Reflexión

Cuando triunfó el nuevo material de escritura [el pergamino], los libros se transformaron en cuerpos habitados por palabras, pensamientos tatuados en la piel. (El infinito en un junco. Irene Vallejo).

sábado, 16 de enero de 2016

CUADROS DE UNA EXPOSICIÓN: Los pazos de Ulloa, Emilia Pardo Bazán


Modest Mussorgsky creó, para piano, "Cuadros de una exposición"  a raíz de la visita que el músico hizo a la exposición póstuma de su amigo Víktor Hartmann. El compositor quiso pintar en música algunos de los cuadros expuestos. Fue más conocida la versión orquestada por Maurice Ravel
Apenas traspasado el umbral de la sala, el transeúnte pierde su condición en favor de la contemplativa. Inmerso en esta y dependiendo de la obra, el marco que la acoge, los matices, tonos, composición, color, significado, son percibidos de diferente forma por cada visitante en función de él mismo, su estado anímico y la disposición con la que acude a la exposición.

Doña Emilia Pardo Bazán reúne en Los Pazos de Ulloa, el atractivo de una colección de pintura cargada -ya lo dijimos- de intriga y dramatismo. A este  lector, visitante reincidente de la muestra, le llama hoy la atención, el trazo de algunas pinceladas no apreciado en ocasiones anteriores.

El abad de Ulloa al cual veía [Julián] con más frecuencia no le era simpático por su desmedida afición al jarro y a la escopeta.

Doña Emilia pinta a los abades como rudos y desaliñados en su aspecto, proclives al buen comer y mejor beber, no muy estrictos en cuestiones amatorias, hombres, antes que sacerdotes. Este modelo tan frecuente en la literatura popular encierra la realidad histórica y social del clero rural, más aldeano que burgués, más positivo que idealista, frecuente en fiestas y banquetes y partícipe en campañas políticas.

Y la mesa estaba imponente. La rodeaban unos quince curas y sobre ocho seglares entre ellos […] el famosísimo cacique conocido por el apodo de “Barbacana” […]  su rival el cacique “Trampeta”…

En el cuadro de los caciques  el conservador Barbacana  y el  liberal Trampeta, al igual que los abades en la religión, personalizan una peculiar forma de entender la política, imponiendo el miedo y la manipulación en la comarca. Arbitrarios, hipócritas y vengativos rememoran el feudalismo de la nobleza rural, convirtiendo en su caso a Cebre en un pequeño infierno. Su enfrentamiento alcanza tonos esperpénticos, sus actuaciones: crítica implacable contra los sistemas electorales.

Lucía el casino entre su maltratado mueblaje un caduco sofá de gutapercha, gala del gabinete de lectura: sofá que pudiera llamarse sofá de los maledicentes, pues allí se reunían tres de las más afiladas tijeras.

No olvida doña Emilia en esta novela, preñada de alusiones a la naturaleza, a las capitales de provincia; retrocediendo unos años, el párrafo nos sitúa en otro casino: el de  La Regenta de Clarín. El tiempo de permanencia de Pedro Moscoso en Santiago traza la vida de una ciudad provinciana, donde el casino aglutina la vida de la “clase bien”, convertido en centro de ocio, lugar de juego, tertulias, cambalaches políticos y principalmente centro de cotilleo. El deporte rey es, echar leña al fuego de las vergüenzas ajenas  olvidando las propias. El honor o la deshonra se gestan en el casino.

Sufrido lector: el cuadro costumbrista de Los Pazos presenta infinidad de matices. Tú, que nos visitas con alguna frecuencia, apreciarás tras la lectura de Los pazos, otros diferentes o contrapuestos a los que aquí se muestran. En cualquiera de los casos, nos une el encuentro en la sala Ulloa y justamente, cómo no, la diferencia en las apreciaciones. Gracias por llegar hasta aquí. Doña Emilia Pardo Bazán, quiso pintar con letra la realidad social de una época.


6 comentarios:

Ele Bergón dijo...

Muy buena esta entrada donde vas comparando las escenas realistas y naturalistas que nos cuenta doña Emilia con los cuadros de una exposición a los que añades la música de Modest Mussorgsky.Lo resumes todo en la última línea de tu texto.

Me gusta y voy a escuchar esta obra que la tenía un poco olvidada y que siempre me gustó.

Besos

Pedro Ojeda Escudero dijo...

En efecto, Paco, el tono siempre es dramático en estos cuadros. Apenas un rasgo tierno para exponerlo al desamparo en el capítulo siguiente. Me gusta la comparativa.

Gelu dijo...

Buenos días, Paco Cuesta:

En el capítulo 14, leemos: … “Parecía que con la joven señora entraban en cada rincón de los Pazos la alegría, la limpieza y el orden” y en el 20:
[A Nucha]"el caserón que la asustaba"
Dejo un enlace para saber un poco más de la casa de D.ª Emilia, que podía ser como la del señor de la Lage
http://www.casamuseoemiliapardobazan.org/.

Abrazos

Abejita de la Vega dijo...

Son tantos cuadros que no sé cual elegir. en una magnífica exposición. La fiesta de Naya con sus curas comilones que teologizan mientras se pasan el arroz con leche, la bruja que desaparece en la cocina y nadie sabe por donde ha salido tras sus buenas nochiñas, el obeso de Loiro y su hermana obesa como dos osos de pie, el señorito de Limioso seco como el hidalgo del lazarillo, qué sé yo.
Una buena música, una buena entrada.
Besos

Anónimo dijo...

Los objetos nos ayudan a recrear ambientes, rememoran con sus texturas, con sus olores, con sus colores la vida de las personas que los utilizaron.

Myriam dijo...

¡Qué buena comparación!