“Yo la vestía
con el cuidado religioso y amante que visten las señoras devotas a las imágenes
de que son camaristas”.
Bradomín, y
Concha son la imagen de un catolicismo un
tanto peculiar, de una ética al margen de lo que pregonan. Su condición, su
linaje o más bien su irrespetuosa piedad, sitúan a ambos lejos de la austeridad y cerca
de los requerimientos de la carne. La viste –tras consentir ser desnudada- con
religiosidad, ¿Puede haber un catolicismo diferente vinculado a la nobleza? Concha
azota a Bradomín con sus cabellos: “¡Es el azote de Dios!” -dice él- “¡Calla
hereje!” -responde ella; el marqués aviva los sentimientos detenidos por el
tiempo en pos de la consumación refrenada por temor al adulterio. Asistimos a una contradicción entre el mundo de
la santidad y la presencia continua del pecado, el cinismo evidente de él y la
rendición de ella, a las situaciones místicas que excitan aún más el deseo en los amantes a la
sombra y cobijo del palacio. Aun, en ocasiones, Bradomín hace gala de
integridad moral: “Dudaba si volver atrás para poner en aquellos labios el beso
postrero: Resistí la tentación”.
Sonata de
otoño bajo el manto del recogimiento,
deja muestra de una batalla magistral entre erotismo, amor y culpa; el
placer de lo prohibido y la transgresión a la moral imperante, amor imposible, frente a ideal romántico.
Releyendo a Valle Inclán este lector se acerca al modernismo
en estado puro.
10 comentarios:
Lección de erotismo que llega al fetichismo y a escenas de tanta fuerza sensual que contradicen todas las normas sociales de moral que dicen proteger.
Qué magnífica entrada, Paco.
A mí me parece magistral el uso que hace de la simbología religiosa ligada con el amor y la muerte que planea en todo el relato, y no se puede decir que ofenda (al menos visto desde una perspectiva actual)sensibilidades. No hay un párrafo que no esconda un misterio. Pocos autores hay con sepan mantener esa intensidad.
Excelente reflexión y cierta.
Buenas noches, Paco Cuesta:
Valle hace una crítica de forma poética y con pinceladas de humor a la sociedad y a las conductas.
En los comportamientos se ve la hipocresía. Concha estaba casada, y era madre de dos niñas. No era una novicia. Los criados conocían los amores, y delante de ellos Concha no fingía. Incluso el jovencito Florisel, de doce años, lo sabía.
Saludos.
P.D.: Excelente trabajo.
Como te dicen todos, querido Paco ¡excelente análisis! Esa ambigüedad erotismo/religión Valle la borda. Besotes, M.
Bradomín y Concha tienen una moralidad o inmoralidad muy peculiar. Lo que tú dices, debe ser una catolicismo para aristócratas.
Besos, Paco.
me dan ganas luego de leerlo, me invita mucho el post tuyo tal como describes la cosa.
me dan ganas luego de leerlo, me invita mucho el post tuyo tal como describes la cosa.
Hola Paco!!!!
Preciosa narración, te dejo mis saludos...Pat
Hola Paco: He leído ya con mucha atención tus cuatro entradas -que mucho me han gustado- en la que has tocado cuatro aspectos muy relevantes de esta magnífica narración de Valle Inclán en el más puro Otoño modernista.
Un fuerte abrazo
Completamente de acuerdo contigo Paco. Valle-Inclán nos hace sentir de una forma magistral, con una gran carga erótica, esa contradicción entre el deseo y lo prohibido que se hace por eso tan atractivo.
Buena entrada, incluida la foto.
Un abrazo
Luz
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