Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 25 de septiembre de 2014

Cervantes: el mejor lector de El Quijote apócrifo, Alonso Fernández de Avellaneda


Habida cuenta que, aún apócrifo, el de Avellaneda también es Quijote -es más, podría decirse que es otra versión de la Segunda parte- parece prudente conceder al don Quijote cervantino la iniciativa a fin de establecer que fue primero: el huevo o la gallina. Es decir quien tuvo antes  acceso a la obra contraria. El tema es interesante por cuanto desde el prólogo la contienda está servida: “Y así sale al principio desta segunda parte de sus hazañas este, menos cacareado y agressor de sus lectores (el Sabio Alisolan) que al que a su primera parte puso Miguel de Ceruantes Saauedra” (Cide Hamete Benengeli).
A decir de los estudiosos Cervantes tenía la costumbre de comentar e incluso leer las novelas que estaba escribiendo, de lo que resulta que tal costumbre podía ser un hábito en los escritores y pudo conocer el manuscrito del tal Avellaneda. Por idéntica razón, éste pudiera haber conocido al menos parte de la Segunda parte auténtica. Pero… nos hemos planteado en esta ocasión la lectura salvado ya el laberinto de la autoría a modo de fantasía, en torno a la prioridad de autores y protagonistas.
Supongamos que Cervantes fuera informado por don Quijote de la Segunda parte de Avellaneda en el momento de escribir el capítulo LIX de su Segunda parte. Supongamos que tras esta información, Cervantes se limitase, como hizo don Quijote, a hojear el libro entregado por don Jerónimo, y sin más análisis continuara escribiendo su libro. Siguiendo el hilo de esta fantasía, si así fuera tal vez hubiera dado solo  noticia de las insidiosas palabras del prólogo o, tal vez de la falta de artículos en la escritura, pero fue más allá afirmando, con indudable sentido irónico, que: “se desvía de la verdad en lo más principal de la historia” dando importancia al hecho menor de llamar Mari Gutiérrez a Teresa Panza (Cervantes lo había hecho ya en la primera parte del Quijote) y calificando al libro del "autor moderno" de contenido “obsceno y torpe”. Para esta calificación es obvio que no sirve una lectura superficial.
De vuelta a la realidad es por tanto presumible que Cervantes con o sin la ayuda que en nuestra fantasía aportó don Quijote tuviera antes un conocimiento de la obra de Avellaneda. Cervantes fue sin duda el lector más singular que tuvo el tal Avellaneda y este fue con certeza, un admirador del Quijote. Lo imitó y continuó al tiempo que premiaba a su autor con resentimiento  correspondido por Cervantes con ironía y delicadeza pero no menor eficacia.
Emulando a don Miguel intentaremos durante el mes de octubre acercarnos a su singularidad lectora.     


3 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

Estoy completamente de acuerdo: no pudo haber un lector más interesado, más apasionado y más atento de Avellaneda que el mismo Cervantes.
Inteligente tu planteamiento, Paco.

Abejita de la Vega dijo...

Cervantes ha sido coceado por Avellaneda, como don Quijote por los toros. Pero saca fuerzas para enfrentarse a él, valiéndose de la pluma y de una minuciosa lectura del libro enemigo. Tienes razón, el mejor lector de Avellaneda. Como Avellaneda fue antes el mejor lector de Cervantes. No irá el caballero andante a Zaragoza, tirarán para Barcelona, a otras justas.
Un abrazo, Paco.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, Paco Cuesta:

Cervantes al leer la obra de Avellaneda, pensaría si los demás lectores verían tan distorsionados a sus personajes.
Los del apócrifo, son una caricatura de los auténticos, eso sí, hecha con ánimo de incordiar y perjudicar a su creador.

Abrazos.