La gente dice que en la
meseta norte siempre hace frio, pero aquel día, comenzada ya la tarde el termómetro
hacía guiños al puesto 37 de su
escala. En consecuencia, la opción
razonable se imponía: bajar la persiana y esperar que pasadas unas horas, los
casi 900 metros de altitud llevasen el mercurio a cotas más razonables.
Sin asociación alguna de
ideas, me vino a la memoria Almudena Grandes. En su día, Pedro Ojeda desde el
club de lectura de La Acequia, propuso como actividad tras el reposo veraniego
El lector de Julio Verne. La circunstancia era propicia para una primera toma
de contacto con la obra, y en eso se quedó el intento.
El sol buscaba su hueco
en el horizonte, la calle se volvió tentadora, pero ahí estaba yo, analizando línea por línea la novela sin pasar de
las dos primeras páginas. Recursos a mi juicio bien
trabajados en el comienzo hacen que el lector, especialmente si esta familiarizado con la climatología adversa, vea el hielo. Sienta el frío.
... y luego viento, un viento tan cruel y delicado como si estuviera
hecho de cristal, un cristal aéreo y transparente que bajaba silbando de la
sierra sin levantar polvo de las calles.
Al viento se le antojaba
perseguirnos por las callejas y arañarnos la cara con sus uñas de cristal….
… mi nariz que se
despertaba en mi cara como un apéndice helado, casi ajeno, antes que yo mismo.
La narración detiene el
tiempo en este fragmento sobre el frío, los sentimientos del personaje detienen
la acción, y yo, quizá como animal mesetario he sucumbido a una descripción que
utilizando técnicas cinematográficas me ha hecho recordar sensaciones vividas en muchas ocasiones durante los largos inviernos de Castilla.
Ha pasado un tiempo. He superado las dos primeras páginas y hoy, a punto de comenzar el otoño, continúo la
lectura
9 comentarios:
El frío, querido Paco: el del tiempo en el que transcurre la historia, el de la misma historia.
Un placer volver a leerte.
Sí que se siente ese frío helador. Almudena lo describe muy bien y tu has hecho un estupendo análisis, querido Paco. Besotes, M.
El aire y la luz que la vida nos dan.
"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación [...]" Así comienza Dickens su relato de Historia de dos ciudades.
A ver si sacamos algo en claro de la primera novela que leo con el artilugio moderno.
Excelente comienzo.
Un abrazo
Me gustó como recuperas estos párrafos helados. Si que se siente el frio en la descripción de Almudena, el frío de alma.
Y si que ese frío físico me recuerda inviernos de tormenta y hasta 20 grados centígrados bajo cero, en Estocolmo.
Besos
¡Más vale que fue sin asociación de ideas! jajajaja.
El frío se siente ne muchos de los acontecimientos que nos cuenta Nino, porque a pesar de ser por todos conocidos, al leerlos le dejan a una la sangre helada.
Besos
El frío no sólo es cuestión de temperatura. Hay frío y frío.
No adelantemos lo que más hiela a la madre de Nino, su verdadera situación en ese cuartel.
Besos
Tengo que sumergirme en ese frío de la novela, aún estoy con el calor del verano. Las páginas me esperan.
Un abrazo
Luz
las dos primeras páginas son cruciales... ¿habrás continuado?, seguro que sí.
biquiños,
naguara me encanto la foto.. y el post tambien esta chevere..
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