el que experimenté viendo a Chamorro,
gaditana de San Fernando y más allá de su
lugar de nacimiento marcada por la austeridad de su ascendencia burgalesa alzar
con el tenedor su primer calçot untado en salsa de romesco… después se comió
media docena más”.
- No escatima vocablos del momento:
politonos, televisión Full HD, Media Mark, Shakira, Mac Book…
- Podríamos añadir realista como
cuando señala la austeridad de la Guardia Civil refiriéndose a la habitación de
la residencia:
“Tomé para mí la dura silla que
había frente a la mesa, de tablero casi minimalista, en que la empresa pretendía
que el pringado de paso que se alojara allí hiciera su trabajo”.
- O en el (permítaseme) desconsuelo de
Consuelo:
“Que es joven, muy joven….Que le
gustan las joyas y tiene quien se las regale. Y que una parte de su cuerpo no
se debe a la Providencia”.
- Y por qué no aleccionadora:
“Cuando el mismo sujeto maneja la
porra y el sello de certificar según que cosas, se abre la puerta a que se
produzcan comportamientos muy poco recomendables”.
La marca del meridiano merece el
premio de otras lecturas de la saga policíaca aun para los no seguidores del
género. El Planeta es en éste caso a mi modo de ver, un trampolín necesario
para ahondar en la obra de Lorenzo Silva.
Imagen: EFE 16/10/2012
5 comentarios:
Excelente balance. Y una clave: el lado humano de los personajes.
Gracias, Paco. Y buena forma de llenar el hatillo para mayo...
La lectura es el mejor espectáculo del mundo y el más barato. A ver quien te da tantas sensaciones, tantas horas de diversión por unos veinte euros. Además su impulso es la mejor llamada para lanzarse a la escritura (de aficionadillo,eh).
Yo puedo afirmar que si no hubiera sido por la propuesta de Pedro, no habría llegado a Silva. Y seguro que él no lo habría propuesto si no hubiera ganado el Planeta. De modo que para algo sirven los premios.
Un abrazo.
Buenas noches, Paco Cuesta:
Tenía una de las novelas de Lorenzo Silva, El alquimista impaciente, y a pesar de la portada no se me había ocurrido leerla. Al proponer el profesor Ojeda ‘La marca del meridiano’, me he dispuesto a leer las siete con la pareja de investigadores de protagonistas.
Veintiún euros, según para qué economías es mucho, cuando puede haber ediciones de bolsillo y llegar a mucha más gente.
Lógicamente el Premio Planeta lo pagamos los lectores.
Abrazos.
He intentado conseguirlo en la biblioteca, pero no lo tienen, se conoce que ha habido recortes.
Seguiré vuestras lecturas, -que me encantan- hasta que lo lea.
Un abrazo
Como dice Gelu, no están al alcance de todos los bolsillos.
El lado humano de los personajes. Es lo que interesa de esta novela, por lo menos a mí. Lo de menos el tejemaneje de buenos y malos.
Hay planetas y planetas. Y no olvidemos que Silva también tiene el Nadal, más respetable literariamente hablando. Y hay nadales y nadales.
Muy bien remarcado lo de la austeridad benemérita y lo de la catalanidad vista sin apasionamientos tontos.
El hatillo macahdiano siempre listo, no se abandona nunca.
Besos
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