Hay
muchos y buenos lugares para “echar la tarde”: un parque, la casa de un amigo,
aquel café recoleto de tantos recuerdos, unas galerías comerciales…
Tal
vez “echar la tarde” alcance su máxima significación en la habitación de un
hospital donde el paciente, la persona bajo atención médica, padece física y
corporalmente a bienintencionados amigos y familiares que una vez salvados saludos besos y abrazos de rigor, a falta de mejor ocupación y habida cuenta
que al enfermo hay que dejarlo tranquilo, intercambian entre sí experiencias de
viajes, comida, bebida, la importancia de sus trabajos, la inteligencia de hijos,
nietos y el perrito que los ladra.
Alguien
que acompañó durante noches el duermevela del visitado sugiere humildemente: ¿por
qué no bajamos a la cafetería? Algunos asienten, otros se miran significativamente.
El murmullo decrece lo suficiente para que quien propuso la idea oiga con
claridad:
-
¡Vámonos!,
parece que estorbamos.
-
¡Pues
SÏ! (calla y otorga).
4 comentarios:
Las visitas siempre han de ser cautelosas, amigas y consultadas. Lo dice quien ha hecho muchas horas de hospital junto a la cama de seres queridos.
Un fuerte abrazo, Paco.
Suscribo al comentario de Pedro. Espero que quien haya estado internado, ya haya recobrado la salud.
Besos
Me siento identificado con quién propuso la idea :-)
Espero, como dice Myriam, que el paciente esté totalmente recuperado y cómodo en casa.
Un abrazo y una sonrisa
De acuerdo totalmente con la persona que sugiere bajar a la cafetería, creo que quizás sin mala fe a veces cansamos al enfermo y los que le acompañan con charlas inoportunas
Un abrazo Paco
Carmen
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