Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 28 de febrero de 2013

Los renglones torcidos del Derecho. Mala hierba, (Pío Baroja)



“Nos industrializamos para todo lo malo; quedamos tan arcaicos como antes, para todo lo bueno"
.
Terminamos nuestra última entrada con una declaración de intenciones y comenzamos con esta sentencia de Pío Baroja en “El tablado de Arlequín”  (página 42) apropiada a  nuestro entender para la lectura que nos ocupa.

Vidal reaparece al final de la obra, inmerso en la industria de lo malo, dando un nuevo giro a la trama y despertando en el lector una expectativa dormida. Manuel en casa de su primo sustituye los andrajos por ropa limpia (todo un símbolo). Se incorpora al negocio del juego. Hace proyectos imposibles  con la Justa, de quien estuvo -y posiblemente sigue- enamorado  sin que le preocupe aprovecharse de “su trabajo”. ¿Era esta la expectativa dormida del lector? Seguramente no pero ya tenemos a Manuel situado. El ambiente de las mafias del juego no es el óptimo. Pero.... está situado.

Con las andanzas del Garro, el Maestro, la Coronela, el Cojo, despliega Baroja el abanico de las denuncias fundamentadas en una triste realidad:

  • La obsesión por ganar dinero a cualquier precio.
  • La paralización de la acción  de la Justicia por influencias políticas.
  • El poder de las mafias.
  • Y sin paliativos una denuncia al mundo del Derecho:

¡Qué admirable maquinaria! Desde el primero hasta el último de aquellos leguleyos, togados y sin togar, sabían explotar al humilde, al pobre de espíritu, proteger los sagrados intereses de la sociedad haciendo que el fiel de la Justicia se inclinara siempre por el lado de las monedas.

Aun hoy, en el actual estado de libertades, este párrafo encontraría algún control de publicación. Es don Pío.

No se han cumplido las expectativas del lector, Manuel está otra vez en la calle. La muerte de su primo provoca en él una reacción contradictoria, “no le ha llegado la buena”. Cuantas veces ha tomado el camino honrado ha vuelto a abandonarlo; al final de Mala hierba le encontramos como al final de La busca.

Quizá en Aurora roja todo cambie.

Imagen: http://www.facebook-gratis.com/

10 comentarios:

Merche Pallarés dijo...

Baroja era un visionario porque estamos igual en los cuatro puntos que resaltas... Besotes, M.

Myriam dijo...

¡Si que es malito Baroja: mira que llamar leguleyos a los abogados y con el fiel inclinado a sus bolsillos! :-)

Besos

matrioska_verde dijo...

no estoy siguiendo la lectura pero hay cosas que me suenan mucho: obsesión por la riqueza, influencias polícitas... ¡que desgracia que sigan vigente esos preceptos después de tantos años y después de tantos avances!

biquiños,

Abejita de la Vega dijo...

No se cumplen las expectativas del lector, este Manuel no tiene arreglo, va de mal en peor, ahora duerme en colchón pero se rodea de la gentuzamás inmoral. Los mendigos eran mucho más dignos.

Ese leguleyo de tu imagen da mucho miedo, esperemos no tener que tropezar con uno de esos.

Besos

Marina dijo...

Y si simplemente te dejo un abrazo que abarque a tu chica?
Un enorme abrazo para dos.

pancho dijo...

Por eso don Pío es tan actual, parece escrito ayer mismo. En este país se le han entregado los tres poderes a los partidos políticos y hacer justicia se hace más difícil que hacer injusticia. Demasiadas veces se le quita la venda a la señora, desde fuera, encargada de impartirla a sabiendas.

Certera reflexión. Un abrazo.

Pedro Ojeda Escudero dijo...

El final de la novela es contunde: una sociedad corrupta en todas las esferas, sin esperanza. Un sistema que se cae a pedazos. Qué actual es Baroja.

Kety dijo...

De acuerdo contigo, con los párrafos subrayados.
Un abrazo

Ele Bergón dijo...

No se cumplen las espectativas del lector porque parece que nos gustan los finales felices, pero Baroja es realista, no acomododaticio.

Buena perspectiva

Un abrazo

Luz

Gelu dijo...

Buenas noches, Paco Cuesta:

¡Qué desilusionado tenía que estar Don Pío!
La ilustración que has elegido es perfecta.
Así es como deben sentirse detrás de la mesa prepotentes y seguros, y así de empequeñecido el pobre que espera justicia y que no le dejan ni hablar.
Poco hemos cambiado -en algunos aspectos- en estos cien años largos.

Saludos.