Tal vez durante un paseo,
quizá bajo la sombra amable de una terraza, o tomando un helado junto al
puerto no sé. Lo cierto es que apareció un folleto:
Fabulosa excursión
gratis. Día completo
Salida en autocares de
lujo.
Breve presentación comercial.
Comida en uno de nuestros
restaurantes.
Paseo por la ciudad con
visitas guiadas.
-Esto tendrá truco, ¿Qué hay
que comprar? –Pregunté.
-Nada si no quieres, todo
es gratis. Hay que asistir a una presentación de productos normalmente a dos
o tres de ellos los más destacados se van añadiendo otros por el mismo precio si
la venta no prospera.
Por unos instantes volví
a la infancia, el camino de la escuela pasaba por el mercado en torno al cual,
a principio de verano los charlatanes montaban sus tenderetes.
Uno con sombrero y traje negro, vendía caramelos de
malvavisco:
“De un catarro mal curao, un tísico declarao –gritaba.
Otra, recuerdo bien su
nombre “La Maña”, vendía plumas estilográficas de oro de 18 quilates y
billeteros de piel de serpiente del Amazonas:
“Al primero que diga:
Maña, esto para mí, le voy a regalar esta medalla de oro para su mujer más un
bolígrafo de oro si se lleva el billetero o un monedero de piel de leopardo si se lleva la pluma y
además, porque quiero y me da la gana este porta retratos de plata de ley. Y
ahora me dirás: ¿Cuánto vale eso Maña? La cartera o la pluma valen en el mercado
diez duros, pero yo te los doy por cinco, pero como me habéis caído bien no voy
a cobrar ni cinco ni cuatro ni tres; dos duros, diez miserables pesetas, para
que quedéis como Dios en casa.
Anda secretario, atiende
al público que veo muchas manos levantadas y sólo hay lote para diez –decía a
su ayudante”.
El folleto seguía en mi
mano, lo miraba sin verlo.
-¿En qué piensas?
-A la vuelta del colegio
cuando había charlatanes, siempre llegaba tarde a comer y me quedaba sin
postre. La técnica cambia pero el fondo es el mismo. ¿Podemos apuntarnos a uno
de esos viajes? Será toda una experiencia.
-Vale, pero sólo a uno.
-Por supuesto
9 comentarios:
Al final te pondrán el bolígrafo en la mano...
Yo también recuerdo a esos charlatanes que venían de vez en cuando por mi pueblo y me llamaba la atención esa forma de no parar de hablar y de regalar. Tengo en la imagen un peine que siempre daban. Creo que una vez mi padre picó.
Besos
Luz
PUES me encantaría saber si fuisteis a la excursión y qué os trajísteis para casa, porque nunca se vuelve uno con las manos vacías.
Mis padres fueron a algunas de esas excursiones y siempre se han vuelto a casa con algo: un colchón y de regalo, dos sartenes...
Lo títpico.
biquiños,
Esos viejos charlatanes, aun viven en este país que me acoge. En la “micros”, los buses y los trenes, suelen estar presente con sus billeteras maravillosas, sus rotuladores casi mágicos y los bolígrafos que parecen no tener fin…
Los continentes están alejados y separados por una franja de mar inhóspita e insalvable. Pero los genes, renacen sin que uno repare en ellos.
Un abrazo
Recuerdo a aquellos charlatanes, no lo vendo ni por...ni por...
Esas excursiones comerciales son el truco del almendruco, recuerdo a un grupo de mujeres madrileñas que viajaron a Burgos en una de ellas, no vieron ni la catedral y les encerraron en un hotel de ´la Brújula donde tenía lugar la charla. Siempre cae alguno, vender venden.
Vieja picaresca con nuevos métodos.
Besos, Paco.
Si vas acompañado, alguna ganga caerá.
Así que, al menos id a un lugar en el que merezca la pena estar.
Y un consejo: si el charlatán vende crecepelo y tiene alopecia, desconfiad... Bueno, y si no la tiene, también.
¡Cuánto charlatán de feria hay aún hoy por hoy! En todos los ámbitos...
Un placer pasarme por aquí para volver a comentar...
Un abrazo!
Buenas noches, Paco Cuesta:
Te dejo unas escenas de la película
‘Los ladrones somos gente honrada’
Saludos
ajjjj.... estos charlatanes abundan, ¡sí señor!....pero... ¿al final, fueron?
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