Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 22 de julio de 2010

El impostor descubierto. Don Quijote. Cap. 59/2


Escultura: Antonio Ramos (Lladró)

Que el tiempo transcurrido desde su primera salida y la realidad de los hechos, pesan ya sobre don Quijote, es evidente; tras el suceso de los toros asume la realidad; en su mente, los atacantes siempre fueron personajes misteriosos, ahora es consciente de haber sido molido por las pezuñas de los animales.
Su estado de ánimo no ha variado solo por éste acontecimiento, las andanzas de caballero habían de aportar fama respeto y honores, las doncellas rendidas ante su valor y la fortaleza de su brazo, caerían rendidas ante él. Nada de eso se ha logrado y su dama sigue encantada en cuerpo de rústica labradora. Hay por tanto una evolución en el personaje ya reflejado en anteriores entradas. En éste punto don Quijote se rinde, está dispuesto a la muerte por inanición, a lo que Sancho mucho más práctico se opone:

“Sepa, señor, que no hay mayor locura que la que toca en querer desesperarse como vuesa merced, y créame y después de comido échese a dormir un poco sobre los colchones verdes destas yerbas, y verá como cuando despierte se halla algo mas aliviado”.

En semejante estado de ánimo la nostalgia reaparece en el enamorado, ¡Si al menos tuviese a Dulcinea!
Para esto, es menester deshacer el encantamiento completando la tanda de azotes, pero, Sancho conoce a su amo y le aporta razonamientos suficientes para posponer la promesa, consciente de la irrealidad del encantamiento, y por tanto lo inútil de fustigarse. La proximidad de una venta sirve para mostrar el especial interés de Cervantes en reiterar la vuelta a la realidad de don Quijote en este caso es venta y no castillo como venía siendo habitual.

Ya en la venta tornamos a una escena picaresca entre Sancho y el ventero, éste a la vista del negocio dice estar en posesión de todo tipo de manjares, cuando realmente sólo cuanta con un cocido de garbanzos. Sancho va desmontando los argumentos del ventero, aceptando al fin la uña de vaca que se le ofrece magnificada por la fantasía del cocinero.

La conversación mantenida por otros principales huéspedes  –curiosamente uno se llama Jerónimo- en la habitación contigua a la que ocupan nuestros protagonistas, da pié a pensar que Cervantes conocía la verdadera identidad del autor que se escondió bajo el falso nombre de Alonso Fernández de Avellaneda para escribir el Quijote apócrifo, y que identificaba a dicho autor con el soldado aragonés Jerónimo de Pasamonte. Así aprovecha el episodio para introducir una ácida crítica hacia el libro, despreciándolo hasta tal punto, que don Quijote –en éste caso personificando al Autor- no quiere leerlo para que no pueda pensarse que conoce su existencia. Don Quijote por lo que ha podido conocer de la obra, decide cambiar el rumbo establecido y no ir a Zaragoza a fin de dejar en evidencia al “nuevo historiador”.

No hemos olvidado a Dulcinea, los huéspedes de la contigua habitación hieren la sensibilidad de don Quijote al recordar que en “esa” segunda parte se le pinta como desenamorado de su dama, quizá por ello, don Juan, el otro huésped lanza una dura pregunta:

“Si se había casado, si estaba parida o preñada o si, estando en su entereza, se acordaba, guardando su honestidad y buen decoro, de los amorosos pensamientos del señor don Quijote”.

La conversación entre don Quijote, don Juan y don Jerónimo deja constancia de la mezcla entre locura y cordura del personaje, los disparates de los hechos, no menguan un ápice la certera expresión de quien los cuenta.



6 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Capítulo estupendo que has resumido magistralmente. Muchos besotes, M.

pancho dijo...

La realidad del atropellamiento sume a DQ en una profunda tristeza. Las burlas de los duques ayudaron a abrirle los ojos.

Buen razonamiento que implica profundo conocimiento y atenta lectura de la obra.

Abejita de la Vega dijo...

No me suelen gustar los Lladró, pero ésa que has puesto es muy acertada. La irrealidad de Dulcinea...
Don Quijote ha sido coceado por la realidad, tan duramente que entra en un episodio de melancolía. Aprovecha la ocasión para pedir a Sancho que se azote, para desencantar a Dulcinea. Algo de chantaje emocional, pero Sancho para el embite de forma magistral.

Un abrazo, Paco

Myriam dijo...

La realidad se le impuso a golpes a DQ una vez màs.

Me gusta como señalas el apoyo de S a DQ en ese pàrrafo de la comida.

Un abrazo, Paco, desde Argentina y estrenando el abuelazgo. ¿Ya viste la foto de mis nietitas en mi blog?

Antonio Aguilera dijo...

Es humillante para don Quijote ser pisoteado por unos "soeces" toros. Él que es todo un caballero, qué vergüenza¡
Me gusta mucho lo bien que expones las claves del capítulo, como dice Pancho supone un perfecto conocimiento de él.

Yo ahora desbordado por "el curro", como dice el refrán "hay que aventar cuando corre aire", y en mi negocio sobre todo corre en verano, aunque caliculoso algunos días.

Que sigas bien. Un abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Esa mezcla es lo que no entendió Avellaneda y es una de las claves de la permanencia del personaje de don Quijote (el de Cervantes, claro).