Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

viernes, 28 de febrero de 2014

A vueltas con la lengua


Una –otra más- de las disensiones de la sociedad actual es la concerniente  las lenguas; la preeminencia de una sobre otra llega a convertirse en tema capital especialmente si quienes lo manejan son los políticos. La controversia, de raíz ideológica, política y económica no refleja el día a día. El pueblo, verdadero poseedor de la lengua utiliza los códigos usuales aprendidos para comunicarse, los filólogos, intentan aportar luz a los orígenes de los textos escritos, los grupos de poder se sirven de unos y otros en beneficio de sus causas.

El origen del Castellano no es ajeno a estos vaivenes, las Glosas Emilianenses de fin del siglo X o principios del XI han sido durante un tiempo el marchamo de origen del Castellano a lo que nada hay que objetar si tenemos en cuenta que en arqueología ha de admitirse la posible aparición de restos anteriores al presente.

Los Becerros Gótico y Galicano de Valpuesta reúnen documentos que van del año 864 al 1190 y contienen ya fenómenos fonéticos del latín arromanzado castellano.

En las pizarras procedentes de Ávila y Salamanca hay inscripciones de documentos, compraventas, pagos, que contienen palabras romances dentro del texto reflejo del léxico de del siglo VI y VII.


Sentar  cátedra sobre  la originalidad o la cuna de una lengua es cuando menos arriesgado, no lo es, el deseo de conocerla libre de envolturas legendarias imprecisas y contradictorias. En investigación, el avance cronológico supone mayor conocimiento del pasado. La lengua, vehículo de comunicación debe servir a pesar de utilizaciones partidistas e ideológicas para unir, no para separar. El pluralismo ayuda a la amplitud de miras y conocimiento. Dejemos origen y datación para investigadores y arqueólogos. Seguro que ellos aciertan.  

6 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Acertado, Paco. Nadie tiene la propiedad de una lengua. Y esta siempre es un sistema en evolución constante. Como debe ser. Resultaría divertido parcelar la lengua para que entre en una ideología, en unas fronteras, en unas intenciones, resultaría divertido si no hubiera provocado ya tantos sinsabores, guerras y conflictos.
Y eso que las lenguas son, principalmente, una herramienta para comunicarnos.

Abejita de la Vega dijo...

Una lengua no tiene principio porque ¿en qué preciso momento pasó a ser castellano y no latín mal hablado?
Y no tiene dueño...

De todas maneras, a mí siempre me ha gustado lo del primer grito del recién nacido: las glosas emilianenses y silenses. Me gusta imaginar a un monje riojano que hace un apunte al margen para ayudarse. Eso es, lo que dice el profe, una herramienta.

Besos

Paco Cuesta dijo...

De estos documentos, a juicio de los estudiosos del tema se desprende que: el Castellano inicial fue un latín vulgar hablado "de forma diferente" por influencia de las lenguas prerromanas. Quizás me faltó esta puntualización.

Myriam dijo...

Muy de acuerdo contigo, Paco.

Besos

Jorge dijo...

Resulta curioso como las lenguas (tantas como personas, si lo llevamos al extremo), nacidas de la influencia natural y cotidiana de unos pueblos con otros, vecinos o invasores,en manos de los que mandan se pueden convertir en un elemento para la no comunicación y el enfrentamiento, justo lo contrario de su esencia.
¡Jo'er, vaya tropa!

pancho dijo...

El estudio del origen de cualquier lengua es una tarea apasionante. Siempre me ha fascinado la distinta evolución que tuvieron las lenguas romances dependiendo de los espacios que ocuparan.
Un abrazo.