Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

miércoles, 15 de enero de 2014

Platero y yo, elegía andaluza. Juan Ramón Jiménez



La cita que ayer cumplió un siglo de lectura, se publicó el 14 de enero de 1914 con el subtítulo de Elegía andaluza, y una dedicatoria:

A la memoria de Aguedilla, la pobre loca de la calle del Sol que me mandaba moras y claveles.

Con frecuencia se hace una utilización infantil y -permítaseme- “ñoña” de la obra, que no concuerda en absoluto con la verdadera intención del autor que utiliza la figura del burro delicado y tierno para hablar de poesía en formato de prosa poética. Platero es -formalmente- la segunda persona de la narración utilizada por el autor para aislarse mediante un segundo “Yo”, transfiguración de la poesía, y destinatario de las reflexiones del poeta que, mediante emociones pretende acercar al lector a su objetivo: la poesía.
La elección de Platero, destinatario sin respuesta por su condición no humana del mensaje, permite a Juan Ramón Jiménez mostrarnos su mundo interior, distinto al exterior reflejado.

El mundo es Moguer, su campo, tú y yo, Platero (JRJ)

En el mundo de Platero hay niños, pero niños desvalidos, pobres: el niño tonto, los niños pobres, la niña de la carretilla. La niña de la carretilla: poesía atascada en el arroyo grande de la creatividad. Platero, segunda persona acariciado por la primera persona –el Yo poético- sacan la vieja carretilla de atolladero. ¡Qué alegría! ¡Qué sonreír! Como premio dos naranjas: una para el borriquillo débil, otra para Platero.

Ahora que no somos niños. Releamos Platero y yo.

¡Feliz aniversario, Platero!


8 comentarios:

Kety dijo...

Buena propuesta.

Un abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Qué buena forma de acercanos a un libro tan popular y tan mal leído, Paco.

Ele Bergón dijo...

Esta obra la he leído más de una vez y cuanto más la leo, más me gusta. Nada de noña, está llena de metáforas y buena literatura.

Un abrazo

Luz

Abejita de la Vega dijo...

Aunque la usaban mucho en mi colegio, nunca he considerado que Platero fuera solo para niños. La mejor prosa poética en lengua castellana. También para niños, en lo que ellos pueden comprender.

La niña María Ángeles nunca olvidó que Platero se había bebido un cubo de agua con estrellas en el fondo del pozo, ni que los higos tenían su cristalina gotita de miel.

Besos, Paco.

Abejita de la Vega dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
pancho dijo...

Cien años ya de trotar por la imaginación de los lectores. El pollino más famoso de la historia tiene nombre literario, ganado a pulso y es del sur. Platero estará feliz con la ración de moras y claveles por su centenario.
Un abrazo.

Gelu dijo...

Buenos días, Paco Cuesta:

Me has recordado que tengo que hacer una entrada -prometida- dedicada a Juan Ramón Jiménez y a Zenobia Camprubí.
Cuando la publique la enlazaré aquí.
¡Qué precioso libro 'Platero y yo'!

Un abrazo

Myriam dijo...

Seguiré tu consejo y lo leeré de vuelta.

Besos