Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 26 de enero de 2012

Escenarios y contrastes. Sonata de Primavera



Escenarios místicos recoletos envueltos en un halo religioso, la muerte, omnipresente en todas las lecturas, la lascivia, son constantes que se repiten  en las Sonatas. Piedad, satanismo, virtud y pecado se mezclan para provocar -pensemos en la época- un  cierto escándalo calculado que  llega a formar un todo; una necesaria floración con ausencia de falsedades en el paisaje  narrativo de las Sonatas. Bradomín, es fiel y consecuente consigo mismo. En el marco recogido y conventual del Palacio Gaetani donde impera la leyenda  con antepasados santos y beatos María Rosario es el blanco de la tentación.
“María Rosario era una figura ideal que me hizo recordar…. Doncellas que con sus manos curaban a los leprosos. El alma de aquella niña encendíase con el mismo anhelo de santidad”.
Son las memorias de un Don Juan atraído por un conjunto de ternura  misticismo y bondad, personalizado en mujer. El ansia de originalidad lleva a Bradomín tras “el triunfo de la vida” con la Niña Chole en el convento y el encuentro con Isabel a pocos pasos de la habitación de Concha a ser fiel a su patrón, superarse a sí mismo buscando incansable el  contraste entre  el Casanova erótico y la princesita Gaetani.
De la diversidad de matices y  cualidades que el lector aprecia en las Sonatas, es la dualidad de mundos, el  oponer persistentemente rincones de la intimidad de los personajes, quizá uno de los recursos más conseguidos.


6 comentarios:

pancho dijo...

Pocos escritores que hayan sabido hilvanar la tensión narrativa en torno a esa oposición entre contrarios: infierno y paraíso, vida y muerte o abundancia y aridez de sentimientos tan intensamente y dándose la mano como Valle-Inclán. Es cierto.

De ninguna manera pueden faltar las rosas recien cortadas en la primavera de Ligura.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

En efecto: desvelar esos rincones de intimidad, con sus miserias, con sus contrastes radicales y sus pasiones. Un gran logro de Valle.

Myriam dijo...

¡Es increíble como Valle logra crear y recrear estos escenarios!.

Un abrazo

Abejita de la Vega dijo...

Por haber, hay incluso fantasmas que golpean las puertas. Ambiente tétrico y clerical.


Una buena pintura del ambiente de las sonatas, vamos descubriendo lo que tienen en común.

Besos

Gelu dijo...

Buenas noches, Paco Cuesta:

Bradomín se prenda de María del Rosario, y de la inocencia y bondad naturales. Utiliza con ella “sus artes amatorias”, acosadoras y desfasadas, para conquistarla, sin éxito.

Saludos.

Estrella dijo...

Y yo siempre tengo la sensación de que este don Juan va con prisas. Entra, sale, va, viene... Siempre de una esquina a otra como sin tiempo. Casi sin "acabárselo" lo que sea que encuentra en un lado y ya lo suelta para ir al otro.

Saludos, Paco.

PD: Y qué bien complementáis las lecciones del profesor Ojeda.