Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 6 de mayo de 2010

Confidencias a media noche. Don Quijote. Cap.48/2

Con dos personajes, sabrosos diálogos y una acertada descripción plástica, transcurre el presente capítulo en el que quedan perfectamente reflejadas virtudes y miserias como retrato de una época.

Tras seis días de confinamiento por la aventura gatuna, Don Quijote se ve asaltado nuevamente por pensamientos lascivos, se supone acosado por Altisidora con lo que reaparece su particular lucha por mantener la fidelidad a su señora Dulcinea:

“Que adonde quiera eres mía, y adoquiera he sido yo y he de ser tuyo”

La invasión de su aposento produce dos situaciones un tanto jocosas, aunque previsibles:
El orgullo de hombre le hace ver que la doncella viene a socavar su honestidad.
Su pudor le convierte en una visión casi fantasmal, cubierto de raso amarillo. ¿No se identifica el amarillo con la locura?
No es la doncella la que traspasa el umbral, ni mucho menos consecuencia de encantamiento o brujería: es la mismísima doña Rodríguez, que, creyendo en don Quijote, solicita su ayuda. Tiene lugar así un sabrosísimo diálogo en el que ambos  invadidos por mil y un razonamientos internos justifican y mantienen su honestidad,  integridad moral, y fidelidad.

“— ¿Estamos seguras, señor caballero? —Eso mesmo es bien que yo pregunte, señora. — ¿De quién o a quién pedís, señor caballero, esa seguridad? —A vos, y de vos la pido —replicó don Quijote—; porque ni yo soy de mármol, ni vos de bronce”.
“Y, diciendo esto, besó su derecha mano y le asió de la suya, que ella le dio con las mesmas ceremonias”.

La exposición de los hechos que motivan la visita a don Quijote, deja constancia de la realidad en la que viven –mal viven- las dueñas en palacio: escaso salario y pocas atribuciones en contra de lo que de ellas se piensa.
Supone también un contrapunto con la opinión reflejada por don Quijote:

“¿Por ventura hay dueña en la tierra que, tenga buenas carnes? ¿Por ventura hay dueña en el orbe que deje de ser impertinente, fruncida y melindrosa? ¡Afuera, pues, caterva dueñesca, inútil para ningún humano regalo!”.

Con la narración de la dueña en torno al suceso de su marido se pone de manifiesto el trato dado por quienes ostentan el poder, económico o social   a  sus subordinados, convertiéndolos en verdaderos objetos para su divertimento uso y disfrute.
No terminan aquí las denuncias, un nuevo caso de “rico seduce a pobre” apoyándose en promesas que no ha de cumplir, pone de relieve un tema desgraciadamente frecuente, el burlador paga las trampas de los señores principales, seguramente a cambio de otros favores, ellos, por supuesto, no intentan deshacer el entuerto, razón por la que doña Rodríguez solicita la intervención del caballero andante.

Hace la dueña -a modo de satisfacción del pobre- dos confidencias a su salvador:
Altisidora es más desenvuelta que recogida, no la considera digna de hombre de bien.
La aparente salud y belleza de la duquesa no es tal, ha de soportar llagas en las piernas para descargar humores malignos.
Pero...poco dura la alegría en casa del pobre, alguien se ha enterado de la relación entre ambos y la venganza no se hace esperar, doña Rodríguez es vejada y azotada allí mismo por “desconocidos” y don Quijote que contempla asombrado la escena también resulta agredido y debe defenderse a golpes.

En esa sociedad nadie puede saltarse las normas establecidas sin pagar por ello.

Imagen: Salvador Dalí

7 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha parecido muy tierno el encuentro entre estos dos personajes y además,visto lo visto, o leído lo leído,esta es una de las situaciones más normales de todas,abrazos

Merche Pallarés dijo...

Cierto tu último párrafo: "En esa sociedad nadie puede saltarse las normas establecidas sin pagar por ello". Y pensar que eso ha durado ¡hasta hace bien poco! Besotes quijotescos, M.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Excelente visión, Paco. En efecto, el castigo -lo veremos- se da por ir contra las normas. De todas las maneras, estos dos personajes estrafalarios, qué buen rato nos han hecho pasar.

pancho dijo...

Ya no sólo Sancho se ve envuelto por la locura quijotesca, vemos a la dueña Rodríguez completamente contagiada por el sueño del hidalgo.

Hay que tener en cuenta los tiempos distintos. En el XVII la libertad no se valoraba como ahora; era más importante tener para comer y vestir todos los días, que ser libre. Así tenemos referencias de esclavos de la época, que no se cambiaban por personajes libres. Piensa en toda la serie de personajes marginales de la época sin oficio ni beneficio.

Excelente y bien razonada visión del capítulo.

PABLO JESUS GAMEZ RODRIGUEZ dijo...

Gran analisis. Comparto el comentario de Merche y de Pedro Ojeda. Un abrazo.

Asun dijo...

Como siempre tu capacidad de resumen me admira.
Hoy en día creo que todavía quedan algunos restos del trato que algunos poderosos dan a sus subordinados.

Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Dalí era tan quijotesco...
Tu análisis social del capítulo es muy acertado. Doña Rodríguez pertenece a un colectivo subordinado, pobres dueñas,consideradas poco más que un mueble de palacio, para dar autoridad al estrado duquesil.
Pero ella cree en su caballero andante, él deshacerá el entuerto sufrido por su hija. El honor de los villanos, algo muy del teatro de esa época.
Un abrazo, Paco.