Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 20 de septiembre de 2012

Después de todo era invierno. El lector de Julio Verne



La gente dice que en la meseta norte siempre hace frio, pero aquel día, comenzada ya la tarde el termómetro hacía guiños al puesto  37 de su escala. En consecuencia,  la opción razonable se imponía: bajar la persiana y esperar que pasadas unas horas, los casi 900 metros de altitud llevasen  el mercurio a cotas más razonables.
Sin asociación alguna de ideas, me vino a la memoria Almudena Grandes. En su día, Pedro Ojeda desde el club de lectura de La Acequia, propuso como actividad tras el reposo veraniego El lector de Julio Verne. La circunstancia era propicia para una primera toma de contacto con la obra, y en eso se quedó el intento.

El sol buscaba su hueco en el horizonte, la calle se volvió tentadora, pero ahí estaba yo, analizando línea por línea la novela sin pasar de las dos primeras páginas. Recursos a mi juicio  bien trabajados en el comienzo hacen que el lector, especialmente si esta familiarizado con la climatología adversa, vea el hielo. Sienta el frío.

... y luego viento, un  viento tan cruel y delicado como si estuviera hecho de cristal, un cristal aéreo y transparente que bajaba silbando de la sierra sin levantar polvo de las calles.

Al viento se le antojaba perseguirnos por las callejas y arañarnos la cara con sus uñas de cristal….

… mi nariz que se despertaba en mi cara como un apéndice helado, casi ajeno, antes que yo mismo.

La narración detiene el tiempo en este fragmento sobre el frío, los sentimientos del personaje detienen la acción, y yo, quizá como animal mesetario he sucumbido a una descripción que utilizando técnicas cinematográficas me ha hecho recordar sensaciones vividas en muchas  ocasiones durante los largos inviernos de Castilla.

Ha pasado un tiempo.  He superado las dos primeras páginas y hoy,  a punto de comenzar el otoño, continúo la lectura



9 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

El frío, querido Paco: el del tiempo en el que transcurre la historia, el de la misma historia.
Un placer volver a leerte.

Merche Pallarés dijo...

Sí que se siente ese frío helador. Almudena lo describe muy bien y tu has hecho un estupendo análisis, querido Paco. Besotes, M.

pancho dijo...

El aire y la luz que la vida nos dan.

"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación [...]" Así comienza Dickens su relato de Historia de dos ciudades.

A ver si sacamos algo en claro de la primera novela que leo con el artilugio moderno.

Excelente comienzo.

Un abrazo

Myriam dijo...

Me gustó como recuperas estos párrafos helados. Si que se siente el frio en la descripción de Almudena, el frío de alma.

Y si que ese frío físico me recuerda inviernos de tormenta y hasta 20 grados centígrados bajo cero, en Estocolmo.

Besos

Asun dijo...

¡Más vale que fue sin asociación de ideas! jajajaja.

El frío se siente ne muchos de los acontecimientos que nos cuenta Nino, porque a pesar de ser por todos conocidos, al leerlos le dejan a una la sangre helada.

Besos

Abejita de la Vega dijo...

El frío no sólo es cuestión de temperatura. Hay frío y frío.
No adelantemos lo que más hiela a la madre de Nino, su verdadera situación en ese cuartel.

Besos

Ele Bergón dijo...

Tengo que sumergirme en ese frío de la novela, aún estoy con el calor del verano. Las páginas me esperan.
Un abrazo

Luz

matrioska_verde dijo...

las dos primeras páginas son cruciales... ¿habrás continuado?, seguro que sí.

biquiños,

Natal - diseño de paginas web dijo...

naguara me encanto la foto.. y el post tambien esta chevere..