Aún
conservaba SIDI calor de librería
cuando por azar o destino arribaba bajo mi brazo a la plaza de Mio Cid, la
misma que un verano de 1955 (entonces Plaza de San Pablo) se preparaba para la
inauguración de la estatua del Cid y Vía Cidiana que para nosotros, los chicos
del barrio, era familiar desde finales del año anterior. Por nacimiento o la
influencia de un ejemplar del Poema de
Mio Cid editado por el Ayuntamiento que formó parte de las lecturas
escolares de este (aquel) escolar de Enseñanza Primaria; Rodrigo Díaz –junto a
Don Quijote– fueron desde entonces los caballeros a seguir.
Hoy,
la pluma (es un decir) de Pérez Reverte nos devuelve en modo novela aquel Poema «puesto al día» añadiendo a lo
legendario de este, el realismo de sus experiencias personales como
corresponsal –entre otros conflictos– de la Guerra de Eritrea de 1977 aderezado
con buena muestra de las diferentes formas de lenguajes peninsulares de la
época. La novela –creo– al margen de algunos aditamentos juglarescos se ciñe a
la documentación histórica que nace de la Historia
Roderici y Carmen Campidoctoris.
Acudimos nuevamente al trabajo de profesor Peña Pérez [1]en
el que de algún modo vienen a condensarse los acontecimientos narrados en SIDI y que corresponden aproximadamente
(pp. 67 a 87 de Mio Cid el del Cantar) al primer año de destierro, que, por cierto, también puede
cuestionarse:
Tras
asolar las tierras nororientales de la taifa de Toledo protegidas por Alfonso
VI, bien pudo ser como apunta el profesor Peña que El Cid «asumiera sereno el
castigo como pretexto para iniciar una nueva vida fuera de su tierra»
planteándose la conveniencia de buscar mejor destino que el que podía ofrecerle
la corte del rey de León y Castilla poniendo su saber y sus mesnadas al
servicio de otro amo. Cabe por tanto la duda sobre la versión del destierro
que aporta El Cantar.
Pero...,
dejemos la historia. SIDI se plantea con
un relato documentado sugestivo y atrayente, elevar la tensión y atraer la
atención del lector en términos similares a como hicieran los juglares. Los
poetas acudieron a las convicciones morales, fidelidad, envidias e ira real
para elevar la biografía de Rodrigo Díaz. Arturo Pérez Reverte manejando la
historia, usando la experiencia vivida y su saber hacer, nos presenta un Cid en
su faceta humana apegada a la realidad y a su gente lejos del semidiós de unos
y el mercenario de otros.
Asegura
–y lo creo firmemente– que ha disfrutado tanto documentándola como escribiéndola.
Imagen: AUGUSTO
FERRER-DALMAU.
[1] PEÑA
PÉREZ, Francisco Javier, Mio Cid el del
Cantar. Un héroe medieval a escala humana, Madrid, Sílex Ediciones, 2009.
3 comentarios:
Yo también pienso que el autor ha disfrutado con esta novela. Se nota en la redacción, el ritmo y la intención. Consigue trasmitirlo.
Es una novela a la medida de Pérez Reverte, encaja el Cid pero podría ser cualquier héroe ficticio medieval. Para entretenerse y ya está. Como una de indios y vaqueros.
Una buena entrada, Paco.
Me gusta de tu entrada esos pequeños detalles burgaleses, que siempre nos unieron al héroe. De la novela no puedo hablar.
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