Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 8 de julio de 2010

Sancho y su conciencia. Don Quijote. Cap. 57/2


 Imagen: Daniel Urrabieta


La transición entre la holganza y la vuelta a la acción se presenta en el capítulo, ya desde el encabezado, dando especial relieve a la actuación de Altisidora con su poema-denuncia, por propia iniciativa y por lo que parece, sin conocimiento previo de los duques.

Sin ánimo de quitar protagonismo a la parodia entre la supuesta enamorada y el crédulo caballero, me llama más la atención las meditaciones de Sancho, pesaroso por la situación creada a su esposa Teresa tras la destrucción de la tramoya creada en torno a su gobierno y consciente ya, de la insensatez de la aventura de su amo:

“Quién pensara que esperanzas tan grandes como las que en el pecho de mi mujer Teresa Panza engendraron las nuevas de mi gobierno habían de parar en volverme yo agora a las arrastradas aventuras de mi amo don Quijote de la Mancha”.

La tozuda realidad hace que el sueño de Sancho, ayer gobernador regalado por sus súbditos se convierta al despertar en la satisfacción de compensar los presentes de la duquesa con un puñado de bellotas, y de haber pasado por el gobierno sin provecho por su situación, con segura conciencia:

“Desnudo nací, desnudo me hallo, ni pierdo ni gano”.

Cabría destacar una situación si no insólita, si pintoresca: ¿Por qué tiene sancho los tres tocadores de Altisidora? Es algo que parece no venir a cuento. Como se muestra más adelante la trama es falsa y no se justifica la posesión de ésta prenda.

La parodia de Altisidora introduciendo a Vireno, Eneas y Barrabás sirve para colocar a don Quijote ante una disyuntiva peligrosa, pero ya no es momento de burlas, y el Autor resuelve el dilema en base a la palabra de caballero de don Quijote:

“Esta doncella habla, como ella dice, como enamorada, de lo que yo no le tengo culpa y así, no tengo de qué pedirle perdón, ni a ella, ni a vuestra excelencia”.

En una intervención también inesperada, Altisidora solicita el perdón del valeroso caballero, reconociendo su error. La duquesa, para no ser menos alaba al caballero conquistador de los corazones de sus doncellas.
La postura de los duques ante la partida se ha suavizado, admiten de buen grado sus razonamientos y por medio del mayordomo-Trifaldi, entregan a Sancho doscientos escudos para los menesteres del camino.

Encuentro como... una precipitación en la construcción  de éste capítulo, como si hubiera urgencia por cambiar el decorado del castillo y poner rumbo a Zaragoza.


8 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

¡Te has adelantado! Hoy es jueves... Genial tu análisis, también pienso que era un capítulo un poco forzado pero, por fin, ya se han marchado. Besotes, M.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

Para mi que el tema de los objetos que no vienen a cuento, es solo el pretexto para calentar el ambiente y criticar a estos personajillos de libreto de caballería: las amadoras fáciles... de caballeros inexistentes. Un abrazo

Myriam dijo...

¡Por fin, rumbo a Zaragoza! Ya era hora...

Un abrazo

Myriam dijo...

Y que quede claro y reclaro, ya que Sancho insiste: S. nació desnudo, y se va desnudo, ni gana ni pierde. Y ALtisora, no logra conmover a DQ. Lo dicho.... ¡a Zaragoza (-duques + 200 escudillos)!

Asun dijo...

A partir de ahora dejaremos de sufrir las burlas hacia el caballero y su escudero. Volveremos a disfrutar con sus aventuras. Ya iba siendo hora.

Abejita de la Vega dijo...

Te has fijado en un aspecto clave. Los dudas de Sancho son importantes, sin duda, en el capítulo. Si cometió cohecho bellotero, no...que fue antes de ser gobernador. Y , además, que el que no es agradecido no es bien nacido.
Disfrutaremos de aventuras, mas lo de Zaragoza...no adelantemos.
Un abrazo, Paco.

Antonio Aguilera dijo...

Si don Quijote estaba pesaroso porque su Pepito Grillo de su conciencia no le dejaba estar más tiempo holgazaneando, Sancho no lo estaba menos por la desilusión que se llevaría su Teresa al saber de la pérdida del gobierno de la isla. Al menos dejaron contenta a la duquesa por remitirle las bellotas.

El romance de Altisidora no tiene desperdicio: acusaciones, amenazas, maldiciones.
Vaya tipeja esta. Si corta en años, excedida en atrevimiento la moza. Toda una Lolita, igual sea en el siglo en que se encuentre. Provoca a don Quijote; él no se inmuta: fiel a su Dulcinea hasta la muerte.

Un abrazo paco

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Ya hemos visto en otras ocasiones cómo corta la acción Cervantes: cuando decide cambiar, no demora en detalles y pasa en seguida a una nueva aventura. Me gusta mucho el título de tu entrada.