Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 21 de febrero de 2013

Conciencia de clase. Mala hierba, (Pío Baroja)



Deambulando de la mano de Mala Hierba por las calles de Madrid, hemos conocido  el mundo bohemio y los bajos fondos. Por un momento nos pareció asistir a un inicio de asentamiento del protagonista de Lucha  por la vida. Pero, no.
No sólo la historia de Esther y Roberto queda en suspenso; tampoco Manuel termina de centrarse; retorna a los inicios de La busca. Vuelve al vagabundeo diurno, a la pernoctación incierta en improvisados cobertizos.

Baroja añade así un párrafo más a la fábula de una realidad, en el que muestra el mundo de los asilos y la beneficencia, los calabozos del Gobierno civil, la triste y agria visión de una guerra cuyos resultados fueron la independencia de Cuba, la pérdida, de colonias en América y Asia, y el desencanto de los españoles que en ella participaron, tratados a su regreso como seres marginales.

No olvida al tratar el Desastre del 98 la referencia a Valeriano Weyley, a la sazón, gobernador de Cuba y general jefe del ejército, auténtico precursor de los campos de concentración como puede comprobarse en el bando emitido en octubre de 1896:



"Todos los habitantes de los campos o fuera de la línea de fortificación de los poblados se concentrarán en el término de ocho días en los pueblos ocupados por las tropas".

Firmado Valeriano Weyler.




El autor dota así a Manuel de una “conciencia de clase” a la que pone broche su compañero Jesús, con las consideraciones que le merece el proceso de transformación que la sociedad capitalista impone.

Auténtica declaración de principios encerrada en un hecho cotidiano

Imágenes: laetus.over-blog y biografías y vidas




9 comentarios:

Gelu dijo...

Buenos días, Paco Cuesta:

El País estaba empobrecido y hambriento. Los intelectuales sin ilusión. Los jóvenes de clases humildes reclutados o con las secuelas de las tristes aventuras de las colonias perdidas.
Los obreros en condiciones de semiesclavitud.
Los campos, en barbecho obligado, llenos de malas hierbas.
Los periódicos, como el profeta que clama en el desierto –demasiados- parloteando confundidos en un guirigay inútil.

Saludos.

Merche Pallarés dijo...

La situación muy parecida a la de ahora... excepto el reclutamiento de los jóvenes pobres, pero, al tiempo... Muy buena tu comparación con la independencia de Cuba. Besotes, M.

Abejita de la Vega dijo...

Un país hambriento y deprimido por el desastre del 98. El repatriado piensa que le van a preguntar y nadie le pregunta nada, para qué.

Acertado tu título, conciencia de clase, así es.

Besos

Abejita de la Vega dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Pedro Ojeda Escudero dijo...

¿Aprenderá Manuel?
la conciencia de clase, sin voluntad, no es nada...
Gracias, Paco.

antonio aguilera dijo...

En aquellos tiempos existía mucha más conciencia de clase porque existía conciencia crítica; no como ahora que estamos anestesiados por lo frívolo y superficial. Así nos va.

Siento no poder acompañaros en esta lectura, ando sobrecargado..., y además -como bien sabes- soy autónomo jajaja incompatible con casi todo.

Cuídate, un abrazo.

Myriam dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Myriam dijo...

Fueron tiempos duros, no cabe duda, pero también tiempos de un feminismo efervescente, por ejemplo, en el que surgieron mujeres paradigmáticas y con conciencia de clase. No todo era negro, visto en retrospectiva.

Un beso, Paco.

pancho dijo...

Los veteranos de las guerras perdidas son una rémora para el país perdedor. Aquí sabemos bastante de eso.

Muy buena la elección de ilustraciones: reflejo de clases sociales diferentes. Manuel irá despertando con la edad, aún es joven.

Un abrazo