Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 22 de diciembre de 2016

CREER EN LOS BUENOS LIBROS. Don Quijote de Manhattan, de Marina Perezagua.


«Marcela»
Los libros del lince es una pequeña editorial independiente que cree en los buenos escritores y en la necesidad de publicar libros capaces de contribuir a los debates públicos de forma crítica, y que miren el mundo desde nuevos puntos de vista.
Creemos que los buenos libros, como el lince ibérico, pertenecen a una especie muy bella que se encuentra en peligro de extinción. Nosotros tratamos de luchar por conseguir que sigan vivos.

Manhattan, enero 2016. Olvidados de Rocinante y el rucio, don Quijote y Sancho travestidos de androide y pacífico ewok de La guerra de las galaxias debían de adaptarse a los nuevos tiempos y así lo hacen por obra y gracia de Marina Perezagua en Don Quijote de Manhattan. El purista quijotesco puede ver como una profanación la reutilización –hay antecedentes– de los personajes de Cervantes cuando ambos son aclamados por un grupo de manifestantes desnudas o participan en una sesión de cibersexo, entiendo que no es tal. También en la novela de las novelas se trataba de –como  en un sueño– arreglar  el mundo. Allí fue, tal vez, el Amadís de Gaula, aquí La Biblia.

La apuesta es arriesgada y atrevida por lo que tiene de metaliteraria combinando el lenguaje de Cervantes (liciones, vuestra merced…) con el contemporáneo (comida basura, comercio de armas, racismo…). El lector –este lector– testigo en fin de los desequilibrios y aspectos chocantes de una sociedad que no es la suya, se auto obliga con la lectura a conocer mejor asuntos y lugares que le son extraños (Woodside, Dicks, Starbucks, Meadows Natatorium), a indagar sobre grupos étnicos (los shilluk) y ¡por qué no! Recordar a Gilgamesh. Todo y siempre bajo la premisa de una narración cómica que se torna onírica y catastrófica «Derribados estamos, mas no destruidos» a partir del capítulo XXIV cuando Quijote y Sancho vagan desnudos y sin zapatos en pos de «Marcela».


Quiero buscar –es tiempo de deseos– un paralelismo entre «el rosario de planchas de plástico doradas y brillantes» que cubrían a modo de dignísima armadura «el cuerpo todo» de don Quijote y la «pequeña editorial independiente que cree en los buenos escritores». El insigne caballero discurre por las calles de Manhattan con el «aggiornamento» que le corresponde. La obra de Marina Perezagua debe ubicarse en espacios singulares. 

5 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¿Y este don Quijote -el mismo y diferente- también comprenderá que el mundo no tiene arreglo pero que no hay que dejar de intentarlo con esperanza?
Inteligente entrada, Paco.

la seña Carmen dijo...

Sin duda una obra singular, que puede gustar o no, pero la autora lo ha intentado.

Abejita de la Vega dijo...

Los buenos libros llevan a otros buenos libros. ¡Feliz Navidad, Paco!

Ele Bergón dijo...

Sin duda esta editorial ha acertado con el libro de Marina Perezagua. A mí sí me ha gustado, tanto en el tono, como en el ritmo y su contenido.

Feliz año 2017 que inauguraremos con esa olla podrida en el restaurante El Alfoz. Allí nos veremos, quizás antes nos encontremos por Aranda,

Beos

Myriam dijo...

A mi también me ha gustado, todo un acierto el de estos linces.

Y si hay olla podrida, claro que nos vemos allá
(en el plano real y concreto) que ya va siendo tiempo...

Besotes