Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 6 de febrero de 2014

Dejar las cosas en sus días. Laura Castañón


Poblado minero en Bustiello (Asturias)

Aida G. Montañés, biznieta de Benito Montañés e inquebrantablemente roja, parece ser el hilo conductor de la novela de Laura Castañón, que desde una tarde de agosto del 2007 sitúa al lector tan pronto  ante el portátil leyendo un mail como poco después, sin más trámite en la Asturias minera de finales del XIX, en una serie de historias llenas de verismo y en continua vuelta atrás, cuando la Sociedad Hullera Española de Claudio López Bru, II marqués de Comillas, comenzaba la explotación de la Cuenca en Mieres, Aller y Lena. El título es ya significativo: Dejar las cosas en sus días, y es que las cosas fuera de sus días, los hechos, fuera de su contexto pierden su original dimensión.

La inmersión en el pasado, requiere descompresión antes de salir a superficie, razón esta por la que teniendo en cuenta que Claudio López Bru aparece en principio como protagonista indirecto dedicaremos unas líneas a su vida y milagros. Y no resulta descabellado hablar de milagros por cuanto en 1945 se inició proceso para su  beatificación.

Hay suficientes comentarios y controversias sobre los marqueses de Comillas, especialmente sobre don Antonio primer marqués y padre de Claudio López, por lo que obviaremos ese tema. Interesa destacar que Claudio López fue un personaje profundamente religioso y comprometido con las actividades que en aquel tiempo impulsaba la iglesia católica, como los Círculos Obreros, Centros de Cultura de la mujer, Academia Universitaria Católica, Constructora Benéfica de casa para obreros…

Su figura simboliza el paternalismo industrial histórico: “mejoró” la situación personal y material del obrero inculcando en él la idea de “solidaridad” entre obreros y con el patrono. En Bustiello a orillas del Aller, en terrenos ganados al río construyó un poblado destinado a obreros que inspirados en su ideología fueran ejemplo para el resto, con la idea de alejarlos de los sindicatos reivindicativos no muy interesantes para su dominio económico y político. Su objetivo fue la hegemonía moral, intelectual y cultural de los Comillas, su pretensión construir una sociedad española a su imagen y semejanza.

Valga como epílogo comentar que en 1890 Claudio López creo para sus 1800 empleados una publicación: La Semana Popular Ilustrada, movida por el deseo sincero de alejar al pueblo de lecturas abyectas que le corrompen sin recrearle y que buscan el lucro por el camino del escándalo.

Será por tanto necesario seguir la recomendación de Laura Castañón y dejar las cosas en sus días. Cada cosa a su tiempo.  


3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

He pensado mucho en la perspectiva con la que la autora aborda a este empresario católico y paternalista. Pienso que hace bien en tratarlo como lo hace, exponiendo sus luces y sus sombras y sin juzgarlo directamente.
Iniciamos nueva andadura y te veo con ganas.

Abejita de la Vega dijo...

Por poco hacen santo al segundo marqués de Comillas. Hoy en día se revisa la labor de ese paternalismo proteccionista que velaba por los obreros y trataba de meterse hasta los más ocultos pensamientos. En Burgos, sabemos de círculos católicos y de obreros.

La inquebrantablemente roja Aida conoce al inquebrantablemnte azul Andrés y se le rompen los esquemas. Luego resulta que el azul no lo era tanto.

Un libro con muchas capas.

Besos, Paco.

Myriam dijo...

Interesante tu inmersión.

Te dejo besos salpicados.
Y gracias por venirte conmigo a Grecia, a mi fiestita. Gracias por las felicitaciones.

Besos