Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

jueves, 2 de octubre de 2014

Variaciones sobre un mismo tema. El Quijote apócrifo, Alonso Fernández de Avellaneda


El hombre de La Mancha» Paloma San Basilio y José Sacristán 

Al ser  el tal Avellaneda el escritor que continua la primera parte cervantina, hecho por otra parte frecuente en la literatura medieval que tuvo  continuación en los libros de caballería como él mismo justifica en el prólogo: “solo digo que nadie se espante de que salga de diferente autor esta segunda parte, pues no es nuevo proseguir una historia diferente sujetos”. Su segunda parte no solo se presta, sino que resulta obligado, hacer un contraste con el Quijote de Cervantes por cuanto que los personajes principales y la esencia de la ficción le vienen impuestas.

Situados en este contexto, una de las cosas que llama la atención en  El Quijote apócrifo es la eliminación de Dulcinea del Toboso, especialmente si recordamos, ya muy avanzada la segunda parte (capítulo LIX) de “el auténtico”  la defensa que de ella hace don Quijote a preguntas de don Juan “Dulcinea se está entera y mis pensamientos más firmes que nunca; las correspondencias en su sequedad antigua; su hermosura en la de una soez labradora transformada”.

Cabe preguntarse las  razones que llevaron al tal Avellaneda a semejante decisión. Bien pudiera ser para mantener la imagen de un hidalgo, loco sí, pero falto de ideales nobles. También, porqué no, por la dificultad que suponía mantener la complicada figura de Dulcinea, la creación no era suya y mantener a hidalgo y escudero ya suponía una buena dosis de ingenio.
Los preparativos para la eliminación de Dulcinea no se hacen esperar. Don Quijote, inquieto por recuperar  un libro de caballería que sustituya a las lectura piadosas impuestas por el cura,  trata de convencer a Sancho para volver al “militar exercicio” y aquí, apenas iniciado el relato (capítulo II de la segunda parte del licenciado Avellaneda) se anuncia ya la eliminación: “y a ver si en otra (dama) hallo mejor fe y mayor correspondencia”. Y el comienzo de nuevas aventuras renunciando a lo irrenunciable en un caballero: una dama a quien ofrecer sus victorias. El Caballero de la triste figura es ahora El Caballero Desamorado. Sus actos pierden idealismo limitados a locuras y extravagancias.

En modo alguno es comparable Dulcinea con Bárbara. El don Quijote cervantino tiene con Dulcinea un amor idealizado y desinteresado. El Caballero Desamorado, en su desequilibrada mentalidad, ve a la reina Zenobia como una dama a la que, por las leyes de caballería, está obligado ayudar.
El licenciado Avellaneda cambia a Aldonza Lorenzo la soez labradora  por Bárbara la de la cuchillada; ideales por obligaciones; podemos hacer conjeturas pero nunca sabremos la reazón del cambio.


2 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

En efecto, es difícil comprender la verdadera razón del cambio.
Aventuro una: este don Quijote resalta más su locura, sin ambigüedades ni matices. Dulcinea está llena de matices...

Abejita de la Vega dijo...

Tal vez a Avellaneda le disgustaba un personaje que existe y no existe a la vez. Una mujer en la niebla.
Un abrazo, Paco.