Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

viernes, 22 de enero de 2016

UNA OLIGARQUÍA SIN PAPEL SOCIAL: Los pazos de Ulloa, Emilia Pardo Bazán


Tal vez sea justo aceptar en Los Pazos de Ulloa de doña Emilia Pardo Bazán reminiscencias folletinescas que entiendo presumiblemente calculadas y de obligado cumplimiento, en aras de conseguir el objetivo propuesto.
Pongamos que una mujer, joven, rica, aristocrática, esposa y madre, pretende mediante una novela,  si no suscitar un debate, sí al menos mostrar determinada realidad social, política o moral no muy ortodoxa. Pongamos que en 1887 el 52% de la población masculina mayor de 10 años (3,5 millones de hombres) no sabe escribir, pongamos así mismo que el 77% de la población femenina con más de 10 años (5,3 millones de mujeres), tampoco sabe escribir. Pongamos entonces, que no es en este estrato social donde la novela encontrará  el núcleo necesario de lectores. Nuestra aristocrática autora es seguida por otro modelo de lector: aristocracia, burguesía, clero…, en consecuencia si la pretensión es cuestionar la vida y milagros del posible -literalmente único- cliente, aquel que no ha sabido, o no ha querido, conservar su función social pero sí mantener la ociosidad,  la irresponsabilidad y en muchos de los casos la violencia, la narración debe estar exquisitamente calculada no sólo para que se venda, principalmente para que se atienda y se entienda un mensaje hasta entonces nunca lanzado.
Emilia Pardo Bazán, mujer, joven, rica, esposa y madre, en 1886 con el recuerdo de observaciones realizadas durante años deja constancia de la desaparición de ideas sociales de una burguesía tal vez paternalista vigentes años antes, y en el recorrido su mirada topa con nuevos grupos: a una clase de curas de pueblo codiciosos, oportunistas e ignorantes ha de sumarse, consecuencia de la falta de dirigentes capaces, otro elemento social: el cacique embrutecido salido del pueblo capaz de imponerse por la fuerza el miedo y la usura.  Su patrimonio aumenta con el hurto, la obediencia que le prestan responde al miedo  y con la coacción, interviene en la vida política de la comarca.

Todo esto  era real en 1886. En Los Pazos de Ulloa asistimos a lo que fue la autoaniquilación de la clase dominante a través de una novela  que podremos tildar de folletinesca, definir como de tesis, o hasta  adjudicarle, a no ser por la escasa presencia del “pueblo llano” el calificativo de social . Esto había que decirlo como lo dijo doña Emilia, o de otro modo. Pero mejor así. En cualquier caso estamos ante una gran novela, que hace pensar.

3 comentarios:

Abejita de la Vega dijo...

Una novela de tesis que entretiene, enseña y emociona. ¡Qué poco nos interesan los finales sorprendentes? ¡Qué placer ir viviendo sus cuadros de vida, con sus detalles de paisajes y paisanajes! Ya he descubierto como se sale con la suya el cura Julián, a su manera, claro. Lo que nos decías el martes...
Me voy con la Chispa y compañía.

Besos, Paco.

Myriam dijo...

Como Ma Ángeles dice, una novela que entretiene,
enseña, emociona y muy, muy bien escrita.
Y muy valiente.

Besos, Paco

Pedro Ojeda Escudero dijo...

En efecto, no había otra si se quería calar con el mensaje. Todo un acierto.