Modest Mussorgsky creó, para piano, "Cuadros de una exposición" a raíz de la visita que el músico hizo a la
exposición póstuma de su amigo Víktor Hartmann. El compositor quiso pintar en
música algunos de los cuadros expuestos. Fue más conocida la versión orquestada
por Maurice Ravel
Apenas
traspasado el umbral de la sala, el transeúnte pierde su condición en favor de
la contemplativa. Inmerso en esta y dependiendo de la obra, el marco que la
acoge, los matices, tonos, composición, color, significado, son percibidos de
diferente forma por cada visitante en función de él mismo, su estado anímico y
la disposición con la que acude a la exposición.
Doña
Emilia Pardo Bazán reúne en Los Pazos de
Ulloa, el atractivo de una colección de pintura cargada -ya lo dijimos- de
intriga y dramatismo. A este lector,
visitante reincidente de la muestra, le llama hoy la atención, el trazo de
algunas pinceladas no apreciado en ocasiones anteriores.
El
abad de Ulloa al cual veía
[Julián] con más frecuencia no le era
simpático por su desmedida afición al jarro y a la escopeta.
Doña
Emilia pinta a los abades como rudos y desaliñados en su aspecto, proclives al
buen comer y mejor beber, no muy estrictos en cuestiones amatorias, hombres,
antes que sacerdotes. Este modelo tan frecuente en la literatura popular
encierra la realidad histórica y social del clero rural, más aldeano que
burgués, más positivo que idealista, frecuente en fiestas y banquetes y
partícipe en campañas políticas.
Y
la mesa estaba imponente. La rodeaban unos quince curas y sobre ocho seglares
entre ellos […] el famosísimo cacique conocido por el apodo
de “Barbacana” […] su rival el cacique “Trampeta”…
En
el cuadro de los caciques el conservador
Barbacana y el
liberal Trampeta, al igual que
los abades en la religión, personalizan una peculiar forma de entender la
política, imponiendo el miedo y la manipulación en la comarca. Arbitrarios,
hipócritas y vengativos rememoran el feudalismo de la nobleza rural,
convirtiendo en su caso a Cebre en un pequeño infierno. Su enfrentamiento
alcanza tonos esperpénticos, sus actuaciones: crítica implacable contra los
sistemas electorales.
Lucía
el casino entre su maltratado mueblaje un caduco sofá de gutapercha, gala del
gabinete de lectura: sofá que pudiera llamarse sofá de los maledicentes, pues
allí se reunían tres de las más afiladas tijeras.
No
olvida doña Emilia en esta novela, preñada de alusiones a la naturaleza, a las
capitales de provincia; retrocediendo unos años, el párrafo nos sitúa en otro
casino: el de La Regenta de Clarín. El tiempo de permanencia de Pedro Moscoso en
Santiago traza la vida de una ciudad provinciana, donde el casino aglutina la
vida de la “clase bien”, convertido en centro de ocio, lugar de juego,
tertulias, cambalaches políticos y principalmente centro de cotilleo. El
deporte rey es, echar leña al fuego de las vergüenzas ajenas olvidando las propias. El honor o la deshonra
se gestan en el casino.
Sufrido
lector: el cuadro costumbrista de Los
Pazos presenta infinidad de matices. Tú, que nos visitas con alguna frecuencia,
apreciarás tras la lectura de Los pazos,
otros diferentes o contrapuestos a los que aquí se muestran. En cualquiera de los casos, nos une el encuentro en la sala Ulloa
y justamente, cómo no, la diferencia en las apreciaciones. Gracias por llegar
hasta aquí. Doña Emilia Pardo Bazán, quiso pintar con letra la realidad social de una época.
6 comentarios:
Muy buena esta entrada donde vas comparando las escenas realistas y naturalistas que nos cuenta doña Emilia con los cuadros de una exposición a los que añades la música de Modest Mussorgsky.Lo resumes todo en la última línea de tu texto.
Me gusta y voy a escuchar esta obra que la tenía un poco olvidada y que siempre me gustó.
Besos
En efecto, Paco, el tono siempre es dramático en estos cuadros. Apenas un rasgo tierno para exponerlo al desamparo en el capítulo siguiente. Me gusta la comparativa.
Buenos días, Paco Cuesta:
En el capítulo 14, leemos: … “Parecía que con la joven señora entraban en cada rincón de los Pazos la alegría, la limpieza y el orden” y en el 20:
[A Nucha]"el caserón que la asustaba"
Dejo un enlace para saber un poco más de la casa de D.ª Emilia, que podía ser como la del señor de la Lage
http://www.casamuseoemiliapardobazan.org/.
Abrazos
Son tantos cuadros que no sé cual elegir. en una magnífica exposición. La fiesta de Naya con sus curas comilones que teologizan mientras se pasan el arroz con leche, la bruja que desaparece en la cocina y nadie sabe por donde ha salido tras sus buenas nochiñas, el obeso de Loiro y su hermana obesa como dos osos de pie, el señorito de Limioso seco como el hidalgo del lazarillo, qué sé yo.
Una buena música, una buena entrada.
Besos
Los objetos nos ayudan a recrear ambientes, rememoran con sus texturas, con sus olores, con sus colores la vida de las personas que los utilizaron.
¡Qué buena comparación!
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