Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 9 de mayo de 2013

A orillas del Duero. Campos de Castilla, Antonio Machado



Castillo de Gormaz

Caminar A orillas del Duero es sin lugar a dudas una actividad saludable, hacerlo acompañado de Don Antonio Machado una sensación repetible tantas veces como el lector quiera adentrarse en su obra, intentar un comentario sobre Campos de Castilla supone para este lector una labor a la que se enfrenta con respetable temor.
Abordamos lectura y comentario como un paseo con la compañía de excepción del poeta-protagonista.

El poema narra casi con precisión cinematográfica, paisaje, sensaciones, olores, montes y lomas mientras  caminamos no sin esfuerzo hacia un cerro cercano desde donde se divisa el Duero con el puente,  por el que atraviesan ¡tan diminutos! ya por la distancia lejanos pasajeros

“El Duero cruza el corazón de roble de Iberia y de Castilla”.

Tal vez  de la soledad, tal vez  del silencio, tal vez  de la grandeza abrupta del paisaje surge la reflexión en términos realmente crudos sobre la pobreza de los campos y la miseria de unas gentes cuyo único destino parece la emigración….

¡Oh, tierra triste y noble, 
la de los altos llanos y yermos y roquedas, 
de campos sin arados, regatos ni arboledas; 
decrépitas ciudades, caminos sin mesones, 
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones 
que aún van, abandonando el mortecino hogar, 
como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!”
 

…Y no menos duras consideraciones históricas entonadas como un lamento

“La madre en otro tiempo fecunda en capitanes, 
madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes”.


“Castilla miserable, ayer dominadora, 
envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora”. 


Los versos son indudablemente fuertes, de apariencia despectiva. La  Soria que ve Machado es fértil para el espíritu,  grande para la historia y triste para su realidad.

Iniciado el descenso recobramos la paz el poeta serena sus pensamientos. Suenan las campanas de la iglesia, las viejas piadosas acuden a rezar y el mesón abierto espera a los caminantes. Dos simpáticas comadrejas alegran la senda.

Mi atrevimiento ha llegado a percibir cinematografía en Machado. ¡Perdón!

6 comentarios:

Ele Bergón dijo...

Para nosotros que somos castellanos, nos resulta chocante y fuerte esas palabras que utiliza Machado en sus Campos de Castilla. Hace unos días lo comentábamos, Mari Ángeles y yo. Sin embargo, qué bien describe el alma y el paisaje de nuestro pueblo castellano, en este libro.

Me gusta lo que has escrito

Un abrazo

Luz

Abejita de la Vega dijo...

Sí, así es, como dice Luz, nos resultan muy chocantes los primeros versos de "Campos de Castilla", lo de la Castilla miserable que desprecia cuanto ignora, lo de los atónitos palurdos sin danzas ni canciones, etc.

Pero luego Leonor cambia el libro. Y nos gusta mucho más.

Besos, Paco

Gelu dijo...

Buenas noches, Paco Cuesta:

He recordado la entrada del profesor Ojeda con el enlace de este poema
‘A orillas del Duero’ , de Antonio Machado.
Qué bien haber elegido su poesía para la lectura en La acequia.

Abrazos

pancho dijo...

Estoy de acuerdo contigo, comentar poesía es como un acto de fe que hace comulgar al más ateo. Es agotador. Pero alguna vez hay que lanzarse, sin miedo, como tú lo haces para dar una visión personal y original de ella. Se disfruta más de la lectura si se hace con el detenimiento que requiere reflexión para poder escribir algo sobre lo leído.

Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Es cierto lo que comentas: Machado está lleno de sensaciones, pero sobre todo de mirada. Hacia fuera y hacia dentro. Caminar de su mano es hacer esos dos caminos, aunque duela.

Myriam dijo...

Admiro tu valor, Paco y además, lo has hecho de tal manera que es un placer enorme para mi venir y leerte y por ti, volver sobre los versos de Machado.