Con machacona frecuencia pasear
produce sobresalto: liquidación por cierre, se traspasa, se vende, cierre por
jubilación….
La pertinaz crisis de la que los
ciudadanos “de a pie” somos sufridos
sufridores, (ya, las redundancias no valen) y los administradores por nosotros
elegidos pésimos remediadores. La pertinaz crisis, digo, o el hastío, o la
falta de motivación hace que la continuidad en los negocios pierda, especialmente
en estos tiempos la esencia anterior. La jubilación del mantenedor de un
comercio supone el fin de este, los posibles herederos buscan refugios más
seguros tras años de oposiciones.

Afortunadamente hay honrosas
excepciones como la de Librería Luz y Vida de Burgos. Desde 1948 tres
generaciones han luchado en el complicado mundo de los libreros. La idea de
Álvaro abuelo, defendida con tenacidad por Álvaro hijo, encuentra hoy continuidad en Álvaro
Manso nieto con un nuevo establecimiento a unos metros (Laín Calvo 34) del
inicial y la misma o si cabe mejor atención a sus clientes. Al margen del rendimiento económico que
indudablemente todo negocio persigue cuentan con la fidelidad de sus clientes y
algo no menos importante: trabajan en lo que les gusta.
¡Enhorabuena!
En estos tiempos en los que hasta la
cultura sufre con los recortes es gratificante contar con la librería “de
siempre” aggiornada conforme a las exigencias del siglo XXI.
Sirva la presente entrada de modesto homenaje al mundo de los libreros sin cuya colaboración la pequeña ventana de
El Alfoz no sería posible y sirva también de felicitación y reconocimiento a dos buenos profesionales de
cuya amistad me precio.